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España devuelve el esplendor a Intramuros, el barrio colonial de Manila

Desde 2008, una escuela taller hispano-filipina ha rehabilitado joyas del patrimonio nacional

La catedral de Manila asoma entre las chabolas de Intramuros PABLO M. DÍEZ
Pablo M. Díez

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En los 333 años que España estuvo en Filipinas , el centro de Manila era Intramuros , el barrio colonial que, con sus casas encaladas de rejas negras y calles empedradas, parece Cádiz. Arrasado durante la II Guerra Mundial, cuando Manila fue la segunda ciudad más devastada tras Berlín, Intramuros ha vivido en las últimas décadas un indolente declive por la expansión de la ciudad a otras zonas más modernas, como el área de rascacielos de Makati.

Con la ropa colgando de las ventanas, chabolas con tejados de latón y tablones de colores por paredes afean la imponente vista de la catedral de Manila, cuya torre del campanario y cúpula sobresalen entre la maraña de cables de luz y teléfono que atraviesan las calles del barrio. Formando un irregular mecano con materiales traídos de aquí y allá, la mayoría de estas infraviviendas se ubican sobre los tenderetes que han montado los vecinos para ganarse la vida. Entre gallinas que corretean por montículos de basura, solares en ruinas se mezclan con reconstruidos palacios de estilo colonial cuyo origen se remonta a la dominación española.

Los alumnos de la escuela taller de Intramuros han rehabilitado el coro de la iglesia de San Agustín ETFFI

Pasado español

Para que Intramuros vuelva a lucir su esplendor de entonces, la Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo (AECID) fundó en 2008 una escuela taller basándose en la exitosa rehabilitación del patrimonio llevada a cabo en Latinoamérica. Convertida en 2013 en una fundación privada filipina, esta escuela taller ha formado a más de 700 jóvenes de barrios deprimidos , como el propio Intramuros, en trabajos relacionados con la c onservación y protección del patrimonio histórico-artístico . Al tiempo que aprendían albañilería, carpintería o forja, los alumnos han recuperado importantes herencias del pasado español como el Cementerio de Paco, la muralla del Fuerte de Santiago y el coro de la iglesia de San Agustín, donde está la tumba del conquistador de Filipinas, Miguel López de Legazpi. Además, su actuación se ha extendido a la reconstrucción de las iglesias dañadas por el terremoto de Bohol en 2013, como la del Santo Niño en la isla de Cebú, y al asesoramiento en la rehabilitación de Marawi, la ciudad destruida en 2017 por el asedio de la guerrilla islamista en Mindanao.

Con una inversión anual de 200.000 euros que ahora se ha reducido a 70.000, España ha destinado a estos proyectos 2,8 millones de euros , a los que hay sumar otros 3,2 millones de instituciones públicas filipinas y un millón de ayuda privada. «Nuestra actuación se ha centrado en Intramuros como el lugar más simbólico del patrimonio histórico filipino», explica a ABC el coordinador general de la AECID en Manila, Juan Pita. Tal y como detalla, «la escuela taller actúa como un centro de formación profesional para instruir a alumnos de 18 años en situación de vulnerabilidad social, que aprenden un oficio mientras trabajan en las rehabilitaciones ideadas por el Museo y la Comisión Nacional de Historia, así como la Iglesia y otros propietarios privados». Además de la recuperación de joyas arquitectónicas, el éxito social de la iniciativa lo confirma que casi el 80 por ciento de los estudiantes encuentra un empleo al acabar las clases.

Aunque Manilla quedó arrasada en la II Guerra Mundial, los reconstruidos palacios de Intramuros conservan su estilo español PABLO M. DÍEZ

Puesta en valor

«La escuela taller no solo se enfoca en el trabajo físico de promover la rehabilitación del edificio, sino también en su puesta en valor social y turística », añade Pita, quien pone a España como un ejemplo a seguir en la recuperación de los cascos históricos. «Ojalá podamos a ayudar a resolver los problemas de planificación urbanística que presenta el centro de Manila», confía consciente del caos que sufre esta megalópolis de 13 millones de habitantes colapsada por los atascos y donde abundan los arrabales de chabolas. A pesar de este ambiente infernal, Pita observa que «Intramuros va mejorando: se han reformado sus calles, se ha rehabilitado el antiguo Ayuntamiento, que hoy es un edificio del Banco Central, y se ha inaugurado el Museo de San Agustín en el claustro de esta iglesia, mientras se mantiene bien lo poco que queda del Fuerte de Santiago». Para el futuro, anuncia que « queda muchísimo por hacer , sobre todo en el edificio de la Aduana, que hoy está en ruinas, y en la integración de los circuitos urbanos de Intramuros en Manila para que sea un espacio accesible y amable».

Para ello, la cooperación española se coordina con las autoridades locales, representadas por el administrador de Intramuros, Guiller B. Asido. Su fin último es que el barrio sea declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco , como ya es la iglesia de San Agustín, la más antigua del país al datar de 1607. Pero antes hay que realojar a las 892 familias humildes que habitan en infraviviendas desde hace tres o cuatro décadas, la mayoría dedicándose a la venta callejera o paseando a los turistas en triciclos. «Antes había 3.000 familias que vivían en suelo público y han sido reubicadas. Para las restantes, estamos buscando opciones con el Programa de Ayuda al Desarrollo de la ONU y tenemos un fondo de 410 millones de pesos (6,9 millones de euros) para buscarles un nuevo lugar con acceso a servicios sociales, como hospitales y escuelas», asegura Asido.

La iglesia de San Agustín en Intramuros, donde está enterrado Legazpi, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco PABLO M. DÍEZ

Potenciar el turismo

«No tendremos más opción que marcharnos porque somos ilegales », reconoce con resignación la joven Carla Lantaca, cuya familia lleva treinta años viviendo como «okupas» en lo que ella denomina USA (United Squatters Area). Prometiendo que la situación se arreglará «antes de que termine el mandato del presidente Duterte en 2022», el administrador Asido achaca el problema a algo que vuelve a revelar la herencia española: «Los cambios de planes de cada Administración durante los últimos años».

Para potenciar el turismo , que ya trae a unos 1,8 millones de visitantes, Asido se ha propuesto convertir a Intramuros en el nuevo centro cultural y creativo de Manila . Con un presupuesto de 310 millones de pesos (5,2 millones de euros), este año abrirá una incubadora de proyectos artísticos en un almacén para los galeones que atracaban en el puerto durante la época española. Llamado Maestranza Creative Art, dicho centro contará con 44 salas reconstruidas para los artistas.

La Casa Azul, al Cervantes

«Incluyendo la escuela taller de Intramuros, buscamos ejemplos en otras ciudades coloniales, como Cartagena de Indias , para integrar a los vecinos y trabajar», apunta Asido, quien enumera «las visitas al barrio en bicicleta y ˝segway˝ y la formación de 250 conductores de triciclos para ser guías turísticos uniformados». Además de avanzar en la peatonalización, propone que Intramuros se integre en las visitas del vecino Museo Nacional y baraja la posibilidad de que el campo de golf municipal que ahora ocupa el foso alrededor de su muralla sea un parque público con yacimiento arqueológico.

Para aumentar los atractivos culturales del barrio, el Gobierno filipino ha cedido al Instituto Cervantes la Casa Azul , edificio colonial de dos plantas que cuenta con un auditorio para 90 espectadores, una sala de exposiciones, la biblioteca Miguel Hernández y dos aulas para impartir clases de español. Con esta segunda sede del Cervantes en Manila, su director, Carlos Madrid, se congratula del «extraordinario regreso de España a Intramuros porque recibe numerosos turistas y es un lugar simbólico».

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