?
Síguenos en
LOVE

El mal hábito de ignorar a tu familia por culpa del teléfono: Phubbing

Ignorarse presencialmente para atender el smartphone es una conducta normalizada. Te damos las claves para que el móvil no te robe tus momentos familiares

Ana López-Varela

Compartir

Érase una vez un hombre a un teléfono pegado, érase un teléfono superlativo, omnipresente… Así podría haber empezado el conocido soneto de Francisco de Quevedo en nuestros días. Y es que, en la última década, los smartphones se han incorporado a nuestras rutinas hasta convertirse en un objeto indispensable sin el que ya no sabríamos vivir. De acuerdo con un estudio del Pew Research Center de Washington, el móvil tiene una penetración de casi la mitad de la población mundial (en Estados Unidos es el 77% de la población, y en España, el 79%).

Los usamos a diario, para casi todo. Para revisar el mail del trabajo, al pagar el aparcamiento o hacer la compra, para comunicarnos con los nuestros o ver la última serie de Netflix, como despertador, para leer la prensa, escuchar música o atender nuestras redes sociales, para registrar los mejores momentos del día con vídeos o fotografías, seguir los avances escolares de nuestros pequeños o mantener la ruta de viaje correcta… Sin duda, los teléfonos inteligentes nos hacen la vida más fácil, pero también nos roban muchos momentos únicos, a veces sin que nos demos cuenta.

El 90% de adolescentes prefiere el contacto virtual que cara a cara

El problema no está en los dispositivos sino en cómo los utilizamos. Un uso, en ocasiones excesivo, que puede acabar aislándonos de nuestro entorno y dañando nuestras relaciones familiares. Una realidad que explican muy bien desde la web Por un uso Love de la tecnología, a través de la cual Orange busca concienciar a niños y mayores sobre la importancia del uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías así como de los abusos que se pueden hacer de ellas.

Con sus notificaciones constantes –globos, alertas, timbres y vibraciones–, los smartphones reclaman atención continua. Y, muchas veces, atenderlos pasa a ser la prioridad. Un mal hábito que los expertos han bautizado como phubbing –por las palabras de origen inglés phone (teléfono) y snubbing (ignorar o menospreciar)– y que se utiliza para hacer referencia a todas aquellas situaciones en las que el uso del móvil nos hace ignorar, de manera desairada, a las personas que nos acompañan. En español, el término se ha traducido como ningufonear, un acrónimo de ningunear y telefonear, del que se puede derivar ningufoneo.

Esta conducta provoca en los que nos acompañan sensación de desasosiego y falta de interés por nuestra parte. Y no vamos a negarlo: todos hemos estado a ambos lados, ignorando o siendo ignorados por la persona que estaba más cerca. Según un estudio realizado por Varoth Chotpitayasunondh y Karen Douglas, de la Escuela de Psicología de Kent, los factores que fomentan este hábito tan descortés podrían ser la adicción a internet, el miedo a perderse de algo (conocido en inglés como FOMO, por fear of missing out) y la falta de autocontrol. Sobre esa base, la sociedad ha comenzado a  percibir el ninguneo digital como algo aceptable.

Es fundamental plantearse hasta qué punto estamos robándole a nuestros seres queridos la oportunidad de compartir momentos juntos

Todo el mundo lo hace. Sin embargo, cada vez que caemos en la tentación de consultar nuestro teléfono en detrimento de una interacción real se abre una brecha que podría acabar destruyendo la relación con esa persona a la que estamos despreciando. Un comportamiento que resulta aún más dañino en el entorno familiar ya que la comunicación es vital para que todo funcione correctamente. Por eso, es fundamental plantearse hasta qué punto estamos robándole a nuestros seres queridos la oportunidad de compartir momentos juntos. ¿Es el tiempo que dedicamos a nuestra familia un tiempo de calidad?

Si la respuesta a esta pregunta no es una afirmación rotunda aún no está todo perdido. Existen algunas pautas sencillas que pueden minimizar el ningufoneo, al menos en el seno familiar. Una manera infalible de evitar que el uso del móvil se interponga en la relación con tu pareja o con tus hijos es silenciarlo –lo ideal sería dejarlo en otra habitación– mientras disfrutas de su compañía. También es recomendable fijarse (y cumplir) unos horarios determinados para atender a correos o mensajes sin exceder el tiempo destinado a ello. Igualmente, es necesario establecer normas claras para que los menores sepan dónde y cuándo pueden utilizar la tecnología.

Las situaciones que más phubbing provocan suelen ser la reuniones en torno a una mesa. Tanto es así que han surgido nuevos protocolos sociales para intentar que el móvil no aisle a los comensales. Aprovechar la hora de la comida o la cena para recargar la batería de todos los terminales de la casa puede ser una buena estrategia. Otra forma de no prestar tanta atención al teléfono es desactivar las notificaciones de las aplicaciones más habituales, al menos durante las actividades que se desarrollen en familia y que consideremos que necesitan de toda nuestra atención.

Los factores que fomentan este hábito tan descortés podrían ser la adicción a internet, el miedo a perderse de algo o la falta de autocontrol

Si creemos que nuestros hijos son víctimas del phubbing, lo primero y más importante es ofrecerles un buen ejemplo haciendo gala de un uso moderado de nuestro smartphone. Si nosotros no aprendemos a desconectar del teléfono, ellos tampoco lo harán. Y, por supuesto, a la hora de dormir hay que obligarles a apagar el teléfono. Los expertos aseguran que el brillo de la pantalla puede provocar insomnio o cuanto menos interrumpir el sueño.

Según la plataforma Stop Phubbing, “el 90% de adolescentes prefiere el contacto virtual que cara a cara”. Por esta razón, resulta muy interesante acostumbrar a los menores a hablar de sus emociones y a resolver los conflictos en persona. Es necesario que observen, al menos en el núcleo familiar, que hay formas de comunicación más efectivas que los mensajes de texto. También es aconsejable procurar que nuestros hijos desarrollen formas de ocio libres de tecnología: deportes y actividades al aire libre o que impliquen el contacto directo y presencial con sus iguales. Para entender la importancia de frenar el ningufoneo es necesario saber que un uso desmesurado del teléfono puede repercutir directamente en su capacidad de atención y concentración y provocar un aumento de sensaciones como la ansiedad, la soledad e incluso la depresión.

Compartir

Este contenido ha sido desarrollado por Content Factory, la unidad de contenidos de marca de Vocento, con Love Orange. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.