«Carmen», un mito español con acento francés
La Casa del Lector inaugura mañana una exposición sobre la cigarrera sevillana imaginada por Merimée
JULIO BRAVO
«Su piel, por otra parte perfectamente tersa, se aproximaba mucho al tinte del cobre. Sus ojos eran oblicuos , pero admirablemente rasgados; los labios algo gruesos, pero bien dibujados, y dejaban ver unos dientes más blancos que almendras despellejadas. Sus cabellos, quizá un ... poco ásperos, eran negros, con reflejos azulados como el ala de un cuervo, largos y relucientes. Era una belleza extraña y salvaje, una cara que sorprendía al principio, pero que no se podía olvidar. Sus ojos, sobre todo, tenían una expresión a la vez voluptuosa y bravía , que no he encontrado después en ninguna mirada humana».
Con estas palabras describió el francés Prosper Merimée , su creador, al que con el paso del tiempo se ha convertido en uno de los grandes mitos de la cultura española: Carmen . La Casa del Lector inaugura mañana «Carmen, lecturas de un mito», una gran exposición dedicada a este personaje, que nació en 1845 en las páginas de la novela de Merimée, y que treinta años después, a raíz del estreno -poco afortunado- de la ópera de Georges Bizet , se transformó en mito. La exposición está organizada por Casa del Lector-Fundación Germán Sánchez Ruipérez, la Fundación SGAE y el Inaem , con el patrocinio de Altadis y la colaboración del Teatro Real ; sus comisarios han sido Luis F. Martínez Montiel y José Manuel Rodríguez Gordillo (fallecido en julio del pasado año y autor del libro «Carmen, biografía de un mito»). Su propósito es, según palabras de César Antonio Molina , director de Casa del Lector, «retomar la figura de Carmen y su atmósfera desde el instante mismo de su creación, pero sin renunciar a los antecedentes que hicieron posible este mito y destacando sus desarrollos artísticos contemporáneos».
Eugenia de Montijo
Fue una historia familiar que Eugenia de Montijo , la esposa granadina de Napoleón III , le contó a Merimée, la que inspiró al escritor para escribir su novela, publicada por primera vez en París en la « Revue des Deux Mondes » en 1845. Tres décadas después, el 3 de marzo de 1875, se estrenó en la Opéra-Comique de París la ópera compuesta por Georges Bizet sobre la novela. A pesar de que esta primera representación resultó un absoluto fracaso, con pésimas críticas, meses después « Carmen » se representó en Viena con un gran éxito: el mito de la cigarrera sevillana había explotado.
«No hay lugar al que Carmen no haya llegado», explica Martínez Montiel, que lleva ocho años trabajando en la exposición. «Es una mujer diferente , que está fuera de su época. Ella prefiere morir de pie que vivir de rodillas, y es la protagonista casi de una tragedia griega... En el personaje de Judith ya está el espíritu de Carmen». Hay una conexión, añade, entre el mito y la tauromaquia. «Su vida es prácticamente el desarrollo de la lidia -argumenta el comisario-; Su destino es la muerte ; ella sabe adónde va y lo hace segura, sin vacilar».
Tauromaquia
La tauromaquia está muy presente en la exposición, que reúne cerca de medio millar de piezas procedentes de más de cuarenta museos y bibliotecas de Europa; entre ellos, la Biblioteca Nacional de España , el Museo Nacional del Prado , el Museo Centro de Arte Reina Sofía , la Biblioteca Nacional de Francia o el Museo Picasso de París . Pero también están en ella las artes plásticas, el cine, la danza, la literatura, la música e incluso la publicidad.
Carmen, según la novela, era una cigarrera que trabajaba en la Fábrica de Tabaco de Sevilla (el edificio alberga actualmente la Universidad hispalense). «Había unas cinco mil mujeres trabajando allí -cuenta Martínez Montiel -, así que puede imaginarse cuántos hombres estarían en la puerta esperando y la que se montaría a la salida de las cigarreras».
Sevilla
La Sevilla de la época y lo que suponía en la ciudad la fábrica de trabajos abre el paseo por la figura de Carmen en la exposición, que parte del exótico imaginario que llevó a Merimée a escribir su novela. De ahí se extendió a muy distintas artes y de muy distintas maneras, como refleja la muestra, donde se encuentran piezas tan singulares como la biografía mecanografiada de una cigarrera auténtica, Encarnación Lozano González ; la primera edición de la novela de Merimée, la partitura de la « Habanera » de la ópera «Carmen» manuscrita por Bizet; la máquina de liar tabaco que dejó sin trabajo a muchas cigarreras; discos, fotografías y carteles de numerosas películas basadas en el personaje (entre ellos el que diseño Antonio Saura para la que dirigieron su hermano Carlos y Antonio Gades , y que nunca se utilizó); maquetas de decorados de ópera; trajes auténticos de la época de Carmen y dibujos destinados a publicitar los Caldos Liebig o la margarina A. Hoyer Rostok .
Junto a ello, la exposición (en torno a la cual se han organizado distintas actividades) tiene como columna vertebral obras artísticas de nombres como Picasso, Sorolla, Picabia, Juan Gris, Zuloaga, Goya , Antonio Saura o Luis Gordillo , hermano del comisario fallecido, y que ha realizado varios dibujos expresamente para esta exposición.
Teresa Berganza
A nadie le puede sorprender que, tras la inauguración de la exposición, se rinda en la propia Casa del Lector un homenaje a Teresa Berganza , a quien el legendario director Herbert von Karajan definió como «la Carmen del siglo». Desde que cantara el personaje por vez primera en 1977 en Edimburgo, la mezzo madrileña se ha convertido en la Carmen por excelencia . «El personaje me marcó mucho. Yo me tuve que soltar muchas cadenas que tenía puestas por la educación, por la época que vivíamos… Empecé a leer y a prepararme interiormente. Tenía que saber cómo era esa mujer. Nunca fue una prostituta , aunque muchas veces la presentan así; si lo fuera no estaría trabajando en una fábrica de tabacos, sudando como una bestia. Era una mujer a la que no se le escapaba el hombre del que se enamoraba».
«A fuerza de leer la novela y el libreto -continúa-, de estudiar la partitura, de volver una y otra vez sobre Merimée, y de representar la ópera, aprendí a ir con la verdad por delante . Al personaje de Carmen le cuesta la muerte, y yo estaba dispuesa a todo. Costara lo que costara. Y fue mucho, casi la vida, porque estuve muy enferma . Ese salir con la verdad me acabó cambiando».
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