Laurie Anderson: «El arte no es el mejor método para cambiar el mundo»
La artista multidisciplinar estrena en España su último espectáculo, «Delusión», dentro del Festival de Otoño en Primavera
Si tecleas la palabra «Laurie» en Google te saldrá por defecto «Anderson» antes que ningún otro término asociado. Es la prueba virtual con gran poso real de que Laurie Anderson sigue siendo una persona pertinente 40 años después del inicio de su carrera en el mundo de las artes. Y es preciso no destacar en especial ninguna de esas artes que la neoyorquina (acepta con más orgullo esa etiqueta que la de ser estadounidense) lleva practicando media vida y que la han convertido, según la crítica, en la «artista multidisciplinar más importante de todos los tiempos». Despojada de la sobriedad de las comillas que se empeñan en definir lo que gusta de ser indefinible, Laurie Anderson ha aterrizado en Madrid para presentar en España su último espectáculo, «Delusion», que podrá verse hoy en un pase único en los Teatros del Canal dentro del Festival de Otoño en Primavera .
Se trata de un poderoso ejercicio visual en el que Anderson disfruta como nunca haciendo lo de siempre: mezclar música, escultura, fotografía, palabra... hasta conformar una infinita performance en 3D inspirada en los universos de Balzac, Ozu y Laurence Stern . Todo ello para contar 20 historias que, según la propia Anderson, «usan la lengua de diferentes maneras para contar una sola historia» que «trata de elaborar ideas sobre lo que somos y adónde vamos».
En ese discurrir el espectáculo va suscitando diferentes interrogantes que la artista se plantea a sí misma y que arroja al público: ¿qué pasa cuando el sistema que nos obliga a pensar siempre en el futuro fracasa?, ¿qué sentido tiene la justicia social en este momento? , ¿qué significa que las corporaciones ostenten todos los derechos y deberes del individuo? Preguntas que, a juicio de la artista, pueden resultar «algo pretenciosas, pero es así». «Las historias -continúa- en la vida real no tienen un desenlace claro, por eso en mis shows no hay nudo ni desenlace. Godard es uno de mis modelos a seguir porque defendía que todas las historias han de tener un principio, un medio y un final, pero no en ese orden. Esa es la idea que hay tras “Delusion”, una forma de inventar estructuras hechas de palabras».
Falsa ilusión
Pero esa «Delusion (falsa ilusión, en una atropellada traducción al castellano)» que no quiere tener principio ni final comenzó a bullir en la mente de Laurie Anderson ante el más definitorio de los finales, la muerte de su madre. «La idea inicial se basa en las palabras que mi madre dijo en su lecho de muerte» , confiesa. Su «dura» progenitora reunió a todos sus hijos, les prohibió llorar y pronunció ante ellos su último discurso hasta que poco a poco fue desintegrándose. «Fue una situación muy emotiva y quise dedicarle “Delusion” a mi madre», explica Anderson con contundencia. La misma que emplea para lanzar una nueva pregunta: «¿Puede el arte cambiar el mundo?». La entrevistada muta en entrevistadora y carece de respuesta, pero matiza que ni siquiera sabe «si los políticos pueden cambiar la realidad. Elegimos a Obama para que lo hiciera y hemos visto que tiene las manos atadas por la principal industria de Estados Unidos, la guerra. Pero tal vez el arte no sea el mejor método para cambiar el mundo».
«Elegimos a Obama para que cambiara el mundo, pero tiene las manos atadas»
Un mundo que se ha transformado «de forma extraordinaria en los últimos 20 años» y que, a su juicio, «necesita gente despierta e iluminada que se de cuenta de ello». Gente como la que encontró en su visita al campamento del movimiento 15-M en la madrileña Puerta del Sol . «Fue muy emocionante y es increíble lo bien organizados que están. Nunca pensé que se pudiera recuperar el espíritu que surgió en la lucha contra la Guerra de Vietnam, volver a creer en la posibilidad de cambiar el mundo». A juicio de Laurie Anderson esa posibilidad no debe dejarse pasar, «por mucho que nos parezca imposible. Hay que manifestarse y decirlo, porque es un acto de libertad y tenemos que intentar ser libres. Nadie es infalible y hasta el reino de los ideales termina siendo decepcionante porque no somos ángeles, pero puede ser interesante una situación en la que ralenticemos las cosas, algo que entre más en el ámbito de los sueños». Ella no es un ángel y su paso por Madrid no ha sido un sueño, pero una vez más su arte no ha dejado a nadie indiferente.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete