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ABC Cultural

Atrapados por la lengua: las palabras que delatan a los asesinos

En un párrafo o en 5 minutos de charla dejamos rastros inevitables que estudia la lingüística forense. Esta técnica ha servido para cazar a terroristas como Unabomber, homicidas con acento o aspirantes a estafadores

A la izquierda, Emilio Muñoz, el asesino de Anabel Segura. A la derecha, Unabomber
Cruz Morcillo

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Óscar Sánchez , un lavacoches de Barcelona, penó 626 días en una cárcel de Nápoles. Lo detuvieron en 2010 y lo extraditaron a Italia, acusado de traficar con drogas para la Camorra. La prueba clave, una llamada hecha desde un móvil a su nombre ( ... alguien había suplantado su identidad con su DNI). Una pericial lingüística realizada por un supuesto experto dinamitó su vida. El narco del pinchazo telefónico seseaba, voseaba y soltaba palabras como guacho o rebueno. Unos giros inusuales en Montgat, el pueblo del Maresme del que procedía Óscar, que no distinguió el perito porque ni siquiera dominaba el español. No importó: le condenaron a 14 años y fueron necesarias seis periciales más desmontando la tesis inicial para que lo absolvieran y volviera a casa.

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