Arqueólogos españoles descubren un templo del faraón Ptolomeo I en Egipto
Restos de esta construcción, buscada por egiptólogos desde el siglo XIX, formaban los cimientos y el pavimento de una iglesia copta hallada en la localidad de Sharuna
Desde que los primeros arqueólogos de la universidad alemana de Tubinga comenzaron sus excavaciones en Sharuna en 1984, cada año se acercaba hasta ellos algún egipcio con algún fragmento que había encontrado labrando el campo. Los expertos del Museo Egipcio de Barcelona lo ... comprobaron cuando se sumaron hace quince años a esta misión internacional en la que también participa el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto. Eran hallazgos de escasa entidad y poco significativos, pero alimentaban su esperanza. El templo del faraón Ptolomeo I que el egiptólogo Nestor L'Hote mencionó haber visto ya en parte desmantelado en 1838, y del que se perdió todo rastro, no debía estar lejos de esta localidad situada a 180 kilómetros al sur de El Cairo.
Un hallazgo casual durante la instalación de un sistema de drenaje en una zona de cultivo próxima a la ciudad les puso sobre la pista. Los arqueólogos españoles descubrieron los restos de una antigua iglesia copta que fue erigida en el siglo VI con piedras del templo faraónico. A lo largo de dos campañas de excavación arqueológica (2019 y 2020), han sacado a la luz 60 sillares de piedra caliza de gran tamaño que formaron parte de los muros del templo y fueron utilizados en los cimientos y parte del pavimento de la iglesia . Junto a elementos arquitectónicos como cornisas o toros (molduras convexas), se han recuperado bellos frisos decorativos formados por la sucesión de la cabeza de la diosa del amor, Hathor , y los dos cartuchos que contienen el nombre del faraón Ptolomeo I. Y para borrar cualquier duda, han descubierto una inscripción jeroglífica que aporta una valiosa información sobre la fundación del templo, su nombre y los dioses a los que estuvo dedicado.
Friso decorado con la cabeza de la diosa Hathor y los cartuchos de Ptolomeo I
Luis Manuel Gonzálvez , conservador del Museo Egipcio de Barcelona y director de las excavaciones, indica que en el momento en que se construyó la iglesia, el templo ptolemaico debía conservarse completo ya que los 60 bloques recuperados corresponden a las cuatro hiladas superiores de piedra. «De las 12 o 13 hiladas que tendría, todos los bloques son de las 4 primeras. Esto quiere decir que empiezan a desmantelar el templo por arriba y cuando sus necesidades terminan, lo dejan a medio desmontar».
El templo acabó desapareciendo, pero con el tiempo se han ido encontrando algunos fragmentos, como los que la misión ha ido recuperando en estos años en Sharuna o los localizados por el egiptólogo Tadeus Smolenski a comienzos del siglo XX, actualmente en las colecciones egipcias de Viena y Budapest. Con toda la información que éstos y los sillares descubiertos ahora van a proporcionar, se intentará devolver el aspecto que tuvo la construcción, incluso recomponiéndola físicamente como en un puzle en 3D. «En nuestros bloques hay un nivel de conexión entre bloques que iban originalmente uno al lado del otro bastante alto. Tenemos una esquina completamente rehecha, con las cuatro hiladas ; un elemento que puede ser considerado como puerta y conexiones de 7 u 8 bloques seguidos. Y confiamos en poder encontrar más en el yacimiento si los dioses de Egipto nos ayudan», señala Gonzálvez.
Relieve de la diosa Hathor
Tal vez esa diosa Hathor cuyo rostro se representa en la decoración del friso les eche una mano. El director del Museo Egipcio de Barcelona explica que, junto con Horus, el dios halcón, es una de las diosas locales del antiguo Hut-nesut ('el castillo', o 'la posesión del rey'), nombre que recibió la ciudad en época faraónica. «Hathor aparece en otros documentos de la zona como 'señora de Hut-nesut' ». Aunque Ptolomeo I (367-283 a.C.), antiguo general de Alejandro Magno, fomentó el culto a Serapis -un dios sincrético que había de servir tanto a la comunidad griega dominante como a la nativa egipcia mayoritaria-, dioses como Osiris, Horus o Hathor mantuvieron su importancia desde el punto de vista religioso.
Al realizar una excavación en extensión en una zona en la que el nivel freático aparece a menos de un metro de la superficie del terreno, los arqueólogos tuvieron que organizar un sistema de drenaje continuo para poder ir documentando los restos arqueológicos in situ antes de ser extraídos y llevados hasta la casa-laboratorio de la misión, donde han sido limpiados y documentados. De cada pieza se han tomado unas 500 fotografías que van a permitir ahora construir modelos tridimensionales precisos y métricamente exactos a los originales.
Una aventura durante la pandemia
El Covid pilló a los arqueólogos españoles en plena campaña. La de 2019 había finalizado en diciembre con las tareas de excavación y recuperación de bloques a medio realizar, pero se dieron prisa por volver. Los sillares son de piedra caliza y en esas condiciones podían degradarse con facilidad. El equipo científico regresó a finales de febrero de 2020 y cuando dos semanas después se desató la pandemia, sus cuatro integrantes decidieron quedarse para completar su trabajo.
«Comenzó en ese momento una aventura que nadie imaginaba en la que además de la amenaza latente de la inquietante pandemia se fueron sucediendo lluvias torrenciales (las más intensas en 100 años), plagas de serpientes (todas ellas letales), tormentas de arena y otras penurias que nada pudieron contra la voluntad y la ilusión de unos científicos convencidos de estar participando en uno de los proyectos más importantes de sus vidas», relata el Museo Egipcio. Y Gonzálvez lo corrobora: «Aparte de la memoria científica, tenemos material para escribir un libro de vivencias , de sentimientos, de puesta a prueba de la capacidad de trabajo, resistencia, pundonor, de lucha…».
Un momento de la excavación
A su vuelta en mayo, se marcharon con la tranquilidad de haber recuperado los bloques amenazados por el agua. Saben que hay más, pero están a salvo bajo tierra hasta su regreso, cuando la situación lo permita. Con la ingente documentación obtenida, siguen trabajando desde España para obtener modelos tridimensionales exactos de estos sillares e intentar realizar el puzle de este templo de estructura rectangular, que según sus cálculos debió de medir unos 20 metros en sus lados mayores y diez en los menores.
Mariàngela Taulé, Jordi Clos y Luis Manuel Gonzálvez con uno de los bloques del templo
Desconocen aún dónde se encuentra su ubicación original, pero «no ha de estar muy lejos» de la iglesia copta, afirma Gonzálvez. «El lugar sagrado, aunque cambien las religiones, no varía mucho en su posicionamiento. Además, la antigua Hut-nesut no debía de ser una ciudad de grandes dimensiones ni en la época ptolemaica ni en la bizantina.
Del reinado de Ptolomeo I, solo se conocían hasta ahora fuera de la capital Alejandría dos templos en el delta, dos en el Egipto medio y otro en el sur. Y de algunos, apenas se conservan tres o cuatro bloques de piedra. El director de las excavaciones del proyecto Sharuna aporta un dato «significativo de la importancia del hallazgo»: los 60 recuperados suman más que todos bloques y sillares conocidos del resto de los templos de Ptolomeo I. Y Jordi Clos, presidente y mecenas del Museo Egipcio de Barcelona, añade que son «indiscutiblemente los mejor conservados» . Al ser usados en zonas no visibles de la iglesia y colocados a la inversa, los cristianos no se molestaron en rayar o borrar las figuras, como hicieron en otros templos aún en pie.
Durante los trabajos de limpieza, conservación y documentación de los bloques del templo ptolemaico
¿Por qué Ptolomeo I puso sus ojos sobre Sharuna? Como zona arqueológica, en esta localidad egipcia se documentan dos momentos de importancia a lo largo de los 3.000 años de historia del Egipto faraónico, según explica Gonzálvez. Una necrópolis con personajes destacados y tumbas decoradas atestigua que vivió una época de cierto esplendor en torno a los años 2.300-2.100 a.C. y que, tras un largo periodo, se volvió a reactivar en la época ptolemaica. Así lo indican otras tumbas con cámara y sarcófagos de piedra que han documentado y la existencia de un templo. «Son pruebas consistentes como para deducir que hay un interés en desarrollar esta zona del Egipto medio a partir de Ptolomeo I», indica el egiptólogo. A su juicio, existe una razón económica de peso. Sharuna se encuentra en un tramo del Nilo en la cual la franja de cultivo es más amplia -«el Nilo tiene un promedio de 4-5 km de anchura y en esta zona es de cerca de 20 km»- y los faraones de época ptolemaica intensificaron la explotación del territorio para obtener mayor cantidad de recursos, fomentando la agricultura y la ganadería. El aumento de riqueza queda de manifiesto en las tumbas de la época y en ese templo cuyos restos han aparecido ahora.
Jordi Clos encuentra cierta simbología en que este hallazgo se haya producido cuando se cumplen 15 años desde que el Museo Egipcio de Barcelona comenzara a excavar en Sharuna. « Igual que Lord Carnarvon y Howard Carter , que estuvieron 15 años trabajando para encontrar la tumba de Tutankamón », señaló al dar la primicia mundial desde Barcelona.