El arte Sichuan fascina en el Metropolitan
En Nueva York y hasta el 16 de junio, el Metropolitan deslumbra a sus visitantes con una exposición dedicada a la desconocida civilización de Sanxingdui, en Sichuan, que floreció en el suroeste de China hace 3.000 años. Los tesoros de esta civilización perdida reúnen 130 piezas.
NUEVA YORK. En un museo tan enciclopédico e inabarcable como el Metropolitan de Nueva York siempre hay hallazgos insólitos, y más cuando no deja de multiplicar el valor de sus colecciones con exposiciones temporales. Pocas tan fascinantes como la dedicada a la prácticamente desconocida civilización ... de Sanxingdui, en Sichuan, que floreció en el suroeste de China hace 3.000 años. Una edad de bronce que hace palidecer la que conocíamos en más familiares latitudes. En 1950 comenzaron las excavaciones en Sichuan, pero no fue hasta casi ayer mismo, julio de 1986, cuando en la localidad de Sanxingdui unos peones que extraían arcilla para su cercana fábrica de ladrillos, dieron con lo que parecía una tumba y acabó resultando el primero de dos yacimientos tan ricos que dieron un vuelco a la edad del bronce china. El descubrimiento, cartografiado como civilización de Sanxingdui, desplegó nuevas baterías de preguntas propiciadas por la ruta de la seda, no en vano algunas de las sobrecogedoras máscaras de más de un metro de ancho y rasgos que maridan animales y humanos evocan facciones caucásicas, evidencia acaso de tempranísimos contactos entre el extremo oriente y la cultura mesopotámica de los sumerios. Lo que sí demuestra Sanxingdui es que el arte antiguo chino no dependía de una sola capital cultural dominante y que las primeras representaciones de la figura humana (a menudo un híbrido de animal y hombre) empezaron a trazarse casi mil años antes de lo que se creía.
Dios o Rey
Las casi 130 máscaras, esculturas, vasos, cerámicas, armas, monedas y joyas que componen estos «Tesoros de una civilización perdida: antiguo arte chino de Sichuan», permiten atravesar el primer y fascinante umbral de una sociedad compleja, con extraordinarios recursos estilísticos y un intrincado mundo simbólico. La alta figura de casi tres metros que recibe al visitante, especie de rey o de dios, con un rostro espectral, resulta todavía más cautivadora teniendo en cuenta que la tecnología del bronce disponible en esa misma época, en lugares tan alejados de China como Egipto o Grecia, no estaba capacitada para resolver los problemas técnicos que implicaba fundir piezas de esa envergadura. La simetría de las máscaras que miran al espectador con sus protuberantes pupilas, orejas de búfalo y enigmática sonrisa son el anticipo de un viaje alucinante por el pasado del bronce en una remota provincia china. Máxima estilización para lograr el máximo efecto, por no referirse a la extraordinaria viveza de las terracotas de músicos y danzarines o a las lacas de cerámica con escenas de una explicitud sexual abrumadora. Organizada por el Museo de Arte de Seattle y los de la provincia de Sichuan, esta civilización estará visible en el Metropolitan hasta el 16 de junio, y viajará después a Toronto.
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