El fraude oculto en los cañones de la fragata Mercedes
En el ánima de las culebrinas rescatadas del pecio se han encontrado dos tesorillos con monedas que escaparon al expolio de Odissey
Es la primera vez que se documenta arqueológicamente este tipo de evasión fiscal de la época
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Iniciar sesiónLos cazatesoros de Odyssey no llegaron a hacerse con todo el cargamento que llevaba la fragata 'Nuestra Señora de las Mercedes' cuando naufragó en la mañana del 5 de octubre de 1804 cerca del Cabo de Santa María. Se llevaron ilegalmente a Estados Unidos 600. ... 000 monedas de oro y plata y otros objetos que, tras años de litigio, regresaron a España en 2012, pero dos puñados de reales de a ocho permanecieron escondidos a 1.138 metros de profundidad en el Golfo de Cádiz, en un lugar insospechado. «Al menos éstas Odissey no las encontró, las hemos descubierto nosotros directamente», se congratula Juan Jesús Oliver, secretario general de la Asociación Española de Historia Naval y Marítima.
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Su hallazgo, según explica este historiador especializado en Historia Naval y arqueología subacuática, fue sorprendente. Estaba en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena ( ARQVA ) limpiando con los restauradores las ánimas de los dos cañones rescatados en la última campaña arqueológica llevada a cabo en 2017 por el Museo ARQVA, en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía (IEO), la Armada Española y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Eran dos culebrinas de 1586 y 1601 que la fragata transportaba a bordo y que, según comprobaron una vez en tierra, habían sido bautizadas por su fundidor Bernardino de Texeda con los nombres de la patrona de la artillería (Santa Bárbara) y de la de Sevilla en aquella época (Santa Rufina).
Tras retirar de su interior los restos de limo del fondo marino, se toparon con un tapón de piedras de lastre, de las que llevaban los buques en su fondo para dar estabilidad. «Nos chocó ver ese material ahí. Las piedras estaban muy compactadas», recuerda. Con cuidado fueron retirándolas y « de repente, una moneda de plata salió rodando y cayó sobre el tamiz que teníamos». De la culebrina 'Santa Rufina' extrajeron 8 reales de a ocho en perfecto estado de conservación, junto con frutos que han identificado como granos de cacao, restos de astillas y de pelo y fibras vegetales que debieron de pertenecer a la bolsa de tela donde se guardaron las monedas.
En la 'Santa Bárbara', el 'tesorillo' era mayor. El ánima de esta pieza de artillería contenía 23 reales de a ocho con restos adheridos de una saca, granos de cacao, tallos vegetales y bastantes astillas de madera que indican que los materiales debieron de estar guardados en una caja.
Oliver aún recuerda el olor a putrefacto que desprendía esta culebrina. «Pensamos que sería por los frutos que llevaba pero adheridos a un trozo de madera sacamos los restos de una rata . La pobre se metió a comerse los frutos y se quedó ahí», explica. La han llamado Bárbara, como el cañón, y ahora está siendo analizada.
La hipótesis que barajan este historiador y su compañero del área de Documentación del ARQVA Abraham Ramírez Pernía, y que exponen en un artículo publicado en el último número de la revista ' Gladius ', es que «los materiales encontrados en el interior de ambos cañones fueran ocultados de manera intencional y fraudulenta por algún miembro de la tripulación , una vez estibada toda la mercancía, a modo de ilícito tesorillo, para ser recuperados en el puerto de destino».
«Son reales de a ocho, que provienen del mismo cargamento» y que suman «una cantidad importante», a juicio de Oliver. En estos peculiares alijos se ocultaron además unos frutos que en aquel momento no eran cotidianos y que le aportaban valor. «El cacao en esa época era accesible solo a personas con recursos económicos», recuerda el historiador. Quien escondió esos tesorillos en las culebrinas buscaba obtener un dinero extra con esos granos, saltándose los impuestos que se pagaban al llegar a la Península. « Era el fraude fiscal de la época », resume el coautor del estudio. Existían referencias escritas a estas prácticas, pero no hasta ahora no habían sido documentadas arqueológicamente . «En este sentido, hemos sido pioneros», considera Oliver.
El hallazgo de los tesorillos ha sido «la mayor sorpresa» que se han llevado estos investigadores, aunque no la única. Las culebrinas les han conducido hasta la figura de un fundidor apenas conocido y del que han terminado localizando hasta su tumba en Lima.
« Bernardino de Texeda es un hombre muy interesante que fabricaba piezas de muchísima calidad, que eran muy demandadas. Abraham ha logrado reconstruir la trayectoria personal y profesional de este hombre que no fue de los que se fue a conquistar América sino de los que fue a construir América . Porque aparte de fabricar piezas de artillería realizó incluso obras de ingeniería y arquitectura», relata Oliver.
Muy pocas de las piezas de artillería que este sevillano afincado en Lima fabricó para las autoridades virreinales han llegado hasta nuestros días. Al margen de las culebrinas 'Santa Bárbara' y 'Santa Rufina', realizadas en 1586 y 1601, existe constancia de otra que se encuentra actualmente frente al Ministerio de Defensa de Tailandia en Bangkok y que se llamó originariamente 'San Mateo'. Oliver destaca entre las características propias de este maestro fundidor sus asas o delfines, que en las piezas conservadas en Cartagena creen que representan alegorías. «Son su rasgo de identidad», dice.
Un destino más prosaico
Por documentos de la época se sabe que seis cañones de bronce inútiles que se hallaban en la plaza de Callao de Lima fueron embarcados en 1804 en las cuatro fragatas de la Real Armada que comandaba José de Bustamante y Guerra. La 'Mercedes' llevaba en sus bodegas «dos culebrinas excluidas de bronce», según un estado de fuerza y vida fechado en Montevideo. El historiador Hugo O' Donnell señala en su obra ' Litigio por el pecio de la fragata Mercedes ' que su destino era «integrarse en las colecciones reales como recuerdo histórico de una época gloriosa en que el marqués de Guadalcázar, virrey del Perú, las hiciera fundir para proteger El Callao de la amenaza holandesa de L’Hermite».
La tesis que defienden Oliver y Ramírez en su estudio es más prosaica. Estos investigadores creen que al igual que los cañones que cargaban deos de sus compañeras, las fragatas 'Clara' y 'Medea', las culebrinas de la 'Mercedes' tenían como destino « servir de materia prima en las fundiciones peninsulares, posiblemente en la de Sevilla ». La guerra anglo española (1796-1802), había dejado maltrechas las arcas de la Real Hacienda y en España escaseaba el cobre y el estaño necesarios para la fabricación de artillería de bronce con la que defender las flotas americanas, los presidios ultramarinos y el resto de empresas de la Corona.
La repatriación de artillería de bronce antigua o dañada «fue una actividad constante» por aquel entonces, destacan. El bronce podía volverse a fundir para obtener una pieza nueva con facilidad. «Tenemos documentos que demuestran que en esa época se ordenaba traer todo el material que fuese posible para fabricar nuevas piezas de artillería porque en ese momento España estaba en una situación algo inestable. En cualquier momento podía declararse de nuevo un conflicto y había que estar preparados. Por eso nosotros damos una hipótesis más práctica», comenta Oliver.
Ni se integraron en las colecciones reales ni se fundieron. Las culebrinas fueron a parar al fondo del océano en la mañana del 5 de octubre de 1804 después de que las cuatro fragatas españolas fueran interceptadas por una escuadra británica antes de llegar a Cádiz. En la contienda, una bala impactó contra la santabárbara de la 'Mercedes' y la fragata saltó por los aires, llevándose consigo 300 vidas.
Tras su recuperación en 2017, los dos cañones fueron llevados a las instalaciones de ARQVA donde aún se encuentran en proceso de desalación. Cuando su tratamiento concluya serán expuestos en las salas del museo y el público podrá admirarlos y conocer mejor el cargamento que llevaba la fragata 'Mercedes'. «Aparte de las monedas, que han sido lo más mediático -subraya Oliver-, hay otros materiales que están aportando muchísima información».
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