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Expectación ante las palabras del Rey y el primer discurso de la Princesa Leonor en plena ofensiva separatista

El Rey muestra a la Princesa la cruz que simboliza la supervivencia de España

La Princesa Leonor y la Infanta Sofía, ayer en Oviedo. A la derecha, los Reyes, anoche, a su llegada a un concierto AFP
Almudena Martínez-Fornés

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Esta tarde todas las miradas estarán puestas en Oviedo, donde el Rey hablará en público por primera vez tras el estallido de violencia separatista que vive Cataluña. Como es habitual en la entrega de los premios Princesa de Asturias, se espera que Don Felipe haga una reflexión sobre España y que desde esta tierra, cuna de la nación, marque el camino a seguir en unos momentos especialmente difíciles. Justo antes de que el Rey tome la palabra, lo hará la Princesa de Asturias, de trece años, que pronunciará su primer discurso en público. La Heredera de la Corona debutará a la misma edad y en la misma tribuna en la que lo hizo su padre hace 38 años, pero en una España mucho más complicada.

Ayer, lo primero que hizo la Princesa nada más llegar a Asturias fue acudir a la Catedral de Oviedo, donde cientos de personas, orgullosas de ser españolas, le tributaron una cariñosa bienvenida con motivo de su primera visita a la ciudad. Y lo hicieron con gaitas, con aplausos, con vivas y con banderas de España y de Asturias. Al ver esa imagen era inevitable el contraste con las que llegaban de Cataluña.

Allí, la Princesa recibió una nueva lección cuando, ya en el interior del templo, el Rey le mostró la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias pero también de la supervivencia de España como nación. Don Felipe recibió esa cruz cuando tenía nueve años –recién restaurada la Monarquía– y visitó por primera vez Covadonga, donde fue proclamado simbólicamente Príncipe de Asturias. Aquel 1 de noviembre de 1977, Don Juan Carlos dijo a su hijo: «Esa Cruz de la Victoria que llevas sobre el pecho no es rica porque esté compuesta de piedras y esmaltes, sino porque significa, ni más ni menos, la solidaridad de todos los españoles y su voluntad de sobrevivir como nación... Esa cruz significa también tu cruz. Tu cruz de Rey». Cuarenta y dos años después, Don Felipe ha querido que la primera visita oficial de sus hijas a Oviedo empezara precisamente en la simbólica Cruz de la Victoria, que se custodia en la Cámara Santa de la Catedral.

Del Rey Pelayo

Según la tradición, esta cruz, originalmente de madera, fue la que llevó el Rey Pelayo en la batalla de Covadonga, con la que empezó la Reconquista de España contra los musulmanes. La historia añade que después se recubrió de oro y fue donada a la iglesia por el Rey Alfonso III El Magno en el año 908.

A pesar de que las previsiones anunciaban lluvias para ayer, al final salió el sol, lo que añadió luz y brillo a la visita. La Heredera de la Corona llegó a la Plaza de Alfonso II El Casto a las cinco de la tarde, acompañada por sus padres, los Reyes, y su hermana, la Infanta Sofía. Los cuatro acudieron a la Catedral directamente desde el aeropuerto de Asturias, sin pasar por el Hotel La Reconquista, convertido en su residencia oficial durante su estancia en Oviedo. A su llegada, la Banda de Gaitas de la ciudad les recibió con la Marcha de Mayo, una pieza compuesta en 2004 con motivo de la boda de los entonces Príncipes de Asturias.

Los Reyes y sus hijas se repartieron para saludar a los vecinos. Mientras la Reina y la Princesa saludaban a la banda de la derecha, el Rey y la Infanta estrecharon sus manos al público situado en la izquierda y, a la salida, lo hicieron al revés. La Princesa acudió con un vestido blanco y un abrigo estampado en blanco, naranja y y negro, a tono con las bailarinas. La Infanta Sofía escogió un vestido naranja, con bailarinas beige, y la Reina, un sobrio traje gris, con el que dejaba todo el protagonismo a sus hijas.

Tras saludar a las autoridades, entre ellas el alcalde, Alfredo Canteli (PP) y el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón (PSOE), y a los responsables de la Fundación Princesa de Asturias, como su presidente, Luis Fernández -Vega, y la directora,Teresa Sanjurjo, la Familia Real se dirigió al Jardín de Reyes y, desde allí, pasó al interior de la Catedral. Los Reyes y sus hijas se dirigieron a la Cámara Santa, donde realizaron una visita muy simbólica en estos momentos excepcionales que se viven en España.

Durante la visita, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, regaló a la Familia Real una reproducción editada en 2005 del Testamento de Alfonso II El Casto, fechado en 812, que contiene la donación que hizo el Monarca a la Iglesia de San Salvador y que incluía, entre otras reliquias, la Cruz de la Victoria. A petición del arzobispo, los Reyes saludaron a los trabajadores de Vesuvius que se encuentran encerrados en el templo en defensa de sus puestos de trabajo tras el traslado de esta empresa de componentes reflectarios a otro país.

A la salida, la Princesa, muy sonriente y observadora, parecía encantada con el recibimiento que le había ofrecido una ciudad que, a partir de ahora, estará muy presente en su vida. Los Reyes se trasladaron al hotel, donde dejaron a sus hijas y Doña Letizia se cambió –se puso un pantalón negro y un top palabra de honor de plumas rosas– para asistir al tradicional concierto de la víspera de los premios.

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