la larga guerra del siglo XX. Segunda guerra mundial (XXIII)
Leningrado, el cerco más sangriento
La ciudad resistió por más de dos años y medio los continuados ataques alemanes
Leningrado, el cerco más sangriento
Casi un millón de víctimas civiles y 850.000 militares (700.000 soviéticas y 150.000 alemanas) a lo largo de 872 días de lucha (del 8 de septiembre de 1941 al 27 de enero de 1944) permiten atribuir al Asedio de Leningrado el dudoso ... honor de ser el más sangriento de la historia.
El avance alemán hacia Leningrado, imparable durante el verano de 1941, había sido detenido en septiembre por el Ejército Rojo a costa de grandes sacrificios. Aunque la ciudad había quedado aislada por tierra del resto del país, la desesperada defensa soviética logró detener a la infantería enemiga en los suburbios meridionales de la ciudad y a lo largo del río Neva.
En el norte, los finlandeses avanzaron hasta alcanzar la frontera fino-soviética anterior a la Guerra de Invierno, pero no estaban interesados en ir más allá. Hitler, impulsado por el odio y la frustración, decidió eliminar la ciudad de la faz de la tierra. Ordenó bloquearla estrechamente y destruirla con fuego de artillería y ataques aéreos continuos.
Cerca estuvo de conseguirlo: durante el sitio, además de las prin-cipales infraestructuras de la ciudad, 170 hospitales, 500 escuelas, 1.000 fábricas y 10.000 edificios, incluidas algunas joyas arquitectónicas irreemplazables, desaparecieron bajo las ex-plosiones y los incendios.
La Carretera de la Vida
La tenaz resistencia soviética, a la que contribuyeron unidades de voluntarios formadas por obreros lanzados directamente a la lucha sin apenas entrenamiento y apoyados por carros de combate KV recién producidos en las fábricas que rodeaban la ciudad, agotó al Grupo de Ejércitos Norte alemán, que no pudo impedir el paso de suministros a través del lago Ladoga.
Las cosas empeoraron para los casi tres millones de personas atrapadas en Leningrado con la llegada del invierno, uno de los más fríos que se recordaban. La formación de hielo impidió durante un tiempo el tráfico por el lago. Sólo cuando tuvo la solidez necesaria para permitir el tránsito de vehículos, se construyó la «Carretera de la Vida», a través de la cual llegaban provisiones, siempre en cantidad insuficiente, y se evacuaba a la población civil incapaz de contribuir al esfuerzo bélico.
Los que se quedaron padecieron sufrimientos indescriptibles. El hambre llegó a ser tan atroz que empujó a algunos al canibalismo. Cuando finalizó el terrible invierno, sobrevivían a duras penas 1.100.000 habitantes, 440.000 habían sido evacuados y 620.000 habían perecido. El deshielo permitió reanudar la navegación por el lago, mejorando el flujo de vituallas, y la construcción de un oleoducto facilitó el abastecimiento regular de combustible.
El corredor
Durante los siguientes meses, el Ejército Rojo, mientras intentaba inútilmente detener la marcha de las divisiones panzer hacia el Cáucaso, trató también infatigablemente de levantar el cerco de la capital de la revolución. Sus esfuerzos se saldaron, sin embargo, con otro sonoro fracaso: el 2º Ejército de Choque resultó cercado y aniquilado en la bolsa del Volkhov. Su comandante, Andrei Vlasov, fue hecho prisionero y, sabiendo que no tendría futuro en su país, acabó cooperando con sus captores en la forma-ción del Ejército Ruso de Liberación, constituido por unidades rusas que combatieron al lado de los alemanes.
En agosto de 1942, Hitler ordenó el asalto a Leningrado, decidido a terminar con la resistencia para poder así destinar a otros lugares a las unidades que mantenían el cerco. Encomendó la misión al XI Ejército de Von Manstein, reciente conquistador de Sebastopol. Sin embargo, fue necesario emplear estas tropas en detener un nuevo intento soviético de liberar la ciudad. En enero de 1943, dos fuerzas mandadas por Zhukov —el reconstruido 2º Ejér-cito de Choque, avanzando de nuevo desde el este, y el 67º Ejército, desde el interior de Leningrado— lograron abrir un corredor de apenas 10 kiló-metros de anchura al sur del lago La-doga. Aunque el asedio no terminaría oficialmente hasta un año después, la soga que asfixiaba la ciudad se había aflojado de forma decisiva.
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