Lectores y autores se reencuentran en los clubes de lectura
Desde otoño, las principales comunidades autónomas recuperan la presencialidad de la cultura en bibliotecas y librerías. He aquí un repaso a las experiencias más exitosas en el mundo del libro
Un club de lectura en Castilla-La Mancha
Un club de lectura lo conforman personas que eligen un mismo libro para leerlo durante un tiempo específico, ya sea un mes o una semana, y con la intención expresa de juntarse para comentarlo. Es algo tan sencillo como extraordinario: gente que escoge ésta ... o aquella novela para zambullirse en sus páginas y compartir luego sus impresiones en grupo.
En las reuniones de este tipo, la lectura individual acaba convirtiéndose en la sumatoria de todas. La visita del autor, cuando es posible, completa el ciclo: nace un nuevo libro. El escritor encuentra más verdad en la novela que otros leen que en la que él o ella ha escrito. La obra literaria sólo se completa cuando es recibida por alguien más.
Buena parte de los esfuerzos de promoción de las editoriales centran su estrategia de ventas en estas convocatorias. Los clubes de lectores vertebran las políticas de fomento de la lectura de las bibliotecas públicas autonómicas y municipales. También las librerías echan mano de esta actividad, que explica, en buena medida, por qué los libreros se mantienen como el principal canal de compra de libros: más que lugares de expendio, son espacios del encuentro.
Trascienden lo cultural
Cualquiera podría pensar que la llegada del coronavirus supuso el cerrojazo y la sepultura para este tipo de actos. Al contrario: los impulsó y fortaleció. En el año 2019, el 50% de los españoles se declararon lectores semanales, una cifra que durante el confinamiento aumentó al 57%, según indica el estudio ‘El papel del libro y la lectura’, realizado por la Federación de Gremios de Editores de España.
Irene Vallejo: «Los clubes de lectura han migrado a los patios y las plazas, al aire fresco»
El aislamiento devolvió a muchos a la lectura, pero a los que ya la practicaban los imbuyó todavía más. De ahí la proliferación de clubes y encuentros digitales, a través de plataformas telemáticas durante el confinamiento general decretado a partir del Estado de Alarma. Además de paliar la soledad y e desconcierto, el fenómeno alimentó la costumbre en quienes no la tenían, y la robusteció entre quienes ya la practicaban. De eso dan fe sus participantes y coordinadores, también escritores como Irene Vallejo, Manuel Vilas o Lorenzo Silva, quienes han identificado un rasgo claro: «La pandemia fortaleció la relación de las personas con los libros» .
«Fue, y sigue siendo ahora, una experiencia que trasciende lo cultural», dice Paloma González Rubio, licenciada en filología semítica, escritora, editora, traductora y coordinadora de uno de los talleres de creación literaria más importantes de Soto del Real. «Compartir la experiencia del confinamiento y hacer una lectura literaria en grupo no solo fue enriquecedor, sino consolador». A pesar de que el suyo es un taller especializado de creación, comparte el germen del fenómeno lector que la pandemia propició: la necesidad de leer y compartirlo.
Echarse a la calle a leer
Tanto Penguin Random House como el Grupo Planeta tienen como una de sus principales estrategias de promoción los clubes de lectura. «La presencialidad volvió antes de la sexta ola. La mayoría de los que organizamos en Madrid, Asturias o Andalucía retomaron ese formato y lo mantienen. Algunos prefirieron permanecer online, pero en menor medida», explica Raquel Abad, responsable de Eventos y Alianzas Culturales de Penguin Random House.
Manuel Vilas: «La gente necesita verse y hablar de literatura. Hay que perder el miedo»
«En Planeta tenemos trato con muchos clubes de lectura de librerías y bibliotecas. Se han normalizado e incluso están a punto de llegar al número previo a la pandemia», dice Paco Barrera, del área comercial de Planeta. «Los más importantes son las reuniones anuales de todos los clubes de lectura de los municipios y provincias. Una de las más importantes se celebra en Albacete».
Un modelo exitoso
El brazo más fuerte de los clubes de lectura se manifiesta en la escala municipal y provincial. La capilaridad del sistema de bibliotecas hace posible una relación más directa entre los lectores y los autores. Los ejemplos icónicos y de mayor éxito se localizan en Cataluña, Andalucía y Castilla-La Mancha , en esta última comunidad resalta el caso de Albacete , que a día de hoy cuenta con 224 clubes de lectura, uno de las ratios provinciales más importantes dentro de la comunidad.
De ese total, el 39,8% están dirigidos a niños, el 9,7% a jóvenes y el 50,46% a adultos, en su mayoría mujeres mayores de 60 años. A eso se suman nueve bibliobuses que recorren los lugares con peor acceso a bibliotecas, y el más significativo de sus eventos: los encuentros comarcales, de mayor periodicidad, y el encuentro provincial que se realiza una vez al año con un autor prominente. Aparcadas tras la pandemia, estas reuniones volverán a celebrarse el próximo 26 de mayo con la escritora María Dueñas. A ésa continuará una nueva sesión, en junio, con Carmen Mola. Está previsto que asistan 350 personas, según informa el jefe de la sección de Archivos y Bibliotecas de la Diputación de Albacete, Javier Rosa.
Lorenzo Silva: «La pandemia ha robustecido la relación de las personas con el libro»
«Desde mediados de otoño se han retomado los clubes de lectura en un 90%. Era necesario. El confinamiento fue un golpe duro en zonas rurales. Nuestro perfil de usuario es gente mayor de 65 años y muchos de esos usuarios, aunque han superado el vértigo a las nuevas tecnologías, necesitan volver a encontrarse y las bibliotecas debemos ser el lugar para ese reencuentro», explica Javier Rosa.
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