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¿Compartes la vida de tus hijos en redes? Cómo revertir el sharenting y algunos consejos para no caer en él

Si nunca te habías planteado el riesgo que conlleva la publicación masiva de contenido sobre tus hijos en internet aún estás a tiempo de poner remedio a esta práctica

Ana López-Varela

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Igual que pedimos a nuestros hijos cabeza para usar las redes sociales, los padres también deberíamos aplicar ese mismo sentido común a la hora de compartir información de los menores en internet. Sin embargo, la proliferación del sharenting –combinación de las palabras inglesas share (compartir) y parenting (paternidad, crianza)– es un hecho. En mayor o menor medida, gran parte de los progenitores usan sus perfiles en redes sociales como Twitter, Instagram y sobre todo Facebook, para documentar el día a día de sus pequeños. Imágenes cotidianas que van conformando su imagen pública y que generan una huella digital que a día de hoy resulta imposible borrar. Una vez que se publica una foto, se pierde el control sobre ella, de manera que cualquiera podría guardarla, etiquetarla o usarla para cualquier fin sin que los padres ni sus protagonistas se enteren nunca.

No consiste en dejar de publicar, pero si en hacerlo responsablemente, tal y como recuerda la campaña Por un uso Love de la tecnología de Orange, una iniciativa cuyo objetivo es concienciar a niños y mayores sobre la importancia del uso seguro de las nuevas tecnologías así como de los abusos que se pueden hacer de ellas.

En el caso del sharenting, ciertos estudios apuntan a que muchos niños ya tienen presencia digital antes de cumplir los seis meses; y que en sus primeros cinco años de vida podrían acumular ya unas 1.000 fotografías en la red. Es más, según una investigación de la consultora especializada en seguridad informática AVG, más de un tercio de los niños tienen huella digital antes del primer año de vida. Incluso antes de nacer, debido a la moda de subir las ecografías. No existe una cantidad mínima de publicaciones establecida para catalogar esta práctica del sharenting, pero la revista Time afirma que se puede considerar como tal subir imágenes cada dos o tres días de forma continuada. Aunque también es verdad que un único post viralizado puede resultar incluso más dañino que cientos de imágenes pululando por la red. Por ello, no solo se trata de vigilar cuánta información se comparte sino también qué tipo de contenido. Y es que la sobreexposición que los adultos hacen de los pequeños entraña muchos peligros. 

De entrada, supone la vulneración de la intimidad de los niños, algo penado legalmente. En España, los casos relativos a menores de 14 años son regulados por la Ley Orgánica 1/1996 de protección jurídica del menor, que considera una “intromisión ilegítima en el derecho al honor, la intimidad personal y familiar y la propia imagen del menor la utilización de su imagen o su nombre en medios de comunicación, de un modo que pueda implicar el menoscabo de su honra, su reputación, o que sea contrario a sus intereses”. Si tiene más de 14 años –edad que le permite decidir por sí mismo, por lo que ni siquiera sus padres o tutores podrían publicar fotos suyas sin su permiso– se aplica la Ley de Protección de Datos.

Por otra parte, la publicación masiva de contenido sobre los niños en internet aumenta el riesgo de que estos puedan ser objetivo de acosadores y pederastas, o ser víctimas en el futuro de delitos tales como el fraude o el robo de identidad. Según un informe de Barclays, “otra década de padres compartiendo demasiada información online producirá 7,4 millones de casos al año de robo de identidad hacia 2030. Para esa fecha, los costes de fraude provocado por información obtenida en casos de sharenting podrían ascender a más de 870 millones de dólares”.

Como mínimo, las publicaciones pueden tener efectos psicológicos negativos. Lo que sus padres consideran hoy vídeos o imágenes graciosas, podrían hacer que el niño o niña se sienta ridículo o agraviado el día de mañana. De hecho, uno de cada cuatro menores, según datos recabados por la experta Stacey Steinberg, se sienten “avergonzados, tristes, ansiosos y preocupados» por lo que comparten sus padres sobre ellos.

  •  ¿Hay manera de revertir esta situación? Qué hacer si ya se ha compartido la información: 

  •   Lo primero debería ser proteger la privacidad de los perfiles en redes sociales, blogs y demás sitios donde se comparta –o se haya compartido– información. Todas estas plataformas ofrecen la posibilidad de configurar la privacidad en su menú de ajustes. Lo aconsejable es restringir el acceso al máximo, más aún cuando se trata de un contenido relativo a un menor.

  •   También, es necesario revisar bien si las publicaciones (vídeos, fotos, álbumes…) son públicas o privadas. Lo recomendable es activar la opción privada. Y siempre desactivar las funciones de localización y ubicación de las imágenes.

  •   Resulta útil configurar una alerta de Google para los nombres de nuestros hijos y que así se nos avise de los sitios donde pudieran aparecer o si se ha buscado información sobre ellos.

  •   Para los usuarios de Facebook, un detalle a tener en cuenta es que la foto de perfil y de portada siempre son públicas. Pero al cambiarlas, el sistema sí que permite mantener en privado las que había antes. También es importante no usarlas en la imagen de perfil de Whatsapp, pues esta queda a la vista de cualquiera que tenga el número.

  • La información se debe compartir de forma anónima sin mostrar caras ni aportar nombres, fechas de nacimiento, localizaciones, centro escolar ni ningún otro dato personal de los menores

    Un estudio elaborado en 2017 por Ofcom –regulador de las comunicaciones de Reino Unido– afirmaba que publicar fotos y vídeos familiares en redes sociales se ha convertido en un problema divisorio en los hogares. “Los padres actuales no coinciden sobre si es o no sensato compartir fotos de los niños en internet”. En todo caso, si es usted de los adultos que se mantienen firmes en su voluntad de publicar contenidos de menores en sus redes sería importante hacerlo bajo estas premisas:

    – La información se debe compartir de forma anónima sin mostrar caras ni aportar nombres, fechas de nacimiento, localizaciones, centro escolar ni cualquier otro dato personal.

    – Tampoco se deben publicar en las redes sociales imágenes de otros menores sin en el consentimiento de sus padres, algo habitual en las fotografías de fiestas de cumpleaños, eventos escolares o deportivos. 

    – Además, es importante pedir y respetar la opinión de los niños y nunca colgar una fotografía si nos les gusta. 

    – Yampoco se deben publicar fotografías en las que el menor aparezca desnudo ni siquiera cuando es un recién nacido o bebé.

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    Este contenido ha sido desarrollado por Content Factory, la unidad de contenidos de marca de Vocento, con Love Orange. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.