La arquitectura revoluciona ARCO
¿Estamos en ARCO o en «Arcópolis»?, se pregunta el incrédulo visitante. «Me gusta Arcópolis», responde el padre de la criatura, Vicente Salvador, un arquitecto valenciano formado en Inglaterra, al lado de Norman Foster, y admirador de la escuela madrileña. Junto a Xino Lizana, ha ... revolucionado el recinto de una Feria obsesivamente constreñida a la pintura, escultura o las soprendentes instalaciones (tiempo ha hubo algo inolvidable: una habitación repleta de retretes, cuyo título rezaba: «Autorretretes»). La arquitectura, por fin, conquista la Feria. «Nosotros hemos decidido hasta dónde se pone una papelera». El barbilampiño arquitecto español, de 28 años, junto al diseñador, ha transformado los pabellones 7 y 9 en inmensas urbes, con avenidas y estrujadas calles, que han provocado la protesta de algunos galeristas. Esto es «Arcópolis» y su gran iglú, que no es tabú.
«ARCÓPOLIS»
-Algunos galeristas se quejan porque les falta espacio...
-Donde hay espacio hay arquitectura -dice Salvador-. ARCO ha tenido un pabellón para las vanguardias históricas y otro consagrado al último grito. Ahora hay una disposición horizontal de islas, otra vertical y una lectura bastante clara. El espacio llamado «Cutting edge» está rotado en ángulos bastantes locos; los proyectos emergentes tienen un fondo diferente. Críticas tenía que haber pero cuando se intenta racionalizar el espacio un poco, siempre habrá jerarquías. Todos quieren estar en el mejor lugar. Por fin se ha podido hacer un flujo circular de visitantes; también hemos abierto el pasillo de conexión entre los dos pabellones y muchos galeristas no se han dado cuenta de ello. No nos podemos engañar. Yo puedo ponerme en una postura romántica y decir que el visitante es muy importante, que lo es, pero de lo que se trata aquí es de vender.
-¿Cómo se vende arquitectura?
-Hombre, yo soy joven, y a lo mejor soy demasiado puro. Para mí, vender arquitectura consiste en vender calidad. La gente lo valora y me para cada dos metros para decirme que nunca han visto un ARCO como éste. El visitante interactúa, se siente bajo las carpas o los «chill outs», se toma un café; desaparece la rigidez de antaño. Cuando pasen más días los galeristas se darán cuenta de que ellos han salido beneficiados. Es muy importante la aproximación al objeto artístico. También el visitante puede sentarse a hablar de negocios relajadamente en una zona de descanso. Cuando hay un espacio de calidad, el arte expuesto se beneficia. No se entiende arquitectura sin arte ni arte sin arquitectura, como no hay estética sin funcionalidad y viceversa. La arquitectura es arte y eso mucha gente lo tiene olvidado. Bueno, esta Feria se llama «Internacional de Arte Contemporáneo» y hasta ahora yo no había visto la arquitectura por ningún lado. Nunca lo entendí. Hubo escarceos, como hace diez años, con una intervención de Alberto Campo Baeza. Para mí decir que vamos a poner arquitectura en ARCO no es pinchar cuatro bocetos en una pared, que estaba muy de moda a finales de los 80. Eso a mí me parece ridículo. La arquitectura es mucho más. Y ahora se están viendo maquetas, intervenciones incluso proyectos perfectamente explicados. Por fin esta Feria se ha modulado. No hemos intervenido en el espacio. Antes era más caótica. Yo creo que hemos elevado el espacio ferial a categoría museística.
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