Imagen del sónar de barrido lateral de una anomalía hallada este verano en el Golfo de México
Imagen del sónar de barrido lateral de una anomalía hallada este verano en el Golfo de México - INAH

Pilar Luna: «Mientras yo viva, en México lucharemos contra los cazatesoros»

Es una leyenda de la arqueología subacuática y dirige desde 1995 la búsqueda del «Juncal» y la investigación de la Flota de Nueva España perdida en 1631

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Colombia vota hoy en su Parlamento una polémica ley que permitirá a empresas cazatesoros contratadas por el Gobierno excavar los pecios de la carrera de Indias y vender buena parte de las monedas y lingotes extraídos. La norma causa horror a la comunidad científica y también espolea a países como México y España para que adopten políticas activas y mejor coordinadas.

Un ejemplo de la política activa es México. A diferencia de España, donde se han realizado pocos proyectos y ninguno tan ambicioso, allí se hacen cosas muy relevantes desde hace tiempo. Pilar Luna, Subdirectora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) habla con ABC de su proyecto estrella, la investigación sobre la Flota de la Nueva España de 1630-31 y la búsqueda del «Juncal» el buque insignia, un galeón hundido el 30 de octubre de aquel año, después de una lucha desesperada contra el mar embravecido y la muerte de casi 300 personas. Achicaron fieramente durante días, lanzaron por la borda cañones, el palo mayor y mercancías para ganar flotabilidad. Pero el destino estaba sellado. Solo se salvaron 39 ocupantes.

Luna es el azote de los cazatesoros, una leyenda viva de la resistencia de la arqueología desde que plantó cara a Odyssey ya en los años noventa, cuando buscaban el «Juncal» precisamente, porque se hundió en zona poco profunda (45 metros) con mucha historia, que ellos desprecian, y con más de un millón de pesos fuertes en plata y reales.

-Siempre es el «tesoro»...

-¡Ojalá ningún barco naufragado tuviera tesoro! Eso lo hace mucho más complicado, es todo un lío. Pero hay que dejar claro que los cazatesoros buscan el beneficio económico de la carga preciosa y los arqueólogos queremos solo extraer conocimiento, porque supone un gran aporte para la historia de la humanidad. Puedes hacer libros, documentales, réplicas, productos como camisetas, tazas, juguetes etc., y también exposiciones itinerantes, que atraerán a un gran público y educarán e instruirán a todos. Somos servidores públicos, investigadores sociales. Esa ha sido mi lucha toda la vida: entender el pasado para traerlo al presente y proyectar el futuro.

El indisimulado interés de los «malos» por el «Nuestra Señora del Juncal» le puso en serios aprietos. Todo comenzó en los años 80, cuando viejas empresas trataron de excavar el «Juncal» en el Golfo mexicano y hubo «una batalla bastante fuerte durante 18 meses». Pero luego fue peor: «Hace algo más de diez años Odyssey intentó por todos sus medios, que son muchos, influir en las altas esferas de México para que se autorizase su entrada en nuestras aguas. Negarse no es tan fácil, pero mi convicción personal es, más allá de la ley, lo que ha frenado aquí a Greg Stemm. Eso sí, anduve un tiempo con la carta de renuncia a mano, en la bolsa», confiesa la arqueóloga, que fue vilipendiada por Odyssey. En España, como se recuerda, acabaron dándoles permisos o mirando para otro lado en Cultura, Exteriores y otras instancias centrales y autonómicas, mientras realizaban durante 6 años un mapa arqueológico completo del Mar de Alborán, que España aún no conoce, y expoliaron en sus ratos libres la «Mercedes».

-La presión de los cazatesoros ¿ha impulsado a los Estados a reaccionar?

-Claro, sus presiones nos hacen conscientes de la necesidad de proteger el patrimonio según los claros criterios de la Unesco. Nosotros presentamos el proyecto de la Flota en 1995 y enseguida vimos que deberíamos estudiar la flota de 1630 en su conjunto, de manera global, porque era una oportunidad única, pero ya no centrados en el tesoro, sino en el conocimiento completo, la salvaguarda del patrimonio y la cooperación. Empezamos por los archivos de España y México y hemos aprendido mucho de los fondos del Golfo de México desde entonces.

-¿Qué han aprendido?

-Mientras buscábamos, desde hace años, hemos puesto en marcha también un Inventario y Diagnóstico de registros culturales en el Golfo de México. Tenemos localizados pecios del XVI y XVII, los más importantes para nosotros.

-Las autoridades españolas, de la patria de la Carrera de Indias, suelen dar prioridad a pecios romanos y púnicos. ¿Qué le parece?

-Es bien curioso que para España los galeones sean los barcos «modernos» pero para nosotros son los realmente antiguos. Es lo más importante que tenemos. Hay localizados 3 yacimientos con anclas o cañones a las vista, que serían muy tempranos, del s.XVI. Todos coinciden en que si ahora buscamos sistemáticamente, que es como convertir el mar en un gigantesco peine y cada diente del peine hay que recorrerlo, lo estudiamos con separaciones de 30 metros, será la única manera de tener certeza de lo que hay o no hay en ese área.

-Conocer es el primer paso para proteger. ¿Y excavar?

-Hasta ahora no hemos excavado nada. Tendremos más piezas del rompecabezas cuando buceemos y extraigamos restos. El proceso es largo pero estamos más cerca ya

-Si aparece el «Juncal» y lo excavan, ¿será el primer galeón estudiado científicamente?

-Creo que sí lo será, aunque no me atrevo a afirmarlo del todo porque yo sé que ha habido otras investigaciones. Los dos pecios que sé que se han excavado científicamente son Highborne Key (en Bahamas) y Molasses Reef en Turks & Caicos, ambos dirigidos por el Dr. Donald H. Keith, Presidente de Ships of Discovery. Se hizo una cala en el montículo de lastre que sella la parte de madera que se conserva. Lo que no se sabe es si eran galeones.

-¿Tan difícil resulta distinguirlos?

-Mire, incluso el «Juncal» es nave singular. Fue construida en País Vasco pero fue modificada para que tuviera más capacidad de carga y artillería. Así que hay discusión sobre el tipo de barco que fue. Lo más importante es la riqueza del potencial de conocimiento que sus características encierran sobre la construcción naval y de los buques de la Carrera de Indias en el siglo XVII, además de su contexto arqueológico excepcional debido a que, al no encallar sino hundirse, se trata de un navío completo que espera en el fondo del mar a ser estudiado y recuperado de manera científica.

-Solo ese trabajo, frente a los cientos, miles de expolios de cazatesoros...

-La arqueología subacuática tiene 50 años, que es poco, pero en los que hemos avanzado mucho. Hemos generado una gran conciencia, como demuestra la Convención de la Unesco. Hay que seguir investigando y protegiendo de manera sistemática ese patrimonio.

-Sabe que en España no hay buenas relaciones entre Cultura y la Armada, hubo un convenio que se convirtió en papel mojado. ¿Cómo lo llevan en México?

-Tenemos buenas relaciones con la Armada porque nos apoyan con embarcaciones oceanográficas para las temporadas de campo. Tener esa relación es lo correcto y también lo es que la Armada se implique en la defensa del patrimonio subacuático.

Pero no todo es armonía, porque en todos los sitios hay problemas. Pilar Luna se muestra bastante dolida por las críticas recibidas recientemente por antiguos colaboradores, que van desde el convenio firmado con la fundación Emilio Azcárraga y el empleo que procuró del buque oceanográfico la Universidad de México («por fin el buque que necesitábamos» subraya Luna) hasta la participación de expertos norteamericanos «que son científicos reputados».

Y le duele el trato recibido por el historiador español Fernando Serrano Mangas: «Lo conocimos por su trabajo y su especialidad en Carrera de Indias y lo invitamos en 2007 a dar un taller y después lo sumamos all proyecto de la Flota de la Nueva España de 1630-31. Desde 1995, hemos avanzado mucho. En enero de 2009, como avance de esta prospección para acotar las áreas, reunimos a Roberto Junco y Flor Trejo, dos investigadores del INAH, con Fernando Serrano y Loïc Ménanteau. Pagado por el INAH. Se trabajó con la información acumulada por nosotros a través de los años. Los conocimientos de Loïc sobre la cartografía y los de Fernando sobre la Carrera de Indias sirvieron para ayudarnos a acotar el área de trabajo. En el mapa en el que se plasmó el trabajo se firmó un compromiso, un pacto de confidencialidad, que yo estoy viendo ahora y está firmado por los cuatro. Para nosotros fue tremenda la sorpresa que la víspera de que zarpásemos al proyecto de la campaña de mar, que ni es la primera ni la última, Fernando sacara un libro con la Universidad Veracruzana: ”Los tres credos de don Andrés de Aristizábal”, en el que revelaba el área de trabajo del mapa. Es sorprendente y nos hace pensar mucho de su ética profesional».

Fernando la acusó de falta de transparencia y ella ahora, se sorprende del «enfoque que le está dando a la historia del “Juncal” hablando de “excepcional tesoro”. Nosotros no ponemos nuestro enfoque en otro tesoro. El verdadero tesoro es el conocimiento»

-¿Pero está localizado el «Juncal» o no lo está?

-No lo está a día de hoy. Fernando dice que hay un punto en el que está el «Juncal», pero ese punto es un área grande. Siempre diré la verdad: no hemos encontrado el «Juncal», pero no negaré que entre los restos que estamos analizando, en base de la información recabada por sonar digital de barrido lateral y magnetómetro de cesio -estamos decodificando e integrando la información de ambos instrumentos de geofísica- hay unas 300 anomalías y las dividiremos en 3 categorías, dependiendo de la prioridad. Luego iremos a los sitios que consideramos con más probabilidades de encontrar, no el «Juncal» solo. Hay que inspeccionar y bucear para ver qué hay. Es imposible decir que hallamos el «Juncal» o cualquier otro barco. Hemos hallado restos culturales, elementos ajenos al lecho marino, que son muy correspondientes a barcos, pero la época y la filiación cultural no se puede afirmar hasta que no buceemos y registremos sus elementos, que nos darán información parcial que nos ayude a completar al puzzle. La arqueología es así.

-Ahora los cazatesoros se disfrazan, ellos y sus proyectos, de «arqueología». ¿Teme confundirse, sobre todo si Colombia los legaliza con su nueva ley?

-Sí es cierto que se esfuerzan en parecer contratistas legales. Pero a mí no me convencerán por más que lo disfracen. Me gusta la verdad y no las máscaras. Los gestores que hemos mantenido a raya a los cazatesoros durante muchos años no nos vamos a dejar engañar. No es posible que tratemos de hacer legal la explotación comercial cuando hay un acuerdo internacional como la Convención, cuyo espíritu es la no explotación comercial y la cooperación. Nos da directrices de cómo hacerlo. Lo demás son negociaciones comerciales que ya en el 2012 no me caben en la cabeza. Que escuchen a la comunidad científica. La misma protección cultural que goza desde hace 200 años la arqueología terrestre hay que trasladarla al patrimonio subacuático. Así de simple.

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