Estalla en Francia la batalla del lenguaje inclusivo
La introducción del pronombre neutro en uno de los diccionarios de referencia del país ha reabierto una guerra de trincheras
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Iniciar sesiónLa inclusión del pronombre inclusivo 'iel' en el diccionario Le Robert ha reabierto una guerra de trincheras que la Academia denunció, en su día, como «una aberración peligrosa para la lengua y la cultura».
El francés, 'lui' (él) y 'elle' (ella) ... son los pronombres personales canónicos y como tales reconocidos en el uso diario de la lengua y todos los diccionarios, académicos o no, desde hace siglos.
Entre 2016 y 2017, Francia y la lengua francesas sufrieron los primeros «ataques» de lenguaje inclusivo. La Academia intentó zanjar el debate con una declaración oficial, firmada por unanimidad por todos los académicos, lanzando, el 26 de octubre del 2017, este «grito de alarma»: «Ante esta aberración 'inclusiva' , la lengua francesa se encuentra ante un peligro mortal, y nuestra nación será responsable ante futuras generaciones».
En su declaración de hace cuatro años, la Academia advertía del riesgo geopolítico y cultural del lenguaje inclusivo: «Esa aberración beneficiará a otras lenguas y culturas en la escena internacional».
La sentencia sumarísima de la Academia tuvo un efecto disuasivo para los diversos diccionarios que se publican en lengua francesa. Hasta el pasado día 15 de este mes de noviembre, cuando el influyente diccionario Le Robert decidió incluir 'iel' como «nuevo» pronombre inclusivo, neutro, dirigiéndose o asumiendo el uso coloquial del presunto pronombre, sin reconocimiento oficial, pero con el reconocimiento táctico de un diccionario muy popular, «normalizando» un pronombre que comenzó a usarse por la comunidad LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero).
François Jolivet , diputado de La República en marcha (LREM, el partido de Emmanuel Macron), fue el primer político que comenzó a «denunciar» la introducción de 'iel, ielle, iels, ielles' en la última edición del Robert, pidiendo una intervención oficial de la Academia , tratándose de una «intrusión manifiesta que amenaza nuestra lengua». A juicio de Jolivet, el lenguaje inclusivo «desune más que une a los ciudadanos».
Le Petit Robert, dictionnaire que l'on pensait être une référence, vient d'intégrer sur son site les mots « iel, ielle, iels, ielles ». Ses auteurs sont donc les militants d'une cause qui n’a rien de Français : le #wokisme. J'ai écrit à l'Académie française. #LePetitRobert pic.twitter.com/ixFIP7s0It
— François Jolivet (@FJolivet36) November 16, 2021
Jean-Michel Blanquer, ministro de Educación , decidió sumarse a la campaña pública iniciada por el diputado de centro derecha, a través de un comunicado oficial: «Apoyo evidentemente la protesta de François Holivet contra el diccionario Le Robert. La escritura inclusiva no tiene futuro en lengua francesa. Cuando los jóvenes afrontan una etapa de consolidación de sus conocimientos fundamentales, no debieran tener ese tipo de referencias».
Dejar constancia
Charles Bimbenet, director general de la editorial que publica Le Robert, con un éxito comercial envidiable desde hace décadas, se apresuró a salir en defensa del equipo de filólogos responsables de la redacción de su popular diccionario: «La misión de nuestro diccionario es observar la evolución de la lengua francesa, en su diversidad, y dejar constancia. Aunque no satisfaga a algunos, Le Robert no ha sido víctima de un ataque de modas mal definidas: nuestra tarea consiste en reconocer lo que se escucha y habla en la calle , sin pretender imponer ni defender nada».
En Francia y en lengua francesa existen varios diccionarios de referencia . La Academia publica el suyo desde 1694: es la referencia absoluta. Hay otros diccionarios académicos. Dirigidos al gran público, dos diccionarios se disputan un mercado de 16 millones de euros (2019) anuales, el Larousse y el Robert. Se trata de diccionarios redactados por equipos de filólogos independientes, que publican varias versiones de sus trabajos, dirigidas siempre al gran público.
Hasta ahora, solo el Robert ha decidido introducir un pronombre inclusivo, «amenazando» con seguir trabajando en esa misma línea. La reacción oficial del ministro de Educación y las advertencias de la Academia, de hace cuatro años, sugieren el inicio de una batalla de posiciones verbales que tiene mucho de inflamable, más allá de las cuestiones meramente filológicas.
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