Patrice Chéreau: «Yo no soy frío, pero mis personajes sí lo son»
Reproducimos la entrevista que mantuvo ABC con el realizador francés en diciembre de 2006, a propósito del estreno de su película «Gabrielle»
federico marín bellón
Aunque habla español, a Patrice Chéreau le gusta que le traduzcan sus respuestas, que matiza hasta el detalle. En «Gabrielle» adapta un relato de Joseph Conrad muy complejo, que transcurre por completo en la mente del narrador. El director describe la historia como «una bajada ... a los infiernos de un hombre en el que todo se deshace en su cabeza. Ella comete el hecho increíble de irse y el hecho aún más increíble de no llegar hasta el final y volver». Al mismo tiempo, la cinta es un retrato de la alta sociedad, a la que no muestra como una clase superficial o decadente, pero sí tan vulnerable como cualquiera.
Chéreau encaja con deportividad la comparación con una de sus últimas películas, «Intimidad», con la que ganó el Oso de Oro en Berlín y escandalizó a buena parte del público por su crudeza sexual. «El paralelismo entre las dos es que una es exactamente lo contrario que la otra», responde a bote pronto, aunque enseguida reconoce que descubrió la conexión «a mitad del rodaje». «Uno cree siempre que hace una película diferente y no siempre son tan distintas», frase con la que resume su mayor preocupación como artista.
Cine, teatro, ópera, todo igual
«Después de “Su hermano” –con la que ganó otro Oso, esta vez de plata– me dije: voy a intentar no reproducir las mismas recetas que han funcionado. Por eso me interesaba hacer una película de época. No hacer lo que ya hemos hecho es algo que nos planteamos todas las horas de todos los días. Tratemos de ir más allá que la última vez, de hacer algo que no sabemos». Lo dice un hombre que dirige cine, teatro y ópera con la misma facilidad, aunque ahora piensa que siempre hace «el mismo oficio». «No es que no vea las diferencias, pero es todo igual», asegura.
Pese a todo, niega que «Gabrielle» sea una película teatral: «Lo que he hecho en ella no lo podría hacer en el teatro. Es una ilusión óptica. Quizá existe esa impresión porque transcurre en interiores, se habla mucho y es una película de época». Después de responder varias preguntas, aún le queda alguna reflexión por rumiar sobre este asunto: «Hace diez o quince años, antes de “La reina Margot”, cuando no estaba muy seguro de hacer muy buenas películas, me daba demasiado miedo que mi cine se pareciera demasiado al teatro. Ahora, que sé que hago buenas películas, que gusten o no es distinto, he decidido pasar totalmente de lo que me diga la gente».
Isabelle Huppert
En la novela, la mujer apenas dice cuatro frases. En la película, Isabelle Huppert se hace sitio a codazos, aunque el director de «La reina Margot», que también ha trabajado como actor junto a ella, asegura que la trató igual que al resto del reparto. «El problema que me planteo con todos los actores ¿y con esto regresa a su preocupación favorita¿ es reunir las mejores condiciones para que no hagan en tu película lo mismo que han hecho en otras». Ella también «tiene hábitos». A veces tuve que decirle: «Así no, que te reconozco».
El cine de Patrice Chéreau no es apto para todos los públicos. Profundo y exquisito, ni siquiera la carga sexual de algunos de sus títulos da pie a un cine demasiado cercano y caliente, aunque a él le molesta que lo acusen de lo contrario: «Amo a mis personajes.Yo no soy frío, pero creo que ellos sí lo son. Hago películas que no son en absoluto frías y propongo al público cosas menos simples que las que ve normalmente, pero eso no quiere decir que no me preocupe por el público. Trato de atraerlo hacia mí y no de ir yo hacia él».
Entre sus proyectos, destaca el viejo deseo de rodar «Napoleón» con Al Pacino. «Dejé de trabajar en él hace tres años, pero el año pasado escribí una nueva versión y se la envié a Pacino. Espero respuesta». Entretanto, seguirá intentando no repetirse y aprender. «Mi madre, que murió el año pasado, dibujó hasta seis meses antes de morir. A los 91 años, todavía decía: creo que estoy haciendo progresos. Yo me siento igual».
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