Clásicos populares
A cualquier espectador que acuda a los Proms londinenses (www.bbc.co.uk/proms) le tiene que pesar la historia. Especialmente estos días en los que se recuerda la mezcla de liberación y ácido en la desmesura de Woodstock, el llamado padre de todos los ... festivales de música y de la nostalgia hippy. Porque este mito y su multitudinario desenfreno a los cuarenta años de su celebración apenas es una muesca en el tiempo al lado de las ciento quince ediciones que acumula el festival británico. Sir Henry Wood lo creó con la intención de ofrecer música de calidad para todos en un ambiente de informal protocolo (y exquisito silencio mientras se escucha).
Con razón su busto se venera mientras preside los conciertos desde una privilegiada posición en el fondo del escenario del Royal Albert Hall. Cerca de 8.000 espectadores llenan a diario este teatro circular y, entre ellos, los entusiastas «Promenaders» o «Prommers», que representan la quintaesencia del festival. Ellos escuchan de pie en la parte baja o arena tras conseguir su entrada en el último momento por el módico esfuerzo de hacer cola y pagar cinco libras.
Lo mejor de los Proms es que rompen muchos mitos. El primero de todos es el que trata de explicar que sólo las obras más tópicas pueden ser populares. Aquí el repertorio tiene la misma importancia que la música nueva, incluyendo en ésta numerosas obras infrecuentes y otras de estreno. Así, en la edición de este año, desde mediados de julio a mitad de septiembre se programan noventa y cinco conciertos y algún otro encuentro. Los encargos y primeras audiciones alcanzan a una treintena de compositores y, al tiempo, puede escucharse la integral de los conciertos de Chaikovski con Stephen Hough y algunos otros ciclos paralelos dedicados a obras para múltiples pianos, incluyendo «Las noces» de Stravinski, de quien se interpretarán todos sus ballets; la trilogía romana de Respighi, y la integral de las sinfonías de Mendelssohn. El aniversario de este autor se une al de sus colegas y «compositores del año» Purcell, Haydn y Haendel, cuya casa londinense en el 25 de Brook Street se ha abierto hace poco al público tras haber sido residencia, incluso, del «woodstockiano» Jimi Hendrix. Los 75 años de la muerte de Elgar, Holst y Delius, o «el fin de una época» en la música británica, se conmemoran por su coincidencia con el nacimiento de Birwistle y Maxwell Davies.
Y todo ello a cargo de viejos y nuevos amigos como Joshua Bell, Susan Graham, Steven Isserlis, Katia y Marielle Lab_que, Lang Lang, Mark Pamore... al lado de Martha Argerich, Riccardo Chailly, Mariss Jansons, Yo-Yo Ma, Haitink, Gardiner, Salonen, Bychkov, Gergiev, Belohlavek, Metha o Mackerras, recuperador de músicas incluidas las divertidas operetas de Gilbert y Sullivan. Barenboim y la West-Eastern Divan Orchestra también celebran su propio y décimo aniversario incluyendo una versión concertante de «Fidelio» con textos escritos por Edward Said. Hay mucho donde elegir. Más de lo que pudiera preveer su fundador. Desde 1927, la BBC organiza el evento transmitiendo todos los conciertos por radio (algunos se escuchan en España a través de Radio Clásica), a través de su página web y varios por televisión. Porque llegando la afición siempre crece. Sir Henry Wood tenía razón.
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