El disputado señor Costner

F. M. B.

En una olvidada película de William A. Wellman, James Stewart hallaba un pueblecito que era el reflejo exacto de la opinión pública del país, un chollo para las empresas demoscópicas, que conseguían resultados fiables a un precio de risa. El conflicto se ... desataba cuando el sector entero descubría el pastel y los habitantes del municipio subastaban sus opiniones al mejor postor. El arranque de «El último voto», con Kevin Costner a punto de decidir el próximo presidente, no es menos inverosímil, pero sirve para dar pie a una sátira, por momentos aguda, sobre el sistema electoral, la maquinaria de los partidos y el papel de la prensa. La mala noticia es que, para decirlo sin rodeos, la película está mal rematada. El guión tiene lagunas y la realización es rutinaria, con los peores tics del cine de Hollywood, discursito final incluido.

Con todo, la cinta nos deja unas cuantas observaciones interesantes sobre el americano profundo. El desaparecido humorista George Carlin daba con la clave: «Piense en lo estúpido que es el ciudadano medio; pues bien, la mitad de los ciudadanos son más estúpidos que él». Definitivamente, el personaje que interpreta Costner, un plagio de Homer Simpson, está en la segunda división, aunque lo redime su hija, una mini-Juno aún sin embarazar interpretada con entusiasmo por Madeline Carroll. A Grammer, Hopper, Lane y Tucci les queda la divertida labor de ridiculizar el modo en que se cocinan las trolas electorales.

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