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ABC Cultural

Manu Leguineche o cómo jugar limpio en el periodismo

Este vasco se convirtió en una figura de referencia para todo periodista que las generaciones más jóvenes pueden recuperar

Alexia Columba Jerez

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Era un periodista con motor diésel que iba pasaporte en mano y con una Olivetti a cuestas. Todos sus allegados concuerdan que fue el mejor de su generación. Para Mariano Guindal que sería el hijo que Leguineche nunca tuvo, fue «el más brillante reportero ... de la Transición». Prestaba atención al detalle cuando asistía a cada guerra, fue el eterno enviado especial y daba cuenta de una barbarie que se tiene por costumbre, recordando la famosa frase del corresponsal Michael Herr: «No tuvimos infancias felices, pero tuvimos Vietnam». Informaba bajo el compromiso de ser imparcial, practicando un periodismo artesanal y de calle del que llegó a sentenciar que estaba en declive. Y es que veces lo más simple es lo más complejo.

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