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ABC Cultural

CONVERSACIONES DE ESTÍO

Israel Galván: «La única manera de seguir bailando es bailar feliz, aunque muchas veces se sufra»

El bailarín ha vuelto de vacaciones y nos espera en su estudio, una nave que pasa inadvertida entre otras dependencias obreras no muy lejos del centro de la capital andaluza

Israel Galván: «La única manera de seguir bailando es bailar feliz, aunque muchas veces se sufra» abc/Corina Arranz

ALFONSO ARMADA

El calor africano del verano es una condición sevillana. Es lo primero que nos da en la cara nada más salir de la estación de Santa Justa una tarde de finales de julio. Israel Galván ha vuelto de vacaciones y nos espera en su ... estudio, una nave que pasa inadvertida entre otras dependencias obreras no muy lejos del centro de la capital andaluza. El acento sevillano cerrado, el tartamudeo, la pelea con las palabras, la calidez, la forma franca, amigable, cómplice, de mirar, que busca la cercanía, como si se expusiera, pero al mismo tiempo con una belleza de gran animal que se sabe raro son parte de los atributos de este bailarín/bailaor que rompiendo con todo ha llevado el flamenco tan lejos como pocos. Aunque dice que no esperaba llegar a los 42 años que gasta, que todo lo que viene ahora es tiempo extra, regalo, es difícil imaginar cuál va a ser la última frontera de este hombre con el que se podría uno pasar horas charlando, estando en silencio, viendo pasar el río del tiempo. Bailando. Alguien podría pensar, oyéndole, que no es elocuente, que tiene la boca llena de piedras que no le dejan hablar, y sin embargo es evidente que en su cabeza se forman pensamientos precisos y preciosos que cuando llegan a la boca le salen a trompicones, quizás no bellos formalmente, pero sí de una hermosura hecha de plasticidad, ideas que en realidad son imágenes. Y entonces uno se da cuenta de que tal vez haya un río subterráneo, que el idioma de Israel Galván es una prosa hecha de puro movimiento, de cuerpo que habla, aunque cuando hable diga cosas que estremezcan el sentido, que uno quiera después quedarse callado a pensar lo que ha dicho, por cómo lo ha dicho, por lo que ha querido y acertado a decir.

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