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ABC Cultural

Mi Pemán

El columnista de ABC Antonio Burgos defiende en este artículo la figura de José María Pemán, cuyo busto fue retirado en el teatro Villamarta de Jerez

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antonio burgos

España ganó a Pemán un añito antes de perder Cuba, Filipinas y Puerto Rico ; fue la única compensación que tuvo para Cádiz la pérdida de las colonias. Desastre del 98 del que dijo: «Cuando España perdió Cuba, a Cádiz es como si se ... le hubiera muerto alguien de la familia». Este «niño del 98», como un segundo Hércules Fundator, construyó él solito toda una teoría literaria de España, de Andalucía, de Cádiz, del liberalismo, de la Monarquía, de los clásicos grecolatinos y del cachondeíto fino como la mejor forma de tomar las cosas en serio. Don José, Tío José María, padre espiritual de todos los que en España nos dedicamos al artículo de periódico, estaba sobrado en todo. Pemán escribió tanto... que escribió demasiado. En un país de flojos era demasiado trabajador, y eso aquí no se perdona. Don José era muchas y muy diversas cosas juntas como para que sus contemporáneos y las generaciones posteriores se lo perdonaran. Era inteligente, brillante, rico por su casa, ganaba el dinero con el teatro, con cuyas regalías se hizo en la plaza de San Antonio la casa a la que la guasa gaditana le puso «El castillo de Xavier», por los derechos de «El Divino Impaciente». Era ocurrente, culto, simpático, dotado por Dios de una facilidad pasmosa para escribir, conversar, improvisar, acertar, y, encima, trabajador. Pemán era todas esas cosas que en España sólo te perdonan cuando se enteran de que tienes un cáncer... y de los malos. El caso es que en España la gente, cuando se muere, logra la absolución general de todos sus éxitos y aciertos. Pero a Pemán no se le ha perdonado que fuese Pemán ni en su tumba de la Catedral gaditana, junto a Falla; es un anti-Cid que sigue perdiendo batallas a los 35 años después de muerto, como la de su busto en el Teatro Villamarta. Con lo cual, paradójicamente, estoy de acuerdo, con que le quiten a Pemán su busto. No por exceso, sino por defecto. Pemán era un jerezano cabal, un gaditano universal, un español de una pieza y un escritor de cuerpo entero. Y así, de cuerpo entero, es como debería tener su recuerdo en bronce. Como su Séneca vive, me lo acaba de decir por teléfono móvil desde los cielos atardecidos de la Viña del Cerro. Me ha comentado:

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