«Los directores de cine estamos muy sobrevalorados»
«Tenemos que conseguir que el público nos quiera más», admite Agustín Díaz Yanes en rueda de prensa, minutos antes de responder en privado a algunas preguntas.
-Su película sugiere que la violencia, el sexo y el dinero mueven el mundo; sólo cuando aparece ... el amor se suaviza algo la ecuación.
-Es así. Esto son películas, no mi opinión exacta, pero desde Shakespeare el mundo se mueve por el poder, el sexo y el dinero, y sólo el amor, a veces, lo cambia.
-¿Sus heroínas tienen tanta potencia por la novedad o porque las mujeres son más fuertes?
-Son de una fortaleza diferente. Yo empecé a escribir la película por una frase que encontré en un diario de Pavese: «En tiempos de crisis, las mujeres son hombres de acción». En efecto, son más prácticas y capaces de tirar para adelante, madres coraje. Es una fortaleza muy cinematográfica. No sé por qué extraña razón el cine mundial no ve este tipo de personajes. Antes sí se hacían películas con un tipo de mujeres.
-Sus actrices parecen encantadas con haber podido rodar una película de acción.
-Hay un momento en que a todas les gusta hacer un papel diferente al de madre, novia, tía buena... Si coges la filmografía de un actor de la misma categoría lo normal es que haya hecho un par de cintas de acción.
-Sus actores y actrices están mejor que nunca. ¿Hasta qué punto se considera responsable y a qué faceta atribuye el mérito, a la de director o a la de guionista?
-Aunque esto vaya un poco en mi contra, creo que siempre empieza todo por el guión. Cuando llegas a rodar, poco puedes manipular. Esto lo he discutido mucho con directores amigos. El actor a lo mejor pone el sesenta por ciento, pero necesita un personaje fuerte. La actuación técnica por sí misma no ha funcionado nunca.
-¿Y el mito del director de actores?
-Jamás me le he creído. Si hacemos un repaso a los más grandes, todos tenían detrás guiones fantásticos.
-El personaje del niño comenta que escribir es de tontos y que para ser grande hay que ser torero.
-Es una broma, pero me gustaba que lo dijera. Yo vivo de escribir, pero es verdad que hay muchos escritores y pocos toreros, una profesión muy seria.
-No dejan de comparar su película con las de Tarantino o Peckin-pah. ¿Son dos de sus modelos?
-Sí que tengo modelos, aunque procuro no repetir. Con mi director de fotografía intento que sea una violencia acorde con el guión y los personajes. «Kill Bill» es una fantasía en la que ella llega con una catana y mata a doscientos. Estas son chicas normales, que pueden disparar una pistola o usar un taladro, pero tiene que ser real.
-¿Le halagan esas comparaciones o piensa que la suya es una violencia menos vacía?
-Yo soy un fan absoluto de Tarantino, pero no tengo su mente y hay veces que colapsa un poco. «Reservoir dogs» me parece una joya, «Pulp fiction» también, pero la que más me gusta es «Jackie Brown».
-¿Está dispuesto a admitir que ha hecho su mejor película, junto con la primera, o son como hijos entre los que cuesta elegir?
-Hay que dejarlas un tiempo para ver cómo se oxigenan. Las va creando la historia y el público, y al cabo de cinco años te das cuenta de cómo funcionan. Y es verdad que son como hijos. A mí me gustan las cuatro, aunque a día de hoy esta es la que más me gusta de todas. A lo mejor en tres años cambio de idea, pero tiene la música, las actrices, el personaje de Ariadna, que me encanta, Dieguito, Chema Yazpik... planos que nos han salido muy bien. Me gustó «Alatriste», pero tenía el peso de la novela; no puedes irte por las ramas.
-Cuando estrenó «Nadie hablará de nosotras...», escribió un artículo sobre el cine como arte colectivo que era un ejemplo de humildad. ¿Ha perdido algo?
-No quiero hablar por otros directores, pero nunca me creo, salvo en John Ford o Scorsese, que no se bloqueen nunca. Yo a veces me desespero y entonces el equipo coge las riendas y salva la escena. Los directores estamos muy sobrevalorados. Cuanto mejor tengas el equipo técnico... La gente es joven y lista y te ayuda mucho. El montador te mete un sesenta por ciento de cosas estupendas que tú no habías pensado. La película la firmas tú y el espectador piensa que lo has hecho todo, pero en intimidad te digo que los equipos influyen mucho, gracias a Dios.
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