Cantajuego, el Madrid encantado
Un burro anda suelto por Gran Vía. «¡Es Pepe!», exclaman cuantos niños se lo cruzan. No pasea ni triunfa solo. Forma parte del fenómeno musical infantil de la década: un grupo que vende más que Lady Gaga
Cantajuego, el Madrid encantado
Están muy ocupados preparando las «Navidades en la Aldea Encantada», pero esta tarde de diciembre han salido a pasear por Madrid, otra ciudad también encantada de recibirlos, y de aplaudirlos. Han quedado en la Plaza Mayor Puli, Pedrito, Jonas, Rodri, Elena, Monique, Ainhoa y Eugenia. ... Los ocho, todos vestidos con peto vaquero, camiseta y plumífero rojos, más el burrito Pepe, que, como salta a la vista, en diminutivo solo tiene el nombre. Dan el cante incluso al lado del Oso y el Madroño, pero es que de eso se trata. Por algo se llaman CantaJuego y por eso venden más que la mismísima Lady Gaga. Con doce álbumes (DVD + CD) en el mercado, han superado las 800.000 copias, o lo que es lo mismo: 28 discos de platino y dos de oro. Y en los últimos tres años los han visto en directo unos 650.000 espectadores, a los que se sumarán varios miles más entre hoy y mañana.
Hace semanas que se agotaron las entradas para las tres funciones previstas este sábado en el Palacio Municipal de Congresos, lo que llevó a programar una representación extra para esta tarde a las 19.00 horas. Allá adonde van con sus pegadizas canciones, sus simpáticas coreografías, sus mágicos decorados, sus juegos de toda la vida y su ternura improvisada, despachan los billetes más rápido que Doña Manolita y, como los décimos premiados, llenan de felicidad a quien tocan. «Nos regalan fotos, dibujos, muñecas...», cuenta la risueña Monique, para quien el secreto del fenómeno CantaJuego es que «somos como ellos. Nos convertimos en niños, nos ponemos a su altura, hablamos como ellos».
Y chillan como ellos cuando entran en una nueva juguetería de Fuencarral. «¡Yo me pido la moto!», «Yo, la cocinita!», «¡Mira qué guitarra más chula!». Aunque según sus DNI tienen entre 25 y 39 años, en verdad han cumplido siete. En 2004 nació CantaJuego como un proyecto pedagógico audiovisual dirigido a recuperar el cancionero popular infantil español e iberoamericano. «Hacía años que no había nada parecido, ningún grupo con personas, no peluches, con las que los niños se identificaran». Y lo que empezó siendo un pasatiempo se convirtió pronto en eficaz material educativo empleado en escuelas y guarderías. Dicen que por los valores humanos que transmiten, por favorecer el desarrollo de los sentidos, por activar la imaginación, por desarrollar la psicomotricidad, el mundo afectivo y las relaciones sociales en pequeños de entre 0 y 6 años.
De hecho, el ya larguísimo repertorio de CantaJuego, ampliado cada vez con más temas propios e inéditos, se utiliza incluso para estimular a niños autistas o con síndrome de Down. «Hay chavales que han aprendido a hablar con nosotros», se alegra Paulino, al que hasta sus dos hijos llaman Puli. «También se nos escucha mucho en geriátricos, pues al tener canciones tan antiguas, activamos la memoria de los mayores».
Hurra por las magdalenas
«El patio de mi casa», «El ratón Pérez», «Señor Don Gato», «Dónde están las llaves»... «Beben, y beben, y vuelven a beber, los peces en el río»... y los CantaJuego en el «National Geographic Café» de Gran Vía. Levantan la mano los que quieren merendar un chocolate y estiran el brazo hasta el centro de la mesa cuando llega una bandeja repleta de donuts y magdalenas. La reciben con un hambriento «¡hurra!» y se lanzan sobre ella. «Están para chuparse los dedos». ¡Y las pezuñas!, que burrito Pepe se siente como en casa en un local plagado de impresionantes imágenes de todo tipo de fauna. A veces plasmadas sobre libros, en camisetas, pósteres... y en un sinfín de objetos a la venta en el multiespacio que desde hace un año invita a disfrutar de las culturas del mundo con los cinco sentidos y desde el centro de Madrid.
Tampoco faltan «taza tetera, cuchara cucharón, plato hondo, plato llano, cuchillito, tenedor, salero, azucarero...». El éxito más famoso y pegadizo del grupo. Imposible quedarse quieto con sus acordes tropicales. No resulta más fácil en la pista de hielo de la plaza de la Luna. A los CantaJuego les falta tiempo para deslizarse sobre ella y entrar en calor, mientras su representante empieza a temer por la integridad de sus estrellas, y la de su gira. Esta tarde están en Madrid, pero antes que los Reyes Magos, las voces que tan bien entonan «La Mané» habrán pasado por otras quince ciudades y dejado a miles de niños el regalo de moda: «Un juguete gigante».
Así resume Elena el último espectáculo de su tropa: «Navidades en la Aldea Encantada». En este hechizado paraíso celebrará las próximas fiestas CantaJuego. Los ocho llegarán montados en trenes, aviones, trineos mágicos... El payaso Tallarín, Coco, la gallina Turu, la vaca lechera o la ardilla Buby también están invitados. Y los chavales de toda España. Y los «niños mayores», esos abuelos que «tanto ayudan en la sociedad actual». Los de Natalia, por ejemplo, están tan emocionados y atónitos como ella en la cola del tiovivo de la Plaza Mayor. «¡Mira, es burrito Pepe!». Y Puli. Y Jonas. Y... Madrid también está encantada.
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