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la larga guerra del siglo XX. Entreguerras (XI)

Madrid, obsesión en la primera fase de la guerra civil española

Los españoles, enfrentados, protagonizan el conflicto más importante que vivió Europa entre las dos guerras mundiales

Madrid, obsesión en la primera fase de la guerra civil española ABC

VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA

La Guerra de España (fruto tanto de las tensiones acumuladas en el país desde el siglo anterior como del fracaso del régimen repu-blicano instaurado en 1931 tras unas elecciones municipales) será uno de los acontecimientos clave de la época de entreguerras.

En 1936, el fallido levantamiento militar contra la República provoca la división de España en dos zonas; por un lado, la controlada por las fuerzas leales al gobierno, los «republicanos», y por otro, la dominada por los sublevados, los «nacionales». Sin embargo, dichas zonas distan mucho de ser homogéneas, con numerosos enclaves republicanos, y sobre todo nacionales, en zona enemiga.

Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla son escenario de fuertes combates callejeros. Si bien la República consigue retener el control de las principales ciudades, Sevilla y su aeródromo quedan en manos nacionales, habilitando el aerotransporte de parte del Ejército de África -las unidades más profesionales y experimentadas del ejército español- que casi íntegramente se ha unido al levantamiento.

Aislado en Marruecos, su concurso es imprescindible para el triunfo de los nacionales. La marina republicana falla en su intento de bloqueo y el paso a la Península se completa mediante el transporte en barco (Convoy de la Victoria) a través del Estrecho.

Objetivo Madrid

El plan de los nacionales es sencillo. Una serie de columnas convergirían sobre Madrid, presumiéndose que con la ocupación de la capital se sometería el resto del país. Sin embargo, las columnas que avanzan desde Castilla la Vieja y Navarra, son detenidas en Somosierra y Guadarrama.

Desde Sevilla, el Ejército de África, al mando del general Franco inicia una progresión fulgurante. El 14 de agosto cae Badajoz, produciéndose la unión de las fuerzas provenientes de Marruecos con las del norte de la Península. A pesar de la resistencia, las tropas nacionales prosiguen hacia la capital, vía Talavera de la Reina, desviándose para liberar (27 de octubre) la guarnición nacional sitiada en Toledo. La ocupación de esta ciudad no tiene importancia desde el punto de vista estratégico pero constituye un gran golpe propagandístico, dada la notoriedad que ha alcanzado en todo el mundo la heroica defensa del Alcázar .

Huida del Gobierno

El 4 de noviembre el Ejército de Africa está a las puertas de la capital. El gobierno de la República abandona Madrid, que parece a punto de caer. Sin embargo, en medio del desorden generalizado que consume al ejército republicano en las primeras fases de la guerra, se encarga la defensa al general Miaja que, junto a su estado mayor, y reforzado con la llegada de las primeras brigadas internacionales , es capaz de articular una sólida defensa que frena la acometida nacional.

El 23 de noviembre, el general Franco asume la incapacidad de tomar la ciudad frontalmente. Se inicia una nueva etapa de la lucha por Madrid. Es el momento de los asaltos indirectos, con tres ofensivas desde tres direcciones diferentes. Primero se intenta to-mar la ciudad desde el noroeste: entre finales de noviembre de 1936 y enero de 1937, tienen lugar las diferentes batallas de la carretera de La Coruña.

El siguiente intento (febrero) trata de cercar la capital desde el suroeste cortando la carretera de Valencia: es la Batalla del Jarama . Y por último, desde el noreste, la Batalla de Guadalajara, en marzo de 1937. En ninguno de los casos se logrará el objetivo de tomar o cercar totalmente a la capital.

El fallo en hacerse con Madrid provoca la decisión de los nacionales de volcar todos los recursos en reducir el enclave republicano del norte: salvo Oviedo, toda la zona cantábrica está en manos de la República.

El ataque se inicia el 31 de marzo de 1937 y la progresión de las fuerzas nacionales es continua. Ante ello, la República lanza una serie de ofensivas para intentar frenar el avance: en junio, en Brunete (de nuevo en torno a Madrid), y en agosto, en Belchite (en el frente de Aragón).

Ambas ofensivas tienen un desarrollo común: las fuerzas republicanas sorprenden al enemigo y realizan progresos iniciales, sin embargo, la afluencia de refuerzos nacionales detiene el asalto, y si bien se frena momentáneamente la ofensiva en el norte, finalmente la estabilización de los otros frentes provoca una reanudación de las operaciones. Así, Bilbao es tomado el 19 de junio; Santander, el 26 de agosto y, finalmente, Gijón, el 21 de octubre.

La Campaña del Norte ha terminado y las fuerzas de Franco pueden concentrar de nuevo sus recursos en la toma de Madrid. Para evitarlo, la República decide pasar al ataque: en di-ciembre de 1937 se inicia la Batalla de Teruel ; la ofensiva del Ejército Popular Republicano tiene un doble objetivo: retomar la iniciativa e impedir la nueva ofensiva nacional sobre la capital. Se inicia la fase decisiva de la guerra.

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