Jano García: «Hemos beatificado al Estado»

Nació justo en el año de la caída del Muro de Berlín, aunque eso no lo exime de hablar y disertar sobre el tema con la propiedad de un catedrático o un testigo. A sus treinta y dos años, Jano García dirige su propio periódico y conduce un programa de radio en Internet. En la lógica de las audiencias contemporáneas, a García lo respalda el millón de seguidores que tienen en redes sociales, donde publica sus artículos sobre historia, política y economía.

En el año 2017 irrumpió en el debate con la serie ‘El siglo del socialismo criminal’. A ese siguió ‘La Gran Manipulación’, un alegato según el cual la desinformación convirtió a España en el paraíso del Coronavirus y que señala a la pandemia como mecanismo para limitar los derechos de los ciudadanos. Sus ideas, y su particular forma de defenderlas, lo han convertido en un referente de las ideas de la libertad individual.

Exégeta de cualquier beatería ideológica, algo en los juicios de Jano García entra en el terreno del neo-conservadurismo, una etiqueta que se rehúsa a aceptar. «Si defender al ser humano o defender lo obvio es ser neo-conservador, pues me da igual. Yo siempre lo he dicho: soy liberal. Lo que no voy a hacer es negar la realidad», dice para aclarar la naturaleza de sus ideas, hasta el punto de llegar a definirse como liberal cristiano.

En las páginas de ‘Rebaño’, Jano García cuestiona la política de identidades y la eclosión de la ‘alogocracia’, es decir: el exceso de la sentimentalidad en detrimento de la razón. ¿Y no es eso acaso el populismo y la demagogia de siempre? «Lo novedoso, e incomprensible, es la velocidad de propagación de estos dogmas en un momento en el que el acceso a la información es más rápido y fácil», contesta, blandiendo el móvil con una mano.

Para Jano García el feminismo, el ambientalismo, el antirracismo, el igualitarismo, la redistribución y la lucha contra el cambio climático son «caballos de Troya». Vamos, trampantojos a través de los cuales, citando a Gramsci, «la izquierda impone su yugo hegemónico cultural». La atomización de la política en agendas identitarias es, según él, consecuencia directa del fracaso del comunismo, en 1989. «Cuando la clase obrera abandona las ideas del socialismo y no quieren hacer la revolución proletaria, la izquierda busca otros sujetos políticos invariables. Es decir: no vas a ser obrero siempre pero sí negro, o mujer. Y si a eso le sumas estas etiquetas como solidario, respetable, tolerante, se crea una agenda ideológica».

En el fragor de la repregunta, Jano García insiste en subrayar no ya la beligerancia de los discursos identitarios, sino la total desaparición de conservadores y liberales de la discusión pública: «lo preocupante no es que la izquierda haya creado este relato, lo preocupante es que del otro lado no hay nada: que la derecha haya aceptado y tragado todos esos dogmas». Algo cortocircuita en los argumentos de Jano García.

El economista tiene reproches y críticas para el Estado, el sistema de educación y a los medios, también para una sociedad a su juicio paralizada por su propio bienestar. «Hemos beatificado al Estado. Que sea este el que dé o el quite ayudas, el que provea trabajo. Consideramos su éxito función de las ayudas sociales. No es bienestar, es un Estado fracasado que necesita subvencionar a las personas para que vivan»..

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