Los cirujanos que devuelven el esplendor al patrimonio español

El IPCE celebra sesenta años a la vanguardia de la restauración con decenas de proyectos en curso

Fotogalería: «En la sala de operaciones del IPCE»

La conservadora Marta Fernández de Córdoba restaurando un Arcángel San Miguel de La Roldana en el IPCE Ignacio Gil

La Dama de Baza, el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, el 'Entierro del Conde Orgaz' de El Greco, los frescos de San Antonio de la Florida, el 'Santo Entierro' de Juan de Juni, el mosaico cosmogónico de Mérida, el ... Beato de Liébana, los mosaicos de Noheda, las pinturas murales de la colegiata de San Isidoro de León... Si hoy podemos admirar mejor estas y tantas otras maravillas del patrimonio español es gracias a la gran labor realizada por el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) en los últimos 60 años .

Desde su creación en 1961, esta subdirección enmarcada dentro de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte ha intervenido en más de 14.000 proyectos de conservación y restauración, siempre con el objetivo de «conservar el pasado para cuidar el futuro». «Su papel ha sido decisivo en la consolidación y profesionalización de la disciplina y en el establecimiento de metodologías reconocidas mundialmente», destacan desde Cultura.

Tejado de la sede del IPCE Ignacio Gil

Ana Cabrera, subdirectora del IPCE, ha subrayado en su aniversario la importancia de la labor que realizan porque el patrimonio cultural español «es uno de nuestros activos más potentes , como demuestra el hecho de que en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia una parte muy importante de los fondos se dediquen justamente a la conservación y restauración de bienes culturales».

Del antes al después

A su emblemática sede, un edificio declarado Bien de Interés Cultural hace 20 años, le llaman la 'corona de espinas' por su parecido estético pero lo cierto es que las piezas que llegan hasta ella se encuentran tan castigadas como un ecce homo. El 'Ángel de la guarda ' recientemente atribuido a Claudio Coello que actualmente restaura Cristina Salas, especialista en pintura de caballete, se encontraba en un estado lamentable porque había perdido toda la parte inferior del lienzo y la tela se había arrugado como una persiana.

La restauradora Cristina Salas, con el 'Ángel de la guarda' recientemente atribuido a Claudio Coello Ignacio Gil

A la talla del ' Arcángel San Miguel ' de María Luisa Roldán, más conocida como La Roldana , le faltaban uno de los rayos del escudo, un dedo del demonio y parte de sus alas, que Marta Fernández de Córdoba ha reconstituido, así como las diversas zonas de su policromía que se habían desprendido y repintado en numerosas ocasiones. Y al sello de Alfonso X el Sabio del pergamino proveniente del Museo de Santa Cruz de Toledo le falta más del 50% de materia y los restos que quedan, además de pérdida de impronta y de leyenda, presentan fisuras y grietas. También se presenta como un desafío la restauración de los dos frontales de altar del siglo XV traídos, como la talla de la Roldana, desde el Museo Diocesano de Córdoba, donde se ven los dibujos que se trazaron antes de su bordado.

La primera fotografía de uno de los cascos medievales hallado junto a otras piezas metálicas del siglo XV (fragmentos de ballesta, un peto, partes de una brigantina, que es como un chaleco antibalas de la época, dos recámaras de cañón, una campana...) en el castillo de Monreal de Ariza, en Aragón, poco se parece ya a su imagen actual. « No se podía tocar porque todo se te pulverizaba », recuerda la conservadora Emma García, que tuvo que pegar los pequeños fragmentos encontrados para mantener la forma del yelmo antes siquiera de limpiarlo. La restauración de este casco italiano «único en España», según García, está a punto de concluir. Otro modelo de casco, también magnífico, aún aguarda en el almacén.

Emma García, con un yelmo medieval del castillo de Monreal de Ariza que está restaurando Ignacio Gil

El cambio también es evidente en un Civitates Orbis Terrarum , una especie de 'google maps' del siglo XVI, que está restaurando Carolina Ortega. En este antiguo atlas de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander realizado en el siglo XVII pero con estampas de 1570 en seis tomos, la representación de la ciudad de Sevilla estaba desprendida de uno de los volúmenes, y resultaba inviable su manipulación porque se rompía. Sin embargo, ahora esta conservadora pasa con facilidad las páginas.

En otras ocasiones, la tarea se presenta más sencilla, como la cerámica ibérica del yacimiento del Cabezo de Alcalá (Teruel), más conocido como Azaila , que han llegado desde el Museo Arqueológico Nacional, ya restauradas en los años 40. «Las trajeron para revisarlas y actualizarlas porque les faltaba limpieza o la reintegración cromática, que es el color que se da para que sea armónico el conjunto no cumplía con los criterios actuales», explica María Turégano.

También del MAN han llegado cerámicas de la necrópolis de Puig des Molins (Ibiza) que tenían cal y arena de haber permanecido enterradas. Soledad Díaz muestra una pieza que servía como biberón y como perfumador. En las radiografías que han hecho ha aparecido una bolita de cerámica justo en el caño, que servía para que no cayera todo su contenido. «Es Carolina Herrera spray pero en griego», comenta con humor. Junto a ella reposa una pieza sumeria , un cono de fundación con leyendas inscritas, que fue adquirida por la Real Academia de Historia en Londres y que procede del antiguo Irak .

El verraco salvado de las aguas

En otra sala, Noelia Yanguas limpia el verraco que este verano se salvó del embalse de Valdecañas (Cáceres), aprovechando el descenso de las aguas. Estaba lleno de tierras y de lodos, que ahora están limpiando. «Como el granito está muy deteriorado, luego le haremos una consolidación, y estamos analizándolo para ver una posible procedencia de la cantera y compararlo con otros verracos». Este era singular, por ser una de las pocas esculturas de verraco geminadas que se conocen en la Península Ibérica, y al estar en lugar más accesible sufría riesgo de expolio.

Noelia Yanguas limpia el verraco rescatado del embalse de Valdecañas Ignacio Gil

Otros dos verracos que fueron identificados aún aguardan su rescate. « Se recuperarán en cuanto las condiciones del agua lo permitan , pero son de difícil acceso porque están en unos pequeños islotes y por tierra no se puede ir y por agua es complicado. Estamos valorando cómo sacarlas con todas las garantías para las piezas, que son muy delicadas», afirma Juan José Gordón, del departamento de Arqueología, mientras explica que «una de ellas tiene una falta volumétrica en el vientre y cualquier tipo de manipulación puede causar un daño irreparable a la pieza».

En el IPCE, donde conservan cerámicas de yacimientos arqueológicos de toda España y de diferentes épocas, «pretendemos hacer una colección de referencia , con ejemplos de los tipos más importantes, en la que se puedan hacer pruebas metodológicas con ellos (nuevos tipos de análisis de pastas cerámicas, vidriados)», relata por su parte la arqueóloga Violeta Moreno, mientras muestra desde cerámicas prehistóricas a ibéricas, romanas, andalusí de época medieval y de época moderna. «Es un muestrario de lo más habitual que solemos encontrar en las excavaciones».

Metodologías innovadoras

Dichas pruebas se sumarán a las numerosas técnicas que se realizan en el propio IPCE a las piezas antes de su intervención, desde radiografías, reflectografías o microanálisis a cromatografías, espectometrías con infrarrojos o análisis en su cámara de ensayo climática o en la de envejecimiento. Desde sus inicios, el Instituto ha sido pionero en la aplicación de tecnologías novedosas en la conservación del patrimono, como los rayos X o el uso del láser en su momento, o la nanotecnología, el uso de drones y técnicas como la anoxia y la fotografía de fluorescencia visible inducida por radiación ultravioleta en la actualidad.

María Porras muestra los estudios realizados al cuadro antes atribuido a Artemisia Gentileschi

Con estas prácticas se descubrió en su día una mujer oculta en el cuadro de Jovellanos de Goya y más recientemente han podido descartar, por ejemplo, la autoría de Artemisia Gentileschi de un cuadro de la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid que pertenece a la obra pía del Ministerio de Asuntos Exteriores, como ya había apuntado en 1920 el historiador Elías Tormo. «En cuanto vimos que el azul del manto de Cristo era un azul de Prusia , que es un pigmento del siglo XVIII, supimos que no era de Artemisia Gentileschi, que es una pintora del XVII», explica la conservadora María Porras. Ahora se atribuye al taller de Francesco Solimena, de la escuela napolitana.

«La suerte que tenemos en este centro es que los conservadores tienen tiempo para investigar y tenemos medios porque contamos con el apoyo de químicos, biólogos, etc , que nos permiten, en colaboración con los restauradores, pensar en nuevas técnicas, nuevos procesos y nuevos materiales para utilizar en los proyectos», explica Ana Ros. Así Cristina Salas ha podido reproducir cada capa del cuadro de Claudio Coello y probar diferentes métodos para su limpieza o Sara Ruiz idea nuevos medios de conservar el sello de Alfonso X el Sabio.

Departamento de Estudios Físicos del IPCE Ignacio Gil

Para Ros, jefa del servicio de Patrimonio Bibliográfico, Documental y Obra Gráfica, como para otros profesionales del centro consultados, es la enorme ventaja con la que cuentan en el centro, además de que pueden colaborar en sus trabajos con restauradores especializados en otras materias . A la pregunta de si son la avanzadilla de la restauración en España, con humildad responde Ros: «Me gustaría decirlo así, sí. Es un centro de referencia ».

Jose María Ballester, jefe del Área de Intervenciones en Bienes Inmuebles del IPCE que actualmente pilota restauraciones en el castillo de Figueras, la Seo Vella de Lérida, la catedral de Toledo o las murallas de Granada, cree que el estado del patrimonio en España «depende mucho de cada una de las comunidades y el esfuerzo que dedican a estas cosas». «Podía estar mejor, pero también podría estar peor», añade congratulándose de que hoy existe una mayor sensibilización y «ya no se hacen tantas barbaridades, aunque sí hay que estar siempre vigilando». A su juicio, lo principal es que haya «educación y recursos» para mantener el patrimonio . En el cosmos de especialistas que pueblan la Corona de Espinas del IPCE luchan para lograrlo.

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