El ‘donante favorito’ del Museo Arqueológico Nacional que ha regalado más de 300.000 euros en monedas de oro
Un coleccionista español dona desde hace más de una década piezas romanas que sabe que faltan en la colección numismática
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Iniciar sesiónUn coleccionista español de numismática lleva más de una década donando valiosas monedas de oro antiguas al Museo Arqueológico Nacional (MAN) por las que ha pagado en subastas más de 300.000 euros. «Le llamamos nuestro donante favorito y sé que no le molesta porque ... se lo he dicho alguna vez», comenta Paloma Otero, conservadora jefe del Departamento de Numismática del MAN. No quiere aparecer en los medios. No le gustan los focos. Cree que no está haciendo nada extraordinario, pero la generosidad que ha demostrado a lo largo de los años y su afán por completar las lagunas que detecta en la colección del MAN no es nada común.
Las donaciones de monedas que habitualmente se reciben en el departamento de Numismática «son piezas que no son de un gran valor de mercado, aunque sí tengan un gran valor histórico», explica Otero, pero este donante tan peculiar siempre entrega sin pedir nada a cambio monedas de oro, que despertarían gran interés en otros coleccionistas y con las que recuperaría el dinero gastado… e incluso obtendría ganancias, si las pusiera de nuevo en venta. “Dona monedas de oro que sí tienen un mercado comercial, que tienen un precio importante y que él compra exclusivamente para el museo o bien tenía en su colección y decide donarlas para que estén a disposición de todos, como están las colecciones del museo, que son patrimonio de todos los españoles», destaca esta experta. Una vez le preguntaron por qué lo hacía y respondió que «qué mejor sitio que el Museo Arqueológico Nacional para conservar estas monedas».
Desde que se presentó por primera vez en el museo con un lote de monedas en 2008, ha regalado a la institución un total de 36 piezas, repartidas en ocho donaciones en siete años. «Un año sí, otro también y otras veces con cierta distancia, va donando lotes de monedas en función de lo que ve interesante», comenta Otero. Hace apenas un mes que regresó al MAN con un nuevo puñado de monedas, actualmente en trámite de ser aceptadas.
La mayoría de las piezas, hasta 24 de ellas, son de época romana. Hay desde áureos del emperador Augusto o Vespasiano hasta sólidos de Constancio II o Joviano. Pero en los últimos años también ha donado monedas medievales -dos doblas de 35 maravedís de Pedro I de Castilla, conocido como Pedro El Cruel- y una decena de piezas más de época moderna, todas ellas monedas de 8 escudos de Felipe V, Fernando VI y Carlos III.
Piezas que faltan
El ‘donante favorito’ del MAN conoce bien la colección de monedas de oro del museo. Dispone en su casa de un ejemplar del ‘Catálogo de las monedas antiguas de oro del MAN’ de Carmen Alfaro, publicado en 1993, y se preocupa por rellenar las lagunas que va descubriendo. «Hace un servicio de cubrir huecos que él sabe que existen en la colección, con lo cual realiza verdaderamente un servicio público -subraya Otero- porque se desprende de piezas que o bien son suyas o ve interesantes en las subastas, para ponerlas a disposición de todos en las colecciones del museo, a disposición de la investigación»”.
Junto a cada moneda que dona aporta la acreditación de su compra en subasta. Todas fueron adquiridas en España y algunas le salieron más caras que otras, por ser más raras o de emperadores romanos más buscados. Entre las piezas más relevantes aportadas por este coleccionista que desea permanecer en el anonimato figuran, por ejemplo, un binio (que es como un doble áureo, la moneda de oro que circuló por todo el Imperio) de Treboniano Galo, un emperador del siglo III que apenas permaneció en el poder desde el año 251 al 253 d.C., algunas piezas de Heliogábalo, que siempre alcanzan precios altos en el mercado, o de Comodo. «Y lo importante es que no las teníamos», añade la responsable de Numismática del MAN.
Ese es, a su juicio, el mayor valor de estas desprendidas entregas. Cualquier investigador que se acerque al museo a estudiar las acuñaciones de estos emperadores romanos, ahora podrá consultar más piezas. «Es muy importante en numismática porque, como otras ciencias, ésta se basa en acumular la mayor parte de datos posibles». Al ser materiales acuñados, producciones en serie, la suma de datos proporciona una mayor posibilidad de tener un conocimiento más preciso sobre ese periodo histórico.
Con las monedas donadas más recientemente de época moderna «va un poco a la fortuna porque ahí ya no sabe lo que tenemos», explica Otero, ya que todavía no está publicada esa parte de la colección. «Pero nunca vienen mal», dice. Aunque los tipos varían mucho menos que en la Antigüedad o en la Edad Media, se acuñaban en distintos años y en ellas sí constaba en cuál. «A veces no teníamos esos años en concreto y aunque los tuviéramos, la comparativa es importante en numismática», insiste.
La conservadora jefe de Numismática del MAN resalta la generosidad de esta persona porque este tipo de donaciones, afirma, «no se hacen pensando en la desgravación fiscal , aunque la hay». Tras la mejora en las deducciones por donaciones de personas físicas del Real Decreto-ley 17/2020, de 5 de mayo, se puede deducir el 80% de los 150 primeros euros invertidos en un proyecto, y el 35% de la cantidad restante, que se eleva al 40% si en los dos ejercicios inmediatamente anteriores se han efectuado donaciones por el mismo importe o superior a favor de la misma entidad. Sin embargo, Otero cree que en este caso pesa más «su satisfacción personal de que sus piezas formen parte de la colección de este museo».
Expuesta en una recreación
Una de ellas está expuesta al público en una de las vitrinas, formando parte de la recreación del tesoro de la catedral de Málaga, un conjunto de monedas de oro romanas de los siglos I y II d.C. hallado de forma casual en el siglo XVIII durante unas obras en la fachada principal de la seo. Los áureos fueron regalados a Felipe V, el fundador lejano del MAN a través de lo que fue el museo de Medallas de la Biblioteca Nacional, pero desgraciadamente las piezas se perdieron con los avatares de la historia. La moneda del anónimo donante es precisamente del mismo tipo de las que albergó ese antiguo cofre de terciopelo rojo, de ahí que se haya empleado para su recreación.
El resto de las piezas donadas en estos años se conserva en la cámara acorazada donde se guarda la mayor colección numismática de España y una de las más importantes del mundo, formada por unas 300.000 piezas desde el siglo VII a.C., así como una relevante colección medallística y otros objetos relacionados con la historia del dinero. Este depósito reforzado está suspendido sobre unas poderosas vigas para evitar que el peso de estos fondos, de unas ocho toneladas, pueda afectar a la sala Cervantes de la Biblioteca Nacional que se encuentra a sus pies. «Es un lugar muy seguro, el más protegido de todo el museo, pero también es un lugar abierto», comentan Paloma Otero y su compañera Paula Grañeda, que reciben allí a visitas institucionales y que, con un control extremo, organizan microconferencias para el público para dar a conocer sus colecciones.
El MAN cuenta con más donantes, pero ninguno tan sistemático como éste al que han apodado con cariño como su «favorito». ABC ha intentado ponerse en contacto con él, pero por el momento ha declinado nuestra invitación a ser entrevistado. «Él no cree ser nada especial. Piensa que esto es lo normal, que es lo que se debería hacer», comenta la responsable de Numismática, que anima a otros coleccionistas a seguir sus pasos bien con una donación o con un legado. «Que piensen, como él, qué mejor destino pueden tener sus colecciones».
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