SONIA COBO, PRESIDENTA DE ASEMECO
«Nosotras somos más pragmáticas»
Ha pulverizado una tradición secular. Y no parece afectarle lo más mínimo. Pero ahí está: la primera mujer que preside la patronal del metal de Córdoba. «He venido a demostrar que nosotras también podemos hacerlo», proclama
«Nosotras somos más pragmáticas»
Mujer, joven, empresaria y presidenta del sector del metal. Para ser exactos, la primera mujer en 35 años que lidera un gremio tradicionalmente dominado en régimen de monopolio por los hombres. Y aquí está, a sus 37 años, al frente de una asociación que aglutina ... a 320 empresas de Córdoba y provincia y da empleo a 4.500 trabajadores. La primera pregunta, por tanto, cae por su propio peso.
-¿Qué hace una mujer como usted en un gremio como éste?
-En realidad, ¿qué sector no tiene una tradición masculina?
-La cosmética...
-(risas) Y la peluquería. Me han educado en igualdad de condiciones que a mi hermano y nunca he sentido que tuviera menos posibilidades que él. Quería demostrar que las mujeres podemos asumir responsabilidades como cualquiera, que todavía hay alguno que lo duda. Hay organizaciones que te colocan, a veces, como el que tiene un trofeo.
-Y usted no se ve mujer florero.
-Pues no.
-¿Todavía hay gente que duda de la capacidad de la mujer?
-Lo he visto al principio. Cualquiera que entra aquí en mi empresa, me ve sentada fuera de mi despacho y piensa que eres la administrativa. Se nos asocia siempre a un tipo de trabajo, a un estereotipo, a un cliché.
-Y le pesa el cliché.
-No mucho. Pero no me gusta. Son muchos años ya de cliché, aunque no es una cosa que me preocupe. No he sentido nunca ningún impedimento.
-Ningún techo de cristal.
-Me pilla un poco lejos el techo de cristal. Entiendo que hay prejuicios lógicos porque la tradición pesa mucho. Vas a una obra y nunca piensan que eres la gerente.
Nada más activar la grabadora, la conversación transita por territorios de género. Y digamos que es un hecho inevitable. En la galería de presidentes de Asemeco, fundada en 1977, se han sucedido diez máximos responsables de la organización. Todos hombres. Menos una. Sonia Cobo (Córdoba, 1976) estudió Ingeniería Técnica de Obras Públicas por razones puramente prácticas. Lo que le pedía el cuerpo era dedicarse al dibujo -uno de sus cuadros se encuentra colgado detrás de su cabeza- pero ganó la partida el sentido utilitario. «Hubiera querido dedicarme a otra cosa y nunca se sabe, aunque no me arrepiento», subraya.
Terminó la carrera y se incorporó a trabajar en la empresa de su padre, Pricorp, para hacer presupuestos y dirigir los proyectos de obra. Su progenitor se jubiló y ella es hoy gerente de una sociedad auxiliar de la construcción que ha llegado a facturar dos millones de euros y da trabajo a cinco empleados fijos más otros quince eventuales.
-Asemeco ha tenido diez presidentes en 35 años y usted es la primera mujer. ¿Lo suyo que ha sido: provocación o inconsciencia?
-Yo creo que atrevimiento. Ha sido también una responsabilidad por mi parte. Estoy muy comprometida con la lucha de la mujer y tengo la obligación de aprovechar la oportunidad porque es necesario que se nos vea. Que no te coloquen ahí porque haya un cupo de mujeres sino que hay que demostrar que valemos y podemos hacer las cosas igual.
-¿Ha tenido que escuchar muchas impertinencias?
-Realmente no. Aunque sí que es verdad que a la gente le llama la atención algunas cosas.
-¿Qué pone una mujer en un consejo de administración que no ponga un hombre?
-Un punto de vista diferente.
-¿Por ejemplo?
-Los hombres son de hacer relaciones personales, de irse a comer y hacer tratos vinculándolos al ámbito personal. Nosotras somos más pragmáticas. Vamos a lo seguro y no nos perdemos por las ramas. Somos más concisas y buscamos el camino más directo.
-Lleva cinco meses en el cargo. ¿Le queda bien el traje o tiene ganas de salir corriendo?
-Queda mucho por hacer. Quiero que la asociación no sólo sirva de cara a la galería y para firmar convenios. Hay muchos empresarios pasando dificultades y la asociación tiene una función social que cumplir facilitándole las cosas. Queremos conectar unas empresas con otras y poner en valor lo que puede hacer cada una para no tener que contratar fuera.
-Córdoba cuenta hoy con 4.000 empresas menos que en 2007. ¿Tiene antídoto contra la catástrofe?
-Ojalá. Si a mí me dijeran qué necesitaría para contratar a más personas yo diría que el coste de la Seguridad Social baje. Es muy alto. Tengo que facturar mucho más para mantener otro puesto de trabajo. Y echo en falta que alguien nos diga por dónde tirar. Ahora la construcción es el demonio personificado cuando hace siete años se promovía. Yo pensé que las energías renovables iban a ser un buen camino pero se han cortado las subvenciones.
-Uno de cada tres cordobeses está en paro. ¿Queda mucho para el abismo?
-Yo me pregunto muchas veces cómo no está la gente en la calle.
-¿Sentido común o pasividad?
-Quizás la necesidad que te obliga al día a día. Los ciudadanos no somos responsables ni se nos puede castigar haciéndonos sentir que hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades.
A decir verdad, Sonia Cobo se matriculó inicialmente en Agrónomos pero a los cinco años tiró la toalla para ponerse a trabajar como administrativa. La rutina laboral la hizo recapacitar y a los dos años volvió por la senda universitaria, esta vez como ingeniera técnica. Al final de carrera disfrutó de una beca Erasmus en La Rochelle (Francia). «Estar fuera es muy enriquecedor. Abre la mente y hace ver las cosas con otra perspectiva. Aprendí a relacionarme con gente de otras culturas, a convivir y, sobre todo, a respetar». ¿Aquí tenemos esa asignatura aprobada? «Yo creo que no».
-¿Un empresario es hoy un «kamikace»?
-Hay que ser un valiente, desde luego, y tener confianza en que eres capaz de sacarte las castañas del fuego. Aunque hoy en día es casi más «kamikace» quedarte en tu casa.
-Un presidente de la patronal, José Luis Vilches, dijo: «Córdoba es el todos contra todos». ¿Suscribe el titular?
-Me gustaría pensar que no, pero eso debe pasar en todas partes, ¿no?
-También declaró que una empresa sin balance social no es una empresa: es otra cosa.
-Imprescindible. Nosotros no hemos crecido mucho quizás por eso. No somos empresarios radicales que vayamos a ver cómo pueden ganar más. La gente tiene que estar contenta y sentirse reconocida en el trabajo. Si está a gusto en el trabajo, trabaja mejor.
Los pies en el suelo
-¿Qué hueso es más duro de roer: un sindicalista o un burócrata?
-El trato con los sindicatos es complicado. Son estructuras muy viciadas y hemos llegado a una altura en que a la gente se le ha olvidado cuál era su función. El sindicalista está para defender el derecho de los trabajadores e impedir abusos, pero las circunstancias están muy mal, hay que ser competitivos, reducir costes y poner los pies en el suelo. Y a los burócratas hay que entenderlos y procurar no ir con prejuicios. Nosotros nos quejamos porque a nadie le gusta hacer trámites burocráticos.
-Le llaman ajuste pero esto parece un castañazo en toda regla.
-Está claro que hay un empobrecimiento general y nuestra calidad de servicios sociales se reduce. No necesitamos un reajuste sino un cambio de dirección.
-¿Hacia dónde?
-Las cuentas del Estado estarán mejorando pero los ciudadanos estamos empeorando. Es una vía muy dolorosa para la sociedad. Echo en falta que se abra un camino hacia el que la gente pueda dirigir su actividad, como las energías renovables.
-O sea: usted no ve brotes verdes.
-Yo confío en que si es verdad que los números macroeconómicos están mejorando a la larga repercutirá en que esta escabechina acabe.
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