Confirmado: la erupción del Vesubio que sepultó Pompeya no fue en verano sino en octubre

Desde el siglo XIII, la fecha de la erupción indicada por Plinio el Joven fue motivo de debate entre historiadores, arqueólogos y geólogos, porque parecía contradecir numerosas evidencias. Por ejemplo, la presencia de braseros en las casas en la noche de la erupción, o los hallazgos en las excavaciones de Pompeya de frutos típicamente otoñales, como las castañas . Hay también pruebas de que la vendimia ya se había concluido , pues habitualmente se realizaba a partir de mediados de septiembre hasta la primera semana de octubre. Además, se ha descubierto que la ropa que vestían las víctimas era pesada . Ciertamente no cabe imaginar que los habitantes del Golfo de Nápoles llevaran vestimenta veraniega a finales de octubre. En un esqueleto de Herculano hay rastros de un tocado de piel. Todo ello no concuerda con la fecha del 24-25 de agosto. Por su parte, los que sostenían la tesis de la erupción estival, ofrecen, entre otras pruebas, más de doscientas especies de arbustos y árboles herbáceos, de los cuales se habría conservado el polen y partes de tallos y hojas.

El equipo de investigadores ha recopilado y analizado críticamente la vasta producción científica disponible sobre la erupción, completándola con nuevas investigaciones. «Nuestro trabajo examina con un enfoque amplio y multidisciplinar diferentes aspectos de la erupción del 79 d.C., integrando datos históricos, estratigráficos, sedimentológicos, petrológicos, geofísicos, paleoclimáticos y de modelado de los procesos magmáticos y eruptivos de uno de los eventos más famosos y devastadores, que afectaron la zona volcánica napolitana», explica Mauro A. Di Vito, vulcanólogo del INGV y coordinador del estudio.

La confirmación de la fecha exacta ha llegado mediante una prueba que ha resultado ser definitiva: una breve inscripción hecha por un trabajador en un muro de la llamada 'Casa con jardín' que detalla un momento de la vida cotidiana de Pompeya, días antes de la erupción. «La inscripción al carboncillo en la pared de una casa pompeyana dice exactamente: ' el decimosexto día antes de las calendas de noviembre , se dejaba dominar por la comida de manera desmedida', lo que indica que la erupción ciertamente ocurrió después del 17 de octubre«, explica Biagio Giaccio, investigador del IGA y coautor del estudio. El descubrimiento de la inscripción fue anunciado en noviembre del 2018 por el ministro de Cultura Dario Franceschini. Ahora el estudio de los investigadores internacionales certifica esa prueba y destaca su importancia histórica.

El trabajo científico ahora publicado no se limita a establecer una fecha definitiva sobre la erupción, sino que «trata de comprender cómo un evento extraordinario del pasado puede representar una enseñanza para el futuro, abriendo nuevas perspectivas para el estudio de erupciones similares que pueden ocurrir mañana», según ha declarado el vulcanólogo Domenico Doronzo, del INGV, coautor de la investigación. «Este estudio permitirá mejorar la aplicabilidad de los modelos de predicción , desde los fenómenos precursores hasta el impacto de diversos procesos eruptivos; además ayudará a reducir la vulnerabilidad de las áreas y numerosas infraestructuras expuestas al riesgo volcánico, no solo cerca del volcán, sino también, como nos enseña el Vesubio, incluso a una distancia de cientos de kilómetros de él. En los últimos años, se ha vuelto cada vez más importante comprender el impacto de las erupciones en el clima«, concluyen los investigadores.

Es inevitable preguntarse si hubo error en la carta de Plinio el joven a Tácito, en la que estableció el 24 de agosto como fecha de la erupción. Pero ese texto original no existe . Solo hay copias realizadas en el Medioevo por amanuenses, posiblemente con errores de transcripción. Hay incluso copias de copias. Algunas se conservan en bibliotecas, como la Vaticana, en la que en el folio 87 del código manuscrito Laurenziano Mediceo se lee que la erupción fue el 24 de agosto. Los historiadores confiaron en la copia más antigua disponible, estimando que tenía menos errores. En ella se indicaba que la fecha de la erupción fue del 24 al 25 de agosto. Durante muchos siglos se dio por bueno ese dato, que era fruto de un error de los amanuenses con respecto a la fecha originalmente indicada por Plinio el Joven.

Queda mucho por estudiar y descubrir sobre Pompeya. Lo único cierto es la dimensión de la catástrofe: El Vesubio desató el infierno, entre el 24 y 25 de octubre, y en menos de 20 horas Pompeya habitada por unas 12.000 personas y otras poblaciones vecinas desaparecieron del mapa. No se sabrá nunca cuántos fueron los muertos en la más grande tragedia del mundo antiguo.

Hoy el Vesubio es el volcán más monitoreado de Europa y seguramente del mundo, mediante una red de sensores del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (Ingv) y el Observatorio del Vesubio. Unos tres millones de habitantes viven en la zona vesubiana. Los que habitan más cerca del volcán se preguntan si podría ocurrir y cuándo una violenta erupción como la del 79 d.C. A este interrogante intentó responder el estudio de un grupo de científicos del Instituto Politécnico Federal de Zúrich (Eth), con la participación de dos expertos italianos. Los investigadores analizaron granates magmáticos. «Son cristales que se forman en lo profundo de las cámaras de magma. Hemos estudiado la composición y edad de estos minerales en relación con las principales erupciones del Vesubio en los últimos 9.000 años», explicó Francesca Forni, investigadora del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Milán.

La conclusión de los investigadores es que « no habrá una erupción destructiva por ahora «, pero no se excluyen episodios menores, como el registrado durante la Segunda Guerra Mundial, en el año 1944. »Los datos de los que disponemos indican que el magma se está acumulando a una profundidad de unos 8 kilómetros«, subrayó Roberto Sulpizio, profesor de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bari y experto en el Vesubio. »La situación y los movimientos del volcán deben continuar siendo monitoreados cuidadosamente. De momento -añadió Sulpizio- hay que decirlo con contundencia para no crear alarmismo: no hay indicios de que el magma se desplace hacia la superficie«.