Así fue la tensa sesión de la RAE en la que se aprobó el texto crítico con el acoso al español en la «ley Celaá»
El documento, que ha molestado al Gobierno, tuvo que superar enormes tensiones
Podemos y los nacionalistas reclaman el uso de lenguas cooficiales en las Cortes, la Justicia y RTVE
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Iniciar sesiónLimpia, fija y da esplendor, además de algunos dolores de cabeza a quienes se empeñan, desde el poder y sus laboratorios políticos, en manipular una de las fibras más sensibles de la sociedad: la lengua universal de Cervantes. La RAE cumplió ayer con su misión bajo el fuego cruzado ... de quienes le pedían desde la sociedad civil una intervención y quienes desde el poder y sus terminales le advertían de que no debía mover ficha .
Después de la polémica del lenguaje inclusivo en la Constitución Española, en el que la Real Academia Española no se dejó torcer el brazo por la vicepresidenta Carmen Calvo , llegó el turno del acoso al español en la controvertida «ley Celaá» , en la que nuestra lengua común deja de ser vehicular en la enseñanza, según la Disposición adicional trigésima octava. Llovía sobre mojado, limpio y esplendoroso, pero la RAE ha sabido superar dos semanas bajo una tormenta de presiones .
En la sesión del jueves 5 de noviembre, algunos académicos expresaron la necesidad de pronunciarse , como institución de referencia en el uso de la lengua, sobre el abuso de la citada ley. Llegaban mensajes desde la sociedad civil y las primeras presiones políticas. La academia está formada por hombres difíciles de convencer una vez que fijan una posición. Pero también es cierto que, según ha podido saber ABC, estaban muy divididos entre los que pedían una intervención inmediata, antes de la aprobación en el Congreso y quienes no deseaban que la RAE hiciera pronunciamiento alguno . En el medio, muchos matices. Cuando se leyó la enmienda presentada por ERC, que obviaba la Constitución, los ánimos se caldearon.
El jueves 12 ya estaba claro, casi por unanimidad, que habría un comunicado. Pero no dio tiempo a ponerse de acuerdo sobre el alcance del texto. Hubo quien pensaba que no debían meterse en cuestiones políticas -incluso algún exdirector de la Docta Casa lo planteaba- sino limitarse a una preocupación por lo lingüístico. La división condenó a la RAE a no hacer público el dictamen antes de la aprobación en el Congreso, lo cual enfadó a más de un académico.
En el debate de ayer, día 19, recién pasado el trámite de la ley en la Cámara Baja, la presión subió varias atmósferas . Desde el poder se quería convencer a la RAE para que retrasase la iniciativa. Los académicos se sentían impelidos a publicar un documento. Por otro lado una transacional había vuelto a incluir una referencia a la constitución en la disposición adicional de marras. Paradójicamente seguía sin citarse el español como lengua vehicular. Dos días de intensas conversaciones y reuniones cruzadas favorecieron que finalmente la institución cumpliera.
La deliberación del 19 comenzó con una seriedad infrecuente y con un quórum impresionante (36 académicos participando, entre los que una docena estaban en la sede de la institución y el resto conectados online). Algunos comentan que les pareció que todos eran conscientes en la RAE de que vivían un trance nada fácil , e histórico. Los partidarios de no emitir opinión sobre la «ley Celaá» eran cuatro y en la primera ronda de intervenciones quedaron superados. Estaba claro que de ahí saldría un texto sobre el asunto.
Las alocuciones de Vargas Llosa y Juan Luis Cebrián fueron vehementes. Otras, más moderadas, fueron sumando puntos de vista para ir cuajando el texto en el que todos se vieran reflejados, con el que la RAE expresara su opinión. A ser posible en términos no ofensivos con el poder. No en vano la Española ha recibido, después de años en una situación insostenible, el apoyo económico del Gobierno, el que merece la primera institución de diplomacia cultural del mundo hispano.
Ese hecho, por cierto, añadía nervios y un argumento global importante , puesto que desde las 22 academias de la Lengua del mundo -y desde todos los países del hemisferio hispánico- se seguía con atención cómo iba a manejar la RAE una «crisis del idioma» tan difícil de explicar fuera de los extraños pactos de Pedro Sánchez. Nadie lo entiende fuera. El respaldo internacional de la RAE también pende de la imagen de apoyo al español global por parte del Gobierno «frankenstein».
El debate se desarrolló con cortesía y la voluntad de que la institución tricentenaria, que está para aportar experiencia en momentos como estos, mostrase un gesto cívico . No puede limitarse a callar cuando el poder se desmanda, o cuando se la pone en un brete, aunque tampoco puede entregarse a hipérboles ni a alimentar enfrentamientos o intereses políticos.
Finalmente, el texto propuesto se fue corrigiendo. Unas pocas enmiendas limaron las asperezas. Cuando se llegó al acuerdo total, se reenvió el texto y recibió el visto bueno de todos los académicos . Eran las once de la noche del jueves cuando se hizo público. Desde ese momento -si no desde que se supo la decisión-, el Gobierno no ha dejado de hacer llegar muestras de su enfado a la RAE. Inútilmente .
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