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¿Jóvenes presos de la dictadura del 'like'? Cuando el 'postureo' manda

En un mundo en el que cada día se dan 4,2 mil millones de me gusta en Instagram, los adolescentes miden el reconocimiento, la popularidad y la aceptación del grupo en unos likes, que pueden convertirse en adictivos

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Cada día se dan 4,2 mil millones de likes en Instagram. Esta popular red social, a la que se suben 95 millones de fotos y stories diarios, tiene más de 800 millones de usuarios activos al mes, en su mayoría entre 18 y 34 años. Para todos ya es algo habitual compartir esas imágenes idílicas de las vacaciones, una comida inolvidable, una quedada fantástica o el último modelito que se ha incorporado a nuestro armario. En la era del Now & Noisy, del ruido permanente, las redes sociales se han erigido en el gran escaparate de nuestras vidas y de una pretendida felicidad hasta el punto de que el like o me gusta se ha convertido en un sinónimo de popularidad e integración social.

Si esto es así para los adultos, en el caso de los jóvenes va mucho más allá. Nunca estuvo tan a mano el reconocimiento y la popularidad, la cultura de la imagen y de la apariencia y, en paralelo a todo esto, también la necesidad de aceptación inmediata y de construir, literalmente, una identidad digital, real o no. El me gusta ha cambiado las reglas del juego: a más likes, más popularidad y, por tanto, más éxito. Es la dictadura del like.

El like nació como un mero reconocimiento, pero en la era de influencers, instagramers, youtubers y demás celebrities de nuevo cuño se ha convertido en mucho más. Para los adolescentes el número de seguidores de sus redes sociales y los me gusta que alcanza cada una de sus publicaciones han transformado en una forma de medir el nivel de popularidad. Si el cine se ha encargado de contarnos siempre que los más populares de la clase eran los reyes del baile del instituto, en el siglo XXI lo son los que alcanzan las mayores cifras de seguidores y fieles en redes como Instagram o Facebook.

Ese es el principal baremo que determina su aceptación en el grupo y que, en muchos casos, modifica, aunque a priori no debería tener más consecuencias, su forma de relacionarse ya no solo con su entorno directo sino con todo el universo de la red; incluso puede influir en la forma en la que se acepta uno mismo. Tanto es así que el like llega a convertise a veces en una moneda de cambio («me das un like y yo te doy a ti») y en un fin en sí mismo. En otras palabras, se actúa para conseguir un me gusta.

Debido a ello, la espontaneidad ha perdido peso en las redes sociales para dar paso a una preproducción idílica, feliz y cool de la existencia, cuya consecuencia es esa nueva droga que es el me gusta. Y decimos droga porque actúa como un refuerzo y puede generar adicción, especialmente en una generación joven más vulnerable y que está aún formando su carácter.

Un estudio realizado por el Centro de Mapeo Cerebral de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) revela que los adolescentes pasan al día entre seis y nueve horas en sus redes sociales. Al analizar cómo actuaban ante fotos con números dispares de likes en una aplicación similar a Instagram, los investigadores vieron que la actividad cerebral relacionada con la recompensa es mayor en las fotografías que tenían más likes. Además, esa reacción relacionada con la risa, el placer y el sistema de recompensas, similar a la que se activa cuando comemos chocolate o ganamos dinero, se disparaba cuando la imagen con mayor reconocimiento había sido subida por ellos.

De igual modo, los adolescentes eran más propensos a dar un me gusta a una foto que ya tenía muchos, aunque fuera una imagen neutral de un plato de comida, por ejemplo; pero también en imágenes «arriesgadas» de alcohol, tabaco o actitudes sexuales. «En el pasado, los adolescentes solían hacer sus propios juicios acerca de cómo respondían las personas de su alrededor, pero cuando se trata de likes, no hay ambigüedad», aseguró Lauren Sherman, autora principal de este estudio publicado en la revista Psychological Science, destacando el impacto en el llamado efecto de conformidad, es decir en la influencia que tiene este mundo virtual en sus decisiones.

Los riesgos de vivir para los 'likes'

El postureo, la necesidad de aceptación inmediata y de querer formar parte del grupo son los signos más claros de estar preso de la llamada dictadura del like. Pero es que, además, pueden producirse riesgos mucho mayores, tal y como advierte la iniciativa Por un uso Love de la tecnología, con la que Orange pretende sensibilizar, tanto a adultos como a menores, sobre la importancia de un uso seguro y responsable de la tecnología, centrándose en este caso en el riesgo que supone para los más jóvenes esa dependencia del reconocimiento en redes sociales.

Una de las derivadas de considerar el like como un medidor de aceptación es que no recibir suficientes me gusta puede llevar al adolescente a pensar que no es aprobado por su entorno. Algo que no es trivial porque a esa edad se busca y necesita la integración dentro del grupo (cuyas fronteras, por otra parte, están ya absolutamente difuminadas debido a la extensión de las relaciones online). Además, la aceptación, o falta de ella, puede influir directamente en su autovaloración y nivel de autoestima. Esta búsqueda constante y desmedida de reconocimiento en internet y las redes sociales puede derivar en problemas de identidad en los adolescentes, que pueden llegar incluso a crear una imagen falsa que nada tenga que ver consigo mismos o dejarse llevar por lo que más triunfa en las redes, cambiando sus gustos musicales, ideológicos o personales para conseguir esa aprobación. Llevado al extremo, pueden hasta plantearse acciones verdaderamente peligrosas para aumentar su cuota de likes.

Otro riesgo, más imperceptible y duradero, es la sobreestimulación. Las nuevas generaciones se están acostumbrando a recibir constantemente pequeños estímulos satisfactorios e inmediatos por sus acciones de los que depende su estado anímico. Cada like es una pequeña dosis de euforia que es adictiva. O como explica Guido Stein, profesor del IESE y experto en millennials, «uno de los rasgos más representativos de esta generación es la necesidad de aprobación por parte de los demás. Son poco menos que unos «adictos» al reconocimiento, que no solo esperan obtener de sus superiores, sino también, y sobre todo, de sus semejantes».

Los padres y tutores han de estar muy atentos a esta nueva “adicción”, ya que son jóvenes que están desarrollando su personalidad. En este contexto, son imprescindibles los diálogos y las conversaciones de valor en familia, como también aconseja la iniciativa Por un uso Love de la tecnología, con el fin de que los adolescentes sean conscientes de la realidad y otorguen a esta nueva forma de reconocimiento la importancia que de verdad tiene.

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Contenido de Content Factory para LOVE ORANGE. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.