Adiós, Benedicto

Ha sido un Papa lleno de amor a la Iglesia de Jesucristo que renuncia por su cansancio y avanzada edad. No debería sorprendernos tal decisión si consideramos que hoy es necesario un constante apostolado viajero para así mejor cumplir el mensaje de Jesucristo: «Id al mundo entero y predicad el Evangelio». Si se siente cansado (es comprensible a sus 85 años), ha hecho un ejercicio de libertad y verdadera humildad que le habrá costado mucho. Su pontificado ha sido muy profundo y fructífero, lleno de amor a Jesucristo. Hombre de gran fe y clarividencia humana que nos deja tres encíclicas, varios libros y escritos que iluminan nuestras conciencias. Aún recuerdo sus consejos a los jóvenes que acudieron a la JMJ de Madrid: «Edificad vuestras vidas sobre roca firme, que no paséis de puntillas ante el sufrimiento humano, que la fe es una planta delicada que se cuida con los sacramentos y que no se puede seguir a Jesús si no se camina con la Iglesia». Para terminar diré aquello de: cuando un amigo se va, algo se muere en el alma... A este que fue un gran Papa, de corazón le deseo lo mejor.