Jean-François Jaeger: Galerista clave del París de la posguerra

Jeanne Bucher (1872-1946) fue una de las mejores galeristas parisienses de su tiempo. Instalada primero en la rue du Cherche-Midi, y luego en Boulevard Montparnasse, expuso a Arp, Baumeister, Campigli, De Chirico, Domela, Ernst, Fontana, Freundlich, Giacometti, Hayter, Kandinsky, Laurens, Léger, Lipchitz, Lurçat, Mondrian, Picabia, Picasso, Anton Prinner, Reichel, Tanguy o Torres-García. Editó además libros de bibliofilia absolutamente extraordinarios, destacando ‘Il était une petite pie’, de Miró, o ‘La septième face du dé’, de Georges Hugnet.

Dirigida a partir de 1947 por el estrasburgués Jaeger, sobrino-nieto de la fundadora, y excombatiente de la Francia Libre, la galería acabó trasladándose, en 1960, a un espacio amplio, escondido al fondo de un patio, rue de Seine. Expuso a abstractos líricos como Bazaine, Bissière, Debré, Fred Deux, Manessier o Nicolas de Staël; y a escultores como Dodeigne, Hajdu o Stahly. Su artista-estrella fue Dubuffet; todavía recuerdo el impacto que me causó, en 1968, la muestra ‘Sculptures monumentées’. También se ocupó mucho de los inolvidables Vieira da Silva y Arpad Szenes, heredados de su tía, como por lo demás Staël, otro pilar. Por nuestro Fermín Aguayo luchó lo indecible, con otros dos conjurados, José Uriel y Jean-Louis Arnaud. Enseñó además a los norteamericanos Tobey y Louise Nevelson; al canadiense Riopelle; al danés Asger Jorn; a la polaca Magdalena Abakanowicz; al irlandés Le Brocquy; a los argentinos Roux y Seguí, al brasileño Arthur Luis Piza... Hoy dirigida por sus hijos, la galería, con otra sala Rive Droite, y otra… en Lisboa, suma a sus clásicos a nombres contemporáneos.

Entre los escritores y críticos que colaboraron en sus catálogos, tipográficamente siempre cuidados: Butor, René Char, Claude Esteban, Charles Estienne, Foucault, Jean-Clarence Lambert, Gilbert Lascault, Lassaigne, Jean Lescure, Mandiargues, Annette Michelson, Bernard Noël, Michel Peppiatt, Gaëtan Picon, Pleynet, Michel Ragon, Tzara, Dora Vallier, Guy Weelen, Zervos... Entre todos, dibujan una antología de la palabra sobre arte, en un cierto París abolido. Jaeger, figura inamovible del mismo, solía almorzar en bistrots contundentes del barrio, sitios de toda la vida, como Au Chaix de l’Abbaye o el desaparecido Les Charpentiers, sitios, calles por los que uno camina como con piloto automático. No era persona fácil, pero tenía momentos emotivos: lo recuerdo sacando de su caja un juguete de Torres. Sobre la historia de esta sala legendaria deben consultarse los catálogos de dos grandes exposiciones, la de 1994 en el Museo de Estrasburgo, y centrada en la época de la fundadora, y la de 2017 en el maravilloso Musée Granet de Aix, abarcando la trayectoria entera.