Nacionalismo y vanguardia en «La Gaceta Literaria»
La revista fundada por Giménez Caballero tenía como objetivo revitalizar nuestra cultura
fernando garcía de cortázar
No hay imagen menos ajustada a la realidad de los años veinte que la de una España castiza, encerrada en sí misma, obsesionada, desde el desastre del 98 , por la búsqueda de su identidad y alejada de la cultura entusiasta y madura que llenó ... la Europa de entreguerras de las experiencias intelectuales más brillantes del mundo contemporáneo.
Como en otras etapas de la historia, bien distinta de la nuestra, los rigores de la crisis fueron acompañados entonces de un sugestivo formulario que abarcaba todas las expresiones del pensamiento. La preocupación estética desbordó el arte y la literatura; las insuficiencias del racionalismo, el idealismo o el positivismo para dar significado a la vida quedaron patentes mientras el reencuentro emocional con la patria ofrecía a los ciudadanos un espacio cálido y esperanzado de integración.
España no dio la espalda a este repertorio de urgente modernización y buscó en la adaptación de su tradición cultural al nuevo siglo la síntesis de experiencia histórica y proyecto colectivo con la que había de evitar que aquella sacudida intelectual degenerase en pura anarquía y desconcierto. Una crisis vivida sin impulso alguno de renovación, sin ansia de progreso cultural llevaría inevitablemente al abandono de las palabras, a la orfandad de las razones, a la violencia muda y obtusa para meterse de lleno en los escenarios terribles del enfrentamiento incivil y la sustitución de la pluralidad por el antagonismo de la España y la Antiespaña.
Muy poco antes de que la tragedia llegara, España vivió su gran momento de entusiasmo y esperanza. Lo vivieron sus intelectuales sintiéndose ciudadanos de una nación que les había encargado la responsabilidad de introducirla en la cultura occidental del siglo XX. ¡Y cómo soñaron España aquellas promociones de filósofos, políticos, poetas, ensayistas, músicos o pintores! ¡Con qué fuerza se sintió el clamor de una nación que bregaba, desde el fondo mismo de su historia, por mantenerse viva! ¡Qué ciegos estaban los que no vieron una auténtica pulsación española en las vanguardias literarias ni tampoco en el seno de un pueblo que crecía con los pies bien asentados en la tierra buscando la mejora de su patria!
Nueva españolidad
Entre tantos ejemplos ya mencionados, que correspondían a lo que estaba haciéndose brillantemente en Europa, merece destacarse ahora una revista, modelo de atención de los intelectuales a los movimientos de vanguardia y de su deseo de afirmar en moldes literarios una nueva españolidad. «La Gaceta Literaria» se creó en el año mágico de 1927 por un Ernesto Giménez Caballero que regresaba de su lectorado de Estrasburgo con los ojos abiertos a las demandas de aquella hora de efervescencia. Su voracidad crítica, incansable imaginación y fuerza expresiva hicieron que Gómez de la Serna le calificara de «nuevo monstruo».
Giménez Caballero llegaba a su obsesión innovadora desde el culto a la tradición. Para este joven de inteligente paladar literario había que seguir el camino que trazaron hombres egregios, y, el primero de todos, Menéndez Pelayo , cuyo propósito vital fue descubrir las razones que permitían definir España como nación. De él debían aprender las jóvenes generaciones la forma de pensar España y, en un momento de gran inquietud intelectual, acometer la síntesis de tradición y modernidad que exigía la revitalización de nuestra cultura.
Defensa del 27
En su defensa de la generación del 27 , a cuyo homenaje a Góngora se suma «La Gaceta Literaria», Giménez Caballero afirmó que la recuperación de la métrica tradicional era una manera española de entrar en la vanguardia artística. «Es nacionalismo. Es una reacción. Es lo que Mussolini ha hecho en Italia», le dirá a un sorprendido Gerardo Diego en junio de 1927, llegando a llamarle con admiración «poeta fascista». El elogio del fascismo no será compartido por otros miembros de la redacción, como César M. Arconada o José Díaz, que no tardarán en romper filas ante la progresiva inclinación de Gecé hacia tales actitudes políticas.
Sin embargo, lo que Giménez Caballero llamaba fascismo no era para él sino un signo de los tiempos que nada tenía que ver con la mala copia del modelo italiano o la defensa de lo anacrónico. Su célebre «Carta a un compañero de la joven España», publicada en febrero de 1929, provocará el desguace definitivo del equipo de redacción. Hasta entonces, la revista había sido el receptáculo, puramente estético, de la vanguardia española. Desde ese momento, lo que se impone es el compromiso político que rompe los objetivos, exclusivamente literarios, de la publicación. La «Carta» de Giménez Caballero tenía, además, voluntad de manifiesto de una generación que se asoma a la biografía de un país parecido al nuestro: la Italia mitificada como «madre Roma» . En el culto a la latinidad, al Renacimiento humanista, a la fe católica, se encontraba, al modo italiano, el camino de la unidad y la regeneración nacional.
Misticismo antieuropeo
Quedaban pocos meses para que esta proclama de intelectuales pasara a convertirse en llamada a una revolución nacionalista hispánica. Como tantas otras experiencias artísticas que dieron a España la tensión intelectual y la conciencia de sí misma que se le niega ahora, «La Gaceta Literaria» configuró una sensibilidad que encontraría respuesta en las luchas políticas de la década siguiente. Con el propósito de descubrir el nuevo sentido de la españolidad, la revista buscó en Unamuno , Ortega y Azaña la verificación de los tres factores que debían ofrecerse en el quicio de la crisis que se echaba encima: el misticismo antieuropeo, el principio filosófico de la razón histórica, y la necesidad de una política popular.
Pronto llegaría, no obstante, el desengaño de estos referentes personales, pero su presencia original confirma la confianza de la revista en contribuir a que España encontrara en el fondo de sí misma y en la apertura a Occidente su forma auténtica de ser, su fe de vida, su impulso integrador en las inmediaciones de nuestra catástrofe nacional .
Nacionalismo y vanguardia en «La Gaceta Literaria»
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