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la larga guerra del siglo XX (VII)

«Kaiserschlacht», último intento alemán para lograr la victoria

Primera Guerra Mundial. Cuatro ofensivas consecutivas llevaron a los alemanes a tiro de cañón de París, pero no pudieron doblegar a los aliados

«Kaiserschlacht», último intento alemán para lograr la victoria ABC

VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA

Las trincheras fueron asaltadas. El frente, roto. París estaba de nuevo amenazado y los ejércitos del Káiser parecían otra vez incontenibles. ¿Serían capaces los alemanes de conseguir la victoria?...

A principios del año 1918 la situación general daba un vuelco estratégico. EEUU había entrado en guerra y el Imperio Ruso, colapsado y derrotado, firmaba la paz en Brest-Litovsk . El fra-caso de las ofensivas aliadas en 1917 había provocado terribles bajas en el ejército británico y motines en el francés, obligando a mantener una actitud defensiva, en espera de reponerse y de la llegada de las fuerzas americanas.

En el otro lado, los ejércitos alemanes se estaban viendo continuamente reforzados por el trasvase de tropas provenientes del frente oriental, libres ahora para asestar el golpe definitivo en el occidental, que debía producirse antes de la llegada masiva de los norteamericanos...

El Cañón de París

El ataque alemán, planificado por el General Ludendorff y conocido como «Kaiserschlacht» o «La Batalla del Káiser», se inició en marzo y se prolongó hasta julio. Cuatro ofensivas consecutivas se sucedieron. La primera, la Operación Michael, fue la más importante.

El estancamiento del frente se rompió por vez primera desde 1914: las unidades germanas, en superioridad numérica y con tácticas de guerra perfeccionadas —barreras de artillería cortas y contundentes, tropas especiales de asalto, ataques sostenidos y continuados—, se lanzaron contra los británicos, que no fueron capaces de contener el formidable asalto alemán.

Ante la gravedad de la situación se unificó el mando aliado y el general Foch fue nombrado su comandante supremo. Las tropas francesas debieron auxiliar a las derrotadas británicas —por dos veces, ya que contra ellas se desató también la ofensiva alemana de abril—, impidiendo un hundimiento total del frente.

Tras una breve pausa, las fuerzas del Káiser volvieron de nuevo al asalto en mayo, tocándole entonces el turno a los franceses, con igual resultado que la anterior ofensiva: las tropas germanas rompieron el frente quedando París, a tiro de la artillería de largo alcance alemana… «El Cañón de París», una monstruosa pieza de ar-tillería de más de 30 metros de largo y que se instalaba sobre vías de tren, bombardeó durante cinco meses la capital, provocando el pánico en la población.

Otra vez en el Marne

El miedo no sólo afectó a los civiles, la situación aliada era muy grave: terribles bajas, pérdida territorial y de iniciativa, las líneas de comunicación amenazadas… En el bando alemán, había razones para seguir confiando en la victoria, pero el cansancio había hecho mella en las tropas tras los sucesivos ataques y avances que multiplicaban los problemas logísticos y de suministro.

En julio se produjo la ofensiva final. Conocida como la Segunda Batalla del Marne, las fuerzas germanas redoblaron sus esfuerzos para romper el frente francés. Sin embargo, el general Foch fue capaz de frenar el ataque. Dos factores resultaron críticos: la adopción de nuevas tácticas defensivas en respuesta a las técnicas de asalto alemanas (la defensa elástica o articulada) y la utilización de las fuerzas de EEUU de reserva.

Para agosto, el ejército alemán estaba detenido y los aliados, con la moral rehecha y nuevas tropas llegadas de ultramar, en disposición de pasar al contraataque. Se produjo el 8 de agosto. Muchas unidades germanas, algo inaudito hasta entonces, se rindieron sin combatir, las fuerzas combinadas franco-británicas consiguieron avanzar victoriosas, después de seis meses de continua retirada y derrotar contundentemente a los alemanes, que tuvieron que volver a adoptar una postura defensiva. Para el alto mando alemán resultó entonces evidente que era imposible alcanzar la victoria en el frente occidental. Su ejército había llegado al límite. Los aliados habían resistido, su moral era de nuevo alta, estaban cada vez más fuertes y las tropas de EEUU comenzaban a llegar masivamente a Europa.

La iniciativa estaba ahora del lado de los aliados. Las fuerzas de los Imperios Centrales estaban agotadas. La fase final de la guerra se acercaba.

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