Carlos García Gual: «El populismo ha convertido la cultura refinada en un lujo»
El académico y helenista recupera el mito de Prometeo, el dios rebelde y filántropo
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Iniciar sesiónLa acción liberadora de Prometeo acaba en el fracaso. Esa es una de las conclusiones más poderosas de la revisión que ha hecho Carlos García Gual del Titán que robó el fuego, engañó a Zeus y desafió al Olimpo por amor a los ... hombres. Cuarenta años después, García Gual recupera su libro ‘Prometeo. Mito y tragedia’ , en una edición actualizada publicada por Turner en la que se refiere al titán bajo el epígrafe ‘El mito del dios rebelde y filántropo’.
«Con los dones de Prometeo, los humanos construían ciudades, pero se mataban unos a otros. La filantropía de Prometeo estaba unida a la técnica. Era progresista pero despiadada. Para que exista la civilización no basta con el progreso técnico, tiene que existir un progreso moral. La acción liberadora de Prometeo no acaba sino en el fracaso. Goethe advierte, el progreso técnico sin reglas morales es peligroso. Eso le ocurre a la sociedad actual: progresa técnicamente pero no moralmente», explica Carlos García Gual.
Pesimismo clásico
Carlos García Gual ha dedicado más de medio siglo a investigar y divulgar lo clásico. Los mitos, a su juicio, son inmanentes y se enriquecen con el paso de los años. «Se vuelven a contar, se reinterpretan y se enriquecen. El Edipo de la épica vuelve a ser representado en la tragedia. Sófocles nos presenta un nuevo Edipo. Y eso pasa con Prometeo, por eso lo retomo en este libro con la particularidad de que repaso los textos fundamentales: Hesíodo, Esquilo y Platón y algunos de los mas interesantes modernos, como los textos de Goethe o el poema de Shelley, Kafka».
A Prometeo lo hace contemporáneo su soberbia. Lo mantiene vigente la ceguera implícita de su inmolación. «Es el personaje redentor que quiere salvar al hombre del frío y la miseria, por eso el robo del fuego, que es el patrón de la cultura y el progreso. Ahí hay una cierta soberbia, ¿hasta qué punto los hombres podrán renunciar a los dioses por el progreso?». La filia, el amor muto, y el sentido de la justicia no da signos de mejora, pondera García Gual a la luz de este ensayo.
«El mundo moderno está muy descompensado y, en época de populismos y retroceso cultural, hemos perdido sensibilidad frente a otras épocas. Hay un abaratamiento de la cultura y la desaparición de la reflexión así como del propio sentido de la compasión, de la fraternidad, del hecho común que supone compartir una cultura», asegura el académico. Entre las muchas lecturas que propone Carlos García Gual de Prometeo destacan unas cuantas amarguras, pero ninguna tan demoledora como la del poema ‘Prométhé’, de Roger Dumas, publicado en 1897, y de cuyos versos se desprende una verdad irrevocable: la acción liberadora de Prometeo no acaba sino en el fracaso. «Los hombres son indignos de liberación», plantea Dumas.
Prometeos contemporáneos
En un tiempo en el que el progreso del mito, el lenguaje se simplifica y con él la representación del mundo. Es la interpretación que hace García Gual de ese progreso técnico incompleto, que no aporta herramientas a la sociedad para pensarse. «Los mensajes son breves. Están diseñados y dirigidos para alguien que piensa poco. Han de ser asequibles. Y ese es el problema: pensamos en consignas. El populismo ha convertido la cultura refinada en un lujo».
La ausencia de un proyecto intelectual contemporáneo exige volver sobre los planes de educación, según Gual. «Vivimos en una sociedad de masas y por eso los gobiernos deberían formular un pensamiento individual en lugar de generar planes a largo plazo y que fuesen capaces de propiciar que la gente pensara por sí misma. Pero los gobiernos pasan de eso. Las asignaturas culturales son cada vez peores en los planes de estudio».
La desaparición del latín y el griego de los programas de enseñanza incomunica a los clásicos, aleja a las generaciones más recientes de sus enseñanzas y confirma la tesis inicial de esta conversación: el progreso técnico no basta. «Pedagogos y políticos se han conjurado para orientar la educación general a lo más inmediatamente útil para los negocios y los empleos prontos, y los oficios más tecnológicos, con un total desprecio de lo humanista y la educación en la cultura literaria».
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