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Papá, suelta el móvil: lo que a los niños no les gusta que hagamos con la tecnología

Los adultos miramos el smartphone más de 150 veces al día. Nuestros hijos nos reclaman más atención y que hagamos un uso moderado de la tecnología, tal y como les exigimos a ellos

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Abres los ojos y desde la cama, tras apagar la alarma, coges el móvil y miras Whatsapp. Después, un paseo por Facebook, otro por Twitter para leer las primeras noticias del día y, por qué no, otra parada en Instagram para ver las fotos estupendas de nuestros conocidos. De camino al trabajo en el metro o el autobús, una partida al juego de moda; luego, unas compras online a mediodía y, cómo no, consultar el email antes de cenar. Si uno de cada tres menores dedica más de tres horas al día a internet, los adultos miramos el móvil, de media, más de 150 veces diarias, según los datos del estudio How many times do you check your mobile phone per day?, elaborado por Oracle Marketing Cloud. Es el tic de nuestra época. Y la mayor parte de las veces desbloqueamos el móvil para consultar las apps de mensajería o hacer llamadas, de acuerdo con el mismo estudio, al que se suman otro informe que revela que nueve de cada diez españoles no se alejan de su móvil más de un metro en todo el día.

Las nuevas tecnologías se integran cada vez más en la vida familiar, tanto en el caso de los padres como de los hijos. Por ello, una de las principales preocupaciones de los adultos es que sus hijos hagan un uso responsable de sus dispositivos móviles (dentro y fuera de casa), sean conscientes de sus peligros y no abusen del smartphone. Pero la pregunta es ¿cumplimos nosotros las normas que queremos imponer a nuestros hijos?

«Resulta complicado trasladar a los menores de edad la necesidad de plantearse estas cuestiones si no las observan entre sus mayores. Es contraproducente que observen a sus padres anteponer la respuesta a un Whatsapp a cualquier otra cuestión, y más cuando supone interrumpir una conversación cara a cara, dejar de prestar atención a algo que te están contando, o simplemente llevar a cabo una actividad como el juego con sus hijos», explica el especialista en el tema Guillermo Cánovas.

Los adultos miramos el móvil más 150 veces al día

Es decir, los padres somos los primeros que tenemos que dar ejemplo si queremos que nuestros hijos cumplan reglas tan habituales (y necesarias) como seguir unos horarios de uso de los móviles y tabletas, ser estrictos con la privacidad o meditar qué tipo de contenido comparten en las redes sociales.

«Es un buen momento para plantearse no solo la necesidad de establecer unas normas básicas sobre el uso de la tecnología en la familia, sino también para tener en cuenta lo que ellos demandan y aplicarnos nuestras propias recetas. El ejemplo en la educación sigue siendo fundamental, y ser incongruentes con lo que intentamos transmitirles no aportará nada bueno», agrega Cánovas, colaborador de la web Por un uso Love de la tecnología, a través de la cual Orange quiere concienciar a niños y mayores sobre la importancia del uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías.

El estudio Not at the Dinner Table: Parents’ and Children’s Perspectives on Family Technology Rules, realizado conjuntamente por la Universidad de Michigan y la de San Francisco, deja claro que tanto para los adultos como para los niños y jóvenes es muy difícil cumplir con las reclamaciones de desconexión. Además, todos los miembros de la familia reclaman más atención de los otros cuando están juntos.

Esta es, de hecho, una de las principales conclusiones de la investigación. El multitasking está perjudicando las relaciones personales, acostumbrados a mantener conversaciones mientras consultamos el móvil. De hecho, el CIS apuntaba hace un par de años que los conflictos familiares provocados por las nuevas tecnologías habían aumentado para más del 51% de los encuestados y un 67,9% opinaba que la comunicación entre padres e hijos ha disminuido.

«Los niños dicen que los padres tienen que ser receptivos al tiempo familiar y seguir sus propias reglas sobre la prohibición de utilizar dispositivos móviles en la mesa. Nuestros resultados sugieren que las familias son conscientes de que la tecnología compromete su atención», subraya el estudio. Por eso, agrega Cánovas, «tanto mayores como menores debemos aprender a priorizar, a relacionarnos de forma saludable con la tecnología, y a ser considerados con los demás».

No sin mi permiso

El informe Not at the Dinner Table: Parents’ and Children’s Perspectives on Family Technology Rules también recoge que las mayores discrepancias entre padres y niños vienen por la cantidad de contenidos sobre ellos que comparten sus progenitores. Lo ven, apunta el estudio, “como un desafío que trasciende la dinámica de poder”. Nuestros hijos aseguran que ese contenido es “embarazoso” y se sienten frustrados porque sus padres no cuentan con su aprobación ni permiso para difundirlo. “Los niños necesitan controlar su imagen online y esto se ve socavado por la práctica común de los padres de compartir su vida». Un hábito que, además, genera muchos más conflictos en la adolescencia.

En la misma línea, piden que les dejemos tomar decisiones respecto al uso que hacen de la tecnología. Quieren más autonomía a la hora de disponer de su tiempo de conexión y una mayor privacidad de sus conversaciones y que sus padres no abusen tampoco de la tecnología ni la conviertan en su principal forma de ocio. Otra de las prácticas cotidianas que no toleran nuestros hijos de nosotros, los padres, es que utilicemos el móvil mientras conducimos ni que aprovechemos los semáforos en rojo para contestar mensajes.

Demandas todas razonables y similares a las que les requerimos nosotros a ellos, lo que debe hacernos pensar que hay que dar ejemplo y «debemos aplicarnos el cuento» para que, como afirma el psicólogo Adam Alter, autor de Irresistible, el smartphone no se convierta «en el chupete de los adultos».

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Contenido de Content Factory para LOVE ORANGE. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.