Ritmo de anecdotario
R. A.
«QUIENES viven aquí se mueven. Y mucho». Eso es lo que piensa cualquiera que ponga un pie en la casa número 3 de la calle Chaparro, que se ha ganado por méritos propios un lugar en la ruta de los patios aunque no lo ... tenía fácil por la competencia tan feroz de la que anda rodeada: nada menos que la casa de Marroquíes tiene a tiro de piedra, que a poco que haya colas en la morada del sastre bohemio —sí, hay más vecinos, de acuerdo, pero él es el más ilustre, el más popular— la hilera de visitantes puede llegar a las mismas puertas del número 3 de Chaparro. La competencia no se queda ahí: porque en el número 9 de Chaparro hay otro patio de los tiempos de María Castaña, con resonancias de la Casa de Paso y de la plaza de la Lagunilla, lugar manoletista donde los haya.
Pero a fe que el 3 de Chaparro se ha ganado a pulso un sitio. Con imaginación. Con esfuerzo. Con talento. Con música. Sí, con música: con el fado, con el flamenco y con el tango, bienes intangibles de la Humanidad reconocidos por la Unesco como tales, como los Patios. «Queríamos rendirle este año un homenaje a la música, y lo hemos enlazado con el concepto de intangible por la actualidad que tiene por el reconocimiento nuestra fiesta», indica Isabel Pérez, una de las propietarias de este patio de vecinos de nueva construcción.
¿Pero por qué monta un patio esta comunidad de vecinos? La respuesta es simple: «Nosotros disfrutamos mucho con nuestro patio, porque solemos hacer vida en común en él, y nos parece que es bueno que, en la medida en la que podamos, ayudemos a que siga la tradición», resalta Pérez, a la que le resulta muy valioso que este interés por que los Patios no mueran venga de una propiedad no antigua sino de reciente construcción.
Reloj de sol
Y si este año ha sido la música el hilo argumental elegido para trenzar vínculos con los visitantes, los dueños de las casas del número 3 de Chaparro eligieron la fotografía el pasado mayo, de tal manera que promovieron un concurso de instantáneas que tuvo una acogida más que notable. Las artes, como se ve, no les son ajenas a los vecinos de esta bocacalle de Marroquíes. La literatura, por ejemplo, tiene un sitio en el patio: en un lateral de la estancia hay una mesa con varios títulos singulares, entre ellos «El diccionario ilustrado de anécdotas» de la Editorial Gustavo Gil. Todo sea porque el tiempo no pase en balde. O por hacerle caso al reloj de sol que está fijado en la pared, y que lleva la leyenda de «Tempus fugit».
Ritmo de anecdotario
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete