Alejandro Palomas y el poder liberador de los sueños
Una elefanta encerrada en un zoo es el punto cardinal en el que el autor catalán se basa para trazar un particular mapa de emociones y la importancia de combatir los miedos que nos impiden luchar por los sueños
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Iniciar sesiónLa realidad y la ficción se trenzan de un modo pasmoso en 'Un país con tu nombre' (Destino), la nueva novela de Alejandro Palomas (Barcelona, 1967). En el antes, en el durante y en el después literatura y vida real se ... entrelazan con naturalidad hasta formar una historia con vida propia.
Tras 'Una madre' y 'Un perro', 'Un amor' (por el que ganó el premio Nadal de 2018) supuso el cierre de su exitosa trilogía sobre Amalia , el personaje que el autor creó basándose en su madre . Ahora tocaba explorar, ir más allá. Comenzó a tejer la bonita historia de amistad entre Edith, viuda de 76 años que vive con sus once gatos, y Jon, de 59, cuidador de elefantes en el zoo, los únicos habitantes de una aldea abandonada.
Apenas llevaba una semana escribiendo la nueva novela cuando un diagnóstico traicionero se cruzó en su vida. Su madre caía gravemente enferma: «Por eso es una de mis novelas más largas, porque yo escribía y escribía por esa cosa infantil de que ella me iba a esperar, de que no se iba a morir hasta que la acabara. Pero falleció dos semanas antes de terminarla . Fallé en los cálculos y no la pudo leer», reconoce con pesar.
Fue inmenso dolor sobre inmenso dolor, porque tan solo ocho días antes, Palomas también había perdido a su padre. «Entonces, claro, en mi proceso de escritura la orfandad iba a toda vela , planeando por todas partes. Todos son huérfanos, menos Violeta (la hija de Edith) que se siente huérfana sin serlo», explica. Pero la presencia de esas ausencias es constante en la vida de los vivos: «Eso es también una invocación mía. En los dos últimos años, había hablado muchas veces con mi madre acerca de cómo se iba a manifestar si ella se iba antes. Yo vivo con su ausencia y con todas las de las personas a las que he querido. Están. Creo que las ausencias construyen a una persona , algunas veces mucho más que las presencias».
Hasta ahora Palomas siempre había trabajado con familia de sangre, pero en 'Un país con tu nombre' cruza la frontera y explora cómo llega a formarse la que uno se busca por su cuenta. «Creo que también era por el momento en el que estaba. Veía que tenía que amplar horizontes porque la isla se me estaba quedando muy pequeñita. Soy muy social, pero dónde mejor estoy es en mi casa con mis perros y con mi familia porque es de quien me fío. Pero viendo que me iba a quedar desnudo bajo el cielo , empecé a levantar la mirada y a pensar: 'Bueno a partir de ahora si quieres vivir (porque eso me lo planteaba también: voy a querer seguir o no) tienes que encontrar una familia '. Ya sé hacerla con animales, pero humana tengo que aprender y estoy en ello».
Nunca es tarde
La cabeza de esta familia de nueva construcción , la septuagenaria Edith, emprende la aventura de hacer realidad su sueño : construir un santuario de animales en un bosque. Su energía es tan contagiosa que arrasta a Jon y hace tambalearse emocionalmente a todos los que están a su alrededor. Al tiempo que reivindica que «el derecho a imaginar no se acaba con la edad », el escritor se adentra de nuevo en el territorio de la invisibilidad de la mujer a la que por primera vez incorpora la del hombre: «El género masculino se me atragantaba mucho porque no lo veía muy interesante», explica Palomas, que trabaja con mujeres mayores «porque tienen tanta vida detrás que me hacen trabajar mucho menos. Me lo dan todo hecho ».
«Siempre he estado oyendo eso de la invisibilidad y ahora estoy empezando a vivirla porque a mí las etapas me gusta vivirlas antes. Y pensé: 'si no te miran no te ven y si no te ven puedes estar haciendo lo que te dé la gana . Eres muy libre y muy tú . Edith lo vive así, por eso es tan peculiar. Es como los niños, que son», razona Palomas. Suzume , una pequeña asiática que visita el zoo asiduamente, hace de contrapunto: «Ese contraste funciona muy bien porque tienen esa misma verdad , esa no conciencia del tiempo -continúa-. Yo adoro a esa niña, está basada en un niño que conozco».
Suzume es el único hilo con la realidad. Los demás personajes fueron creados sin esa red, desde cero. «Nunca lo había hecho, siempre he partido de personas a las que conozco», relata Palomas, que afirma que «lo que ha pasado es que a Edith la he conocido después . Tras terminar la novela, decidí irme unos meses al Batzán . Una amiga consiguió que una señora me alquilara la parte de abajo de un caserío maravilloso, en pleno bosque. Mientras conversábamos al conocernos, aparecieron tres gatas detrás y, al rato, un montón de gatitos. Y me suelta: ' Once gatos tengo , quién me iba a decir a mí que en tres semanas iba a tener once gatos'. También supe que tenía una hija de la edad de Violeta , que había comprado la casa con su hermana y que enfermó de cáncer en cuanto llegó... ¡Todo! Me falta Jon, pero yo en esa casa era Jon , con ella era Jon».
Y luego está la historia de la elefanta Susi . Para echarle de comer aparte. El autor catalán recurre en el libro a muchos animales para manifestar que su base emocional es idéntica a la nuestra . Pero el caso de Susi es especial. Se basa en una elefanta con el mismo nombre que vive en el zoo de Barcelona («la república independiente de la tristeza») y también en la promesa de sacarla que le hizo Palomas a su madre cuando ya había dejado de tomar la medicación: «Esta novela es el principio de la liberación de Susi . Siempre había hablado con mi madre de que si uno de los dos faltaba, el otro iría detrás enseguida. Entonces entendí que ella me estaba diciendo: 'no voy a ser más tu sueño con lo cual tengo que hacerte el trasvase a otro porque no te puedes morir'. Y ahora tengo que sacar a esa elefanta del zoo».
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