El desfile norcoreano, en viñetas de Delisle
Autor de «Pyongyang», recuerda su estancia en la capital norcoreana en el Salón del Cómic
david morán
La bola del mundo ha dejado de girar, al menos por el momento, para Guy Delisle (Quebec, 1966). Su vida en familia y, sobre todo, esas dos criaturas que, asegura, han inspirado su humorística «Guía de un mal padre» (Astiberri), le han llevado ... a echar el freno y aparcar la que era una de sus especialidades: los cuadernos de viaje. Crónicas ilustradas con las que el dibujante canadiense había abierto ventanas íntimas a países herméticos, conflictivos y completamente desconocidos con títulos como «Crónicas birmanas», «Crónicas de Jerusalén» y, sobre todo, «Pyongyang» , celebrado relato de los dos meses que estuvo viviendo en la capital norcoreana.
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«Sin duda, ha sido el país que más me ha impresionado. La gente vive como encarcelada, nadie tenía ni idea de lo que ocurría en otros países», explica Delisle, una de las estrellas más buscadas del Salón del Cómic de Barcelona y dibujante convertido, muy a su pesar, en analista geopolítico del régimen de Kim Jong-un. «Estuve hace más de diez años, y no soy ningún especialista. La información que yo tengo la puede tener todo el mundo», relativiza cuando se menciona la amenaza nuclear norcoreana.
«Corea del Norte es el país que más me ha impresionado»
Una mirada interior
Aun así, no todo el mundo ha tenido que explicar en la aduana qué era ese libro de George Orwell («1984», para más señas) que llevaba en la maleta ni ha pasado dos meses con un «camarada guía» como sombra contemplando a voluntarias que barrían carreteras desiertas, descubriendo a cada paso fotografías de Kim Il Sung y, en fin, empapándose de la extrañeza de un país hermético y paranoico como pocos.
«En Corea del Norte la gente no te invita a su casa, nadie pasea y solo ves ensayos de desfiles, así que la del álbum es una mirada más interior», explica. De todo eso, señala, han pasado más de diez años, aunque las cosas siguen más o menos igual. «Se han producido cambios, sí, aunque son mínimos. Sigue siendo una dictadura, aunque a la gente ahora se le permite cultivar un pequeño jardín, hay quien tiene teléfono móvil de manera clandestina…», relata un dibujante que no acaba de tomarse demasiado en serio la amenaza nuclear de Pyongyang. «Creo que es un “bluff”. Una manera de dar miedo para acabar llegando a un acuerdo económico. Es más una mentira para impresionar que una verdadera amenaza», apunta.
«Creo que la amenaza nuclear es un bluff»
El desfile norcoreano, en viñetas de Delisle
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