Viaje al lugar donde las monedas de la «Mercedes» recuperan su historia
Entramos en la cámara acorazada del Museo Arqueológico Nacional, donde se cuida y estudia la carga de la fragata tras el expolio de Odyssey
jesús garcía calero
La historia sigue adherida a las piezas de oro y plata que viajaban en las bodegas de la fragata «Mercedes» en 1804. Las monedas parecen espejos: hablan de nosotros, son parte de nuestros naufragios, fracasos y expolios; y tienen cicatrices: ... han sobrevivido a la fiereza de batallas navales y judiciales; pero también, por fin, nos hablan hoy de ciencia y de cuidados . Porque la historia que nos cuentan estas monedas ya está a salvo. Se encuentra en las mejores manos, en el lugar perfecto.
XL Semanal ha tenido acceso a esos lugares. En su número de hoy muestra con todo detalle lo que hacen en el Arqua de Cartagena, el centro de referencia para el patrimonio subacuático en España, y también en el Museo Arqueológico Nacional , donde las más delicadas y expertas manos están procediendo a su cura y catalogación, con el fin de preservar aquella historia, completa, para el futuro. Para que no la olvidemos.
El relato comienza en los albores del siglo XIX con el metal acuñado en los ya por entonces agitados dominios americanos del imperio español. Sigue con la travesía marítima, a través de medio mundo, para acarrear las monedas hasta España. El mar está lleno de peligros y se produce el ataque a cañonazos de una flotilla inglesa. El barco que las trae estalla en mil pedazos el 5 de octubre de 1804 -es sabido- y después la carga pasará los siguientes 203 años quieta en el fondo del mar, mecida junto a una balumba de aparejos, enseres, cañones, espadas, vajillas y los restos humanos de 249 víctimas ... Hasta que, en 2007 el pecio de la «Mercedes» resultó expoliado por Odyssey Marine Exploration.
La cámara acorazada
Una puerta de quinientos kilos deja entrever la sala alargada en el centro del Museo Arqueológico Nacional. El peso de esta cámara acorazada haría peligrar las dependencias inferiores y, durante las obras de reforma del MAN, la sala se ha colgado totalmente de las vigas superiores, así que apenas roza el suelo. Flota , podría recordar también un barco.
En su interior, tras muchas peripecias, después de pasar de mano en mano durante siglos, se ordenan las monedas de nuestra historia. Las más ricas y raras. Las más singulares, incluso piezas únicas. Están clasificadas en bandejas, ordenadas cronológica y temáticamente en los laterales de la sala, de este «buque» que las conserva en perfecto estado. Algunas tienen más de dos mil años y nos hablan de Aníbal y de Augusto, de Ptolomeo I y Cleopatra. También de los recios iberos. Otras, más recientes, proceden de nuestros reinos. Pero todas comparten hoy el espacio de este «camarote» acorazado con las más importantes de las 574.553 monedas rescatadas por España de manos de los cazatesoros estadounidenses.
Las cifras son solo cifras, porque no hay dos monedas iguales. En el MAN se están catalogando una por una: los 212 escudos de oro y muchas decenas de miles de reales de a ocho de plata que ya están individualizadas. Cada una tiene su perfección y sus mellas, después de los avatares por los que ha pasado. Los expertos del Gabinete de Numismática, dirigido por Paloma Otero , cuentan en el reportaje de XL Semanal cómo han afectado a la conservación de las piezas los procesos agresivos utilizados por los cazatesoros para separarlas en el mínimo tiempo posible con un fin crematístico. Para el experto, igual que para cualquier amante del patrimonio, el valor de conjunto de esta colección supera con creces su precio de mercado. Un barco hundido es como un libro de historia. Lo que intentaron hacer los cazatesoros de Odyssey fue borrarla, arrebatárnosla, arrancar sus páginas con el fin de vender las plateadas «letras» por separado.
Hoy hace un año
Hoy hace un año las monedas de la «Mercedes» estaban a miles de metros de altura sobre el atlántico, volando en la panza de dos aviones Hércules del Ejército del Aire desde la base militar de McDill (Florida) a Torrejón, a donde llegaron el 25 de febrero. Fue su última travesía. Pero como revela el reportaje de hoy de XL Semanal ese viaje fue posible, además de por la costosa batalla legal, por el rigor y el empeño de un equipo de expertos capitaneados por Carmen Marcos, subdirectora del MAN . Ellos cotejaron la historia con las piezas en tiempo récord. Ahora recomponen hasta donde es posible ese libro que acabará colgado en la web para disfrute de todos.
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