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ABC Cultural

Benito Pérez Galdós

Mi abuelo Benito

«Imaginé que Galdós era mi abuelo, un español sosegado que me permite contemplar nuestra historia reciente sin sectarismos, sin necesidad de juzgar»

José Luis Garci posando junto a la estatua de Benito Pérez Galdos del parque de El Retiro MAYA BALANYA

José Luis Garci

(A Manuel Soriano)

Prácticamente, no conocí a mis abuelos paternos . Uno, José, trabajaba en las minas de plomo de El Centenillo (Jaén), y murió de silicosi s en Madrid poco antes de terminar la guerra . Mi madre me ... dijo que era un minero flaco, moreno, aficionado al flamenco, muy divertido y al que nunca se le caía ni la risa ni el cigarro de la boca. Al otro abuelo, también José, apenas le recuerdo más que de una visita a Gijón. Me llevó mi padre cuando supo que había enfermado de gravedad . Invierno de 1948. Yo acababa de cumplir cuatro años. Hicimos el viaje en tren. Mi madre fue a despedirnos a la Estación del Norte. Viajamos toda la noche y llegamos a primera hora de la mañana. Naturalmente, diluviaba en la capital de la Costa Verde y toda la gente iba con paraguas. Mi abuelo estaba en la cama , que ocupaba el centro de una habitación grande que olía a cera y a manzanas y que tenía al fondo una especie de mirador que daba al Paseo de Begoña. Nada más entrar, mi abuelo me sonrió y me hizo un gesto para que me acercara. Él también olía como a frutas tempranas. Era rubio y tenía los ojos claros. Me besó . Luego, me cogió las manos y me las apretó. Llevaba jubilado muchos años. Había estado en muchas cosas pero al final terminó de guardia municipal. La mesilla de noche estaba llena de medicamentos, una jarra de cristal con agua, un vaso, y, nunca lo he olvidado, una biografía de Napoleón . Mi padre me contó que el suyo se había pasado media vida leyendo libros sobre Bonaparte, su personaje preferido desde jovencito. (Ahora pienso que tuvo que serlo para mucha gente de su generación.) Falleció un par de semanas después y mi padre volvió a Gijón, esta vez solo, para el entierro, un sábado, pero no en tren, porque no encontró billete, sino en autobús, el de una peña del Real Madrid que se enfrentaba el domingo al Sporting, aquel Sporting de Cholo Dindurra, Sánchez y Molinuco que, por cierto, bajó a Segunda esa temporada.

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