Llanos Castellanos: «Si no regresa el público, el desafío económico es enorme»
La presidenta de Patrimonio Nacional cree que el discurso del Museo de Colecciones Reales, que abrirá a finales de 2022, «debe terminar con obras del reinado de Felipe VI»
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Iniciar sesiónHace exactamente un año, Llanos Castellanos (Albacete, 1969) llegó a la presidencia de Patrimonio Nacional (PN). No procedía del mundo diplomático ni del sector cultural, como sus antecesores. Es la primera mujer en presidir esta institución dedicada al cuidado y difusión ... de los bienes históricamente vinculados a la Corona. De camino a su despacho, en el Palacio Real, se detiene para las fotos delante de un alegre cuadro de Eduardo Arroyo : «El baile del 14 de julio». En su propio despacho ha puesto una obra de Canogar : «Vestido de luces», en intensos tonos rojos y amarillos. «Es para mí como mi bandera», comenta, delante del cuadro. Es evidente que le gusta ese toque de contemporaneidad en una institución tan asociada con las obras y los palacios del siglo XVI al XVIII, algo que «se verá también en las programaciones que pronto anunciaremos, variadas, para todos los gustos».
Dice que llegó con el convencimiento de que una de las más importantes y complejas instituciones del Estado necesitaría lo mejor de su capacidad de gestión. Y se ha volcado en ello. Pero semanas después del nombramiento llegó la pandemia y el desafío se volvió todavía más exigente. El turismo cayó en picado y PN perdió de pronto una de sus principales fuentes de financiación, la recaudación por las entradas en los reales sitios. Ha puesto en marcha alianzas con importantes empresas para lograr que el mecenazgo mitigue esa situación. El primer año de su presidencia se cerró con los estragos de la borrasca Filomena , que afectó a algunos de los espacios, palacios, conventos y bosques llenos de arte e historia.
— ¿Un año difícil para todo, sobre todo para estrenarse como presidenta?
—Para todos ha sido un año intenso, duro, contradictorio y lleno de ansiedades. Empezar un proyecto nuevo en mi vida en estas circunstancias está siendo muy exigente. Lo estamos encarando como una oportunidad de enfocar hacia dónde y para qué se debe dirigir Patrimonio. Hay que encontrar soluciones nuevas y vías nuevas.
— ¿Qué soluciones?
—Patrimonio debe convertirse en una institución muy abierta y presente en la vida no solo cultural, sino en el ámbito de la historia, ocio, naturaleza, cultura y una referencia permanente de excelencia con el fin de ser un orgullo para todos, de que seamos partícipes y conscientes de que el pasado nos ha traído hasta aquí, un pasado compartido, y que debe ser conocido.
— Hay que subrayar la palabra: «compartido», en estos tiempos de polarización. ¿Le toca hacer mucha pedagogía a las instituciones como PN?
—Totalmente de acuerdo. Vivimos no solo una polarización que ni siquiera se divide solo en dos extremos, sino en muchos fragmentos, todos escorados hasta el límite. Es más necesario que nunca el papel de instituciones como Patrimonio, porque la atomización de las opiniones ocurre en el entorno de la posverdad, ya no se comparte para llegar al acuerdo ni siquiera el valor de los hechos y los datos contrastados, todo lo que no refuerza la posición de cada uno se elimina como si fuera mentira. Esta institución tiene un papel fundamental, por ejemplo, en la historia, porque aporta elementos de certeza, objetivos, vistos con templanza, desde una óptica científica. Creo que si lográramos en distintos campos empezar a aceptar ciertos puntos de partida, sería muchísimo más fácil alcanzar acuerdos. La labor pedagógica de trazar consensos ante etapas pasadas en las que ya ninguno estamos concernidos será importante para ayudar a un nuevo clima.
— ¿También aquí hay polémicas: cuando no por el uso del presidente del Gobierno de La Mareta, por gastos de mantenimiento del palacio de la Zarzuela. ¿Cómo lo viven desde aquí?
—Con racionalidad y equilibrio. Ante proclamas extremas y nihilistas tenemos que reconocer un hecho elemental. Vivimos en un país del primer mundo con un andamiaje institucional sólido y por tanto las instituciones necesitan de ciertos medios para desarrollar su trabajo. Una de las labores esenciales de Patrimonio Nacional es dotar de representatividad a la Corona. Eso implica un mantenimiento de edificios y monumentos que sirven a esa labor representativa. Por lo que atañe al Rey emérito, tiene la condición de exjefe de Estado y en todos los países civilizados, desde luego los de nuestro entorno, no hay un solo exjefe de Estado o ex primer ministro que no tenga un staff. Máxime una persona de edad avanzada. Yo comprendo que haya quien quiera dar saltos en el vacío, pero la realidad institucional es esta. Y la Mareta lo mismo. Sale mucho más económico utilizar una residencia que siempre debe estar acondicionada y ponerla a disposición en lugar de tener que cerrar, además, un ala de hotel y pagar seguridad.
— ¿Cómo afecta no tener público, rompe el horizonte económico?
—La perdida de público tiene dos consecuencias: la pérdida de ingresos que se desploman y te ponen en situación de exigencia financiera muy demandante, pero también algo anímico, porque el trabajo aquí tiene como fin el disfrute de la gente. Cuando sucede algo así y vienen mal dadas uno puede bajar los brazos o hacer de la necesidad virtud. Ayer mismo colgamos en la web un reportaje, primero de una serie, sobre el concierto del Stradivarius 1700, en el que aunamos todos los aspectos de PN: la música, el lugar para el que fue compuesta... Hemos pasado de un concierto para 300 personas a un documental que ha tenido 4.000 visualizaciones en un día. Es una buena lección vital.
— La parte buena. Pero los ingresos...
—El desafío económico es enorme, las actuaciones son caras y merecen la máxima calidad y el mejor personal, como el que tenemos. Teníamos un régimen derivado de la Ley Orgánica de 1982, inalterado. Es difícil funcionar en un mundo del siglo XXI globalizado totalmente con el marco de una ley que ya era antigua cuando entró en vigor. No podíamos pedir contraprestaciones por el préstamo de obras o compensación por los rodajes. Hemos modificado el régimen por una disposición adicional para que esto pueda hacerse y se integren como recursos propios. Y a partir del 1 de enero hemos empezado tejer alianzas con las grandes empresas españolas. No importa tanto la cuantía como trabar esas alianzas.
— Un mecenazgo.
—Sí, en el origen PN no era solo un elemento de cultura sino también dinamizador y propulsor de las nuevas técnicas, que se tradujo con la instauración de las Reales Fábricas con la llegada de los Borbones. Hoy queremos esa unión otra vez con los sectores más punteros.
— ¿En qué se traduce?
—En digitalización y preservación de nuestros fondos con Inteligencia Artificial contextual, un motor de búsqueda que añada a las obras los estudios científicos, las restauraciones, las facturas del archivo e incluso las rutas y conferencias asociadas, todo reunido en una web.
— Un clásico: ¿cuándo abrirá el Museo de Colecciones Reales?
—Esperamos cumplir, a final de 2022. Hemos firmado con el Ayuntamiento un convenio para los accesos que supone una lengua verde que arranca en Plaza de España y acaba en la Casa de Campo. Esto es volcar la ciudad en una zona que envidiaría cualquier otra. Queremos que la ciudad y los visitantes valoren que somos un conjunto, no solo el Palacio o el Museo, la Encarnación y las Descalzas Reales como entidades independientes. No hay ninguna ciudad del mundo que tenga en un tramo de 500 metros una superficie con tantas maravillas arquitectónicas de primer nivel, en el que se recorre desde el XVI al XVIII, con una continuidad y la excelencia que simbolizan las pinturas murales de las Descalzas. El museo será, en el fondo, el gran centro de interpretación de PN que permite ordenar todo el cosmos que tenemos al rededor, es un conjunto único.
— ¿Va a cambiar el museo con la llegada de Leticia Ruiz? Estaba contratado.
—El día de mi nombramiento se aprobaba el proyecto básico. Vi la conveniencia de hacer algunos cambios sustanciales que han sido hablados y consensuados. Leticia Ruiz llega para que todos los detalles estén perfectamente integrados en el discurso. Toca la puesta en marcha para que sea un foco de cultura y crear la conciencia de que será un punto de encuentro maravilloso.
— ¿Qué hitos tendrá ese cambio?
—Había un discurso que se basaba en la continuidad dinástica de la Monarquía. Se empezaba por el reino de Castilla, no todos los reinos medievales. Y se recorrían, rey a rey y reina a reina, los diferentes monarcas que han reinado en España. Esto suponía que había periodos históricos que no aparecían: Amadeo de Saboya, la I y la II Repúblicas, y no estaba el Franquismo. Se saltaba de Alfonso XIII a Don Juan Carlos y ahí se cerraba. La Monarquía ha conformado y aunado la realidad política de nuestro país de manera ineludible. Pero nadie entendería un recorrido incompleto. Debemos hacerlo con mucha serenidad, con datos objetivos de la Real Academia de la Historia, para que todo tiempo esté representado. Por supuesto, el museo debe acabar con Felipe VI que es el Rey de todos los españoles y al que todos queremos ver, con elementos de su reinado, que es lo contemporáneo y en lo que nos vamos a reconocer mucho mejor todos.
— En el Valle de los Caídos se cumplirá lo prometido.
—El diseño político y de su destino es una tarea confiada a la vicepresidenta del Gobierno y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. Tenemos una labor de administración y custodia. Daremos curso a las peticiones de exhumación por mandatos judiciales desde 2016. Es un tema de humanidad. Tras estudiar otros casos similares en otros países, lo que se quiere hacer es precisamente esto: escuchar muchas voces para convertir un monumento hecho en honor de unos pocos a costa del sufrimiento de muchos en un lugar de encuentro para todos.
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