Inés Martín Rodrigo - Líneas azules
Los nombres de las cosas
Hay muchas palabras que nos incomoda emplear, pero lo que no se nombra no existe
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Iniciar sesiónEsta columna iba a llevar un título distinto. Muchos, en realidad. Pero uno, sobre todo, se aferró a ese espacio de mi mente, no tan creativo como me gustaría, dedicado a nominar, a poner nombre a las novelas, a las historias, a los amores... a ... las vidas vividas e inventadas. Ese título persistente era 'Prendida en tu nevera' .
Lo saqué, tiempo ha, de una estrofa de un poema de Vanesa Pérez-Sauquillo que me chifló durante años y que todavía me maravilla: «Esta mañana supe / que muy frecuentemente / me vuelvo monosílabo / de sombra / agarrada al tobillo de tus frases, / que muy frecuentemente / quisiera ser prendida en tu nevera / como 'nota importante'».
Pero luego lo deseché, qué verbo tan feo, desechar, para que Joan Didion estuviera presente, de algún modo, en estas líneas que escribiré cada quince días. Me acordé de su libro 'Noches azules' , sobre su hija Quintana y en cuyo arranque menciona esas horas, al acercarse el solsticio de verano, en las que «los crepúsculos se vuelven largos» y los días parecen no acabar.
Y me dejé embargar por esa sensación de infinitud, con la certeza de que lo que no se nombra no existe y aquello que recibe el nombre equivocado sólo malvive. Mi intención es que estas palabras perduren y que sirvan, claro, para llamar a las cosas, a los sentimientos, a las dolencias, a las realidades, por su verdadero nombre. Siempre.
El cáncer no es 'una larga enfermedad'. La depresión no es 'un bajón de ánimo'. La anorexia no es 'una fase tonta para imitar a las modelos'. El maltrato no es 'un arrebato puntual'. Y podría seguir así hasta llegar al final de la columna: suicidio, abuso sexual, violencia machista, autismo, discapacidad... Palabras, todas ellas, que nos incomoda emplear y, a veces, hasta escribir. Sin embargo, ahí están, y deben ser usadas sin pasarlas por filtros que, como en Instagram , falsean nuestras vidas.
De lo contrario, nos terminará pasando como a Phoebe , mi personaje favorito de 'Friends' , que en un capítulo brillante pero sin falsa moraleja, 'En el que muere Old Yeller', descubre que su madre nunca le dejaba ver los finales tristes de las películas. Aquel día, ella lloró de pena con la verdadera historia de Bambi , pero también de alegría, porque vivir sigue siendo bello, pese a todo.
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