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María Pagés: «Aún no me han ofrecido la dirección del Ballet Nacional»

María Pagés: «Aún no me han ofrecido la dirección del Ballet Nacional»

Nació en Sevilla y se fue a Madrid con quince años con uno de sus hermanos, para bailar en diversas compañías, pero afirma que quien le enseñó qué era un ballet y cómo se lleva un elenco, fue Antonio Gades, en cuya compañía bailó. En el momento en que se recuperaba de la muerte de su marido, hace dos años, una amiga le llevó a ver a Mikhail Barysnikov. Poco después, el bailarín le pidió que fuera a Nueva York con sus músicos y que bailara para él. Tras esta experiencia creó su última obra, «Autorretrato». Estos días prepara también un paso a dos con el coreógrafo contemporáneo Sidi Larbi Cherkaoui, que estrenará en el 2009.

-Está usted sin parar desde hace tiempo.

-Es verdad. Estoy con tantísimas cosas. El proyecto con Sidi Larbi Cherkaoui va para adelante. Estamos como dos novios. Me manda mensajes para ver qué día nos vamos a ver. Hemos empezado a ensayar y haremos una primera representación en París para la clausura del Año del Diálogo Intercultural. Serán diez minutos, un avance, porque el estreno será en octubre de 2009. Ya hay un montón de festivales que lo quieren, como el de Otoño de Madrid, La Villete de París, el Satherwells de Londres... -¿Imaginaba cuando aprendía sevillanas que acabaría haciendo este tipo de espectáculos?

-Yo aprendí primero con Adelita Domingo a cantar en una academia que formaba «folklóricas», como si fuera una preparación integral para musicales. Pero ¡qué me iba a imaginar! Lo que ocurre es que soy bastante realista y me ciño a lo que ocurre. Soy poco soñadora.

- Es realista, pero se casó muy joven y todo el mundo pensaba que su carrera se iba a truncar.

-Eso me decían, pero es algo que ni Jose ni yo consideramos. El baile formaba parte de mi vida. Además, me casé con un director de cine, y eso ayudó. No me habría casado en la vida con un oficinista.

-¿Cuándo cree que su carrera pegó el salto?

-En 1994 cuando creé «De la luna al viento». Hicimos un planteamiento escénico y creativo con un formato casi faraónico: un coro de más de veinte personas, Carmen Linares, Rafael Riqueni, un cuerpo de baile de veinte y tantas personas. Pero no había la pretensión de hacer algo titánico, sino de plasmar una idea.

-Su compañía cumplirá veinte años en 2009.

-Así es. Recuerdo que dejé la compañía de Antonio Gades para forma la mía, y Gades siempre me apoyó. Fue la persona que más me animó. Me dio una gran lección, en lugar de esperarme una bronca por el hecho de que me iba, me dijo, «María, tú puedes hacerlo». Era un gran señor.

- Y volvió a Madrid.

-Sí, en 1998. Yo he ido y vuelto dos veces a Madrid, y el hecho de tener el proyecto de compañía residente en Torrelodones, tener un espacio, fue lo que consolidó mi compañía privada y le dió estabilidad.

-Se rumorea que le han ofrecido la dirección del Ballet Nacional.

-Me llegan bombardeos sobre esta cuestión de forma constante, pero no es el momento.

-¿Le gustaría?

-No en este momento. A lo mejor en un futuro por qué no, pero ahora, no.

-¿Se lo han propuesto?

-Oficialmente, no.

-¿Su vida es tan equilibrada como su baile o más caótica?

-Intento no ser demasiado caótica, pero estoy abierta siempre a la improvisación porque es la única manera de llevar para adelante todo. Suelo mantener la calma. Pero sí, es complicado.

-¿Cómo enfocó la muerte de su marido?

-Esa ha sido la decepción más grande que yo he tenido en mi vida. Lo que más me ha costado superar. A nivel creativo nos nutrimos ambos de nuestro trabajo en común, y eso lo he heredado de él. Jose nunca hubiera hecho lo que hizo si no hubiera sido conmigo, y yo tampoco sin él. Eso sí ha quedado y sigue ahí, pero su pérdida como persona... Es horrible, y lo peor ha sido para mi hijo que yo he intentado consolar y no sabía bien cómo.

-¿Se ha recuperado?

-Son ya dos años y estoy fuerte. Me ha ayudado mucho no haber dejado de trabajar. Sólo tuve que decir que no a un viaje con los Reyes a Vietnam, porque Jose estaba ingresado gravísimo. Pero en los dos años de enfermedad no renuncié a nada. El baile fue mi terapia y mi compañía. Recuerdo que el montaje «Sevilla», cuando murió Jose estaba a la mitad, y yo lo acabé, aunque no tenía ni fuerzas para levantarme por la mañana. Ahí estoy, aunque es verdad que soy otra persona, otra mujer y otra bailaora.

-Hubo una época en el flamenco que los protagonistas eran los hombres. Ahora son las mujeres .

-Es un proceso natural que ocurre a lo largo de la historia, y como las mujeres estamos ahora enormemente fuertes, pues en el flamenco, también.

-¿El actual momento del flamenco es interesante?

-Creo que está en un momento interesantísimo y eso que yo ya soy de las veteranas. Está llegando gente joven fantástica.

-¿El flamenco es un lenguaje?

-Sin duda, y como tal es capaz de interpretarse de muy diversas maneras. Los puristas siempre estarán ahí, y hacen su papel, pero nunca les he tenido miedo.

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