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Enrique Moradiellos: «Antes de que Franco muriera la sociedad española ya era cívica y democrática»

El investigador Enrique Moradiellos se alzó con el premio Nacional de Historia 2017 por su obra «Historia mínima de la Guerra Civil española» (Turner, 2016)

El historiador Enrique Moradiellos Sigefredo Camarero
Bruno Pardo Porto

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Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) escapa del blanco y negro y dibuja sus explicaciones en los tonos grises del pasado, que requieren tiempo, estudio, análisis y perspectiva. Cree, como Ortega y Gasset, que «hay que empezar a hacer historia cuando la cara de Cleopatra ya no permita ver la belleza de su nariz». En otras palabras: al menos medio siglo después de los hechos. Así ha trabajado durante toda su carrera profesional, que ahora se ve recompensada con el premio Nacional de Historia 2017 por su «Historia mínima de la Guerra Civil española» (Turner, 2016). Es el tema que le apasiona desde su juventud, el gran interrogante que mueve su pluma y su estudio, la clave donde se encuentra el origen de nuestro presente.

Su libro, explica en conversación telefónica con ABC, intenta aportar las razones fundamentales del conflicto, por qué estalló, qué efectos tuvo sobre la sociedad y cuáles fueron sus consecuencias. «Es una visión panorámica que atiende al conjunto, y no al detalle de las partes, bajo el principio de que aquello fue un cataclismo », afirma. Ante la visión mitificada de lo ocurrido, ante los relatos filofranquistas o pro-republicanos («que han reverdecido en los últimos años pero siempre han existido»), Moradiellos reivindica una concepción alejada del simplismo, que permita ver que la guerra no dejó indemne de responsabilidades a «ninguna institución, a ningún partido, a ninguna ideología, casi a ningún sector territorial de lo que era entonces el país». «Las responsabilidades están a veces más divididas, aunque no sean equitativas, y más gradualmente repartidas de lo que muchos quisieran. La guerra no fue la gesta heroica contra el fascismo, pero tampoco la gesta heroica contra el comunismo. Hubo de todo en ambos bandos. Aunque uno tuviera más legitimidad los ejércitos no fueron inocentes », subraya.

Las heridas de la guerra

Para él, la lucha en España fue de la peor clase: de esas que dejan una fractura interna enorme y que genera «heridas que permanecen durante varias generaciones». Entonces, ¿todavía seguimos en esas? «No. Yo creo que en gran medida las heridas de la Guerra Civil fueron cicatrizando a partir de los años 50 con el reemplazo generacional». Ahora, apunta, quedan residuos de aquel pasado, fosas por levantar, muertos por dignificar. Sin embargo, advierte sobre la tentación de pensar que unas víctimas son más legítimas que otras: «Eso es muy peligroso. Es volver a las andadas. Lo que tiene que haber es un gran pacto nacional por la reconciliación y la concordia. No debemos homenajear a golpistas, de acuerdo, pero tampoco debemos homenajear a los revolucionarios. Si al fin y al cabo el parámetro de medida es la democracia, dudo mucho que Durruti tenga más de demócrata que el General Varela o el General Aranda ».

Más allá del trauma por la sangre derramada, de los coletazos de odio extendidos en el tiempo, España encontró en la guerra una certeza: la de que el peso de la violencia es un lastre demasiado caro. «Yo creo que ahora la sociedad española está vacunada de violencia. La guerra nos ha hecho una sociedad muy tolerante. Antes de que Franco muriera la sociedad española ya era cívica y democrática y homologable a toda Europa occidental», sostiene. Así entiende el éxito de la Transición , que tuvo la suerte de vivir de primera mano, algo que le dio «olfato y perspectiva para interpretar otros acontecimientos». «Aquello fue una gran operación sociológica de reconciliación nacional », recuerda antes de añadir que «precisamente porque esa sociedad ya era democrática fue relativamente fácil rematar el proceso en el plano político».

En tiempos de zozobra independentista, Moradiellos acude a la historia para pronunciarse, aunque lo hace en «calidad de ciudadano preocupado», por aquello de la perspectiva y el tiempo. «Esas acusaciones que dicen que lo que está pasando hoy es que Franco vuelve a gobernar en Cataluña es pura impostura histórica. Es una mitificación interesada. Lo que está pasando en Cataluña es que esa sociedad está fracturada de arriba abajo por un proyecto independentista», lamenta. Las pruebas de fuerza contra la ley, añade, están condenadas a fracasar: «La pérdida de respeto al imperio de la ley, la pérdida de respeto al discrepante, la eliminación del contrincante por demonización… Esos son procesos que hemos visto hace unos 90 años». ¿Dónde? «En Sarajevo. En 1914 ».

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