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FUNDACIÓN MAPFRE

Nixon, el fotógrafo que hizo visible la intimidad

La Fundación MAPFRE dedica una gran retrospectiva al fotógrafo de Detroit a través de más de 200 imágenes que le han convertido en uno de los mejores retratistas del paso del tiempo y uno de los nombres imprescindibles de la fotografía de la segunda mitad del siglo XX

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Prado Campos

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“El hecho de que en cierto sentido fuera mejor que la vista: más firme, más clara, a menudo más bella”. Así describe Nicholas Nixon lo que le atrapó en un primer momento de la fotografía. Desde esa primera imagen que tomó a principios de los años setenta a gente de la calle con un 35 milímetros hasta ser considerado uno de los mejores fotógrafos de la segunda mitad del siglo XX, Nixon expuso varias veces en el MoMA, obtuvo una beca Guggenheim y, sobre todo, ha hecho de la cercanía y el detalle el mejor vehículo para mostrar lo invisible: el sentimiento, la emoción, la intimidad y el paso del tiempo.

La fotografía de Nixon es una crónica del transcurso de los años y de la singularidad de cada individuo. Es la elevación del detalle como elemento poético. La constatación de que la imagen guarda mucha relación con la literatura: es una narración que cuenta una historia a partir de un detalle concreto. «Cuando saco una foto de alguien, intento que trascienda algo más. No es la foto de una persona en concreto, sino de un hombre o una mujer», explicaba hace poco el propio Nixon en Madrid. La Fundación MAPFRE acoge la mayor retrospectiva dedicadas al fotógrafo de Detroit con más de 200 fotografías que recorren toda su carrera desde su primera serie cuando aún era estudiante de mitad de los setenta hasta la última. La muestra, que se puede ver hasta el 7 de enero en la sala de exposiciones de la calle Bárbara de Braganza, 13, de Madrid, en 2018 y 2019 viajará al Centro Andaluz de Fotografía de Almería, en el C/O Berlín y en la Fondation A de Bruselas.

'Clementine y Bebe, Cambridge', Nicholas Nixon. (1986) ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

Es precisamente la proximidad, lo cercano, lo que le interesa a Nixon y lo que recorre como una espina dorsal su trabajo. Da igual que el objetivo sea la ciudad, una pareja, un bebé, un anciano, un enfermo o su mujer (y musa) Bebe. Todo irradia intimismo y una mirada personal, una autenticidad indeleble en blanco y negro. Y, a la par, demuestra una capacidad camaleónica para reinventarse e integrarse en las escenas. Amante de Cartier-Bresson, Nixon cuenta que el fotógrafo francés fue quien le aportó la «idea de que el significado, el significado más amplio, surge de la forma». “El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”, escribió Proust, otra de sus grandes influencias.

Esa forma y esa mirada es la que busca con su cámara de gran formato, que le permite realizar impresiones directamente con negativos de 8×10 pulgadas, y siempre contando con la cooperación de los personajes a los que retrata. Porque si algo es Nixon es uno de los grandes retratistas del siglo XX. La serie Las Hermanas Brown, su trabajo más conocido y famoso, es un auténtico registro del paso del tiempo. El mejor ejemplo de esa concepción de la fotografía y la sencillez puestas al servicio de la descripción para dejar ver la tensión entre lo visible (el contenido) y lo invisible (los pensamientos e inquietudes). El relato de las etapas de la vida.

'Las hermanas Brown', Nicholas Nixon, (1975) Colecciones Fundación MAPFRE © Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

LAS HERMANAS BROWN

En agosto de 1974, Nixon hizo la primera fotografía de su mujer Beverly Brown (Bebe) y de sus tres hermanas, Heather, Mimi y Laurie, aunque no conservó esta primera fotografía que no le convenció.  Un año más tarde, las colocó en el mismo orden y volvió a fotografiarlas. Así comenzó su serie más famosa que se prolonga hasta hoy y se puede ver en la exposición. 42 fotografías tomadas cada año desde 1975 hasta 2017 de las cuatro hermanas para trazar un diario íntimo y extremadamente conciso del paso del tiempo.

Las imágenes de la serie Las hermanas Brown tienen aire de álbum familiar a caballo entre la objetividad documental y la intimidad emocional. Es el cambio en la reiteración. La belleza de la sencillez. Pero también es un autorretrato del fotógrafo, que no solo vuelca sus sentimientos en cada captura sino que también se deja ver en el borde de algunas imágenes porque, explica Nixon en el catálogo de la exposición, «efectivamente quiero entrar, tanto para oír como para ser parte de la historia». Es «un testigo más grande, casi una estructura, que puede enfrentarse a lo que sea que el año nos ofrezca. Hay algo en mí que realmente espera la número cincuenta», afirma. Y parece que la continuidad está garantizada «mientras yo y al menos una de ellas esté aquí».

'Vista de Battery Plaza, Nueva York', Nicholas Nixon. (1975) ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

LA CIUDAD

Boston y Nueva York desde las alturas, su caótico tráfico, sus rascacielos… La ciudad protagonizó la primera serie de Nixon, Vistas de ciudades, que desarrolló entre 1974 y 1976. La creó cuando se mudó a Boston y con ella da un paso decisivo en su carrera: utilizar una cámara de gran formato, de 8×10 pulgadas, cuyo negativo es tan grande que no requiere ampliación y consigue una extraordinaria nitidez. “La enorme cámara de madera y yo somos bastantes simpáticos y terriblemente sinceros”, asegura Nixon sobre la complicidad que logra crear con sus retratados a pesar de sus dimensiones.

Las instantáneas de esta primera serie formaron parte de una de las exposiciones más influyentes de la historia de la fotografía, que organizó la George Eastman House en 1975 y en la que participaron nombres como Robert Adams, Stephen Shore, Henry Wessel o Lewis Baltz. Durante décadas Nixon aparcará las fotografías de las ciudades, pero en la primera de este siglo vuelve a ellas con una nueva mirada que se posa en la extraordinaria confusión visual que crean las rondas de circunvalación y enfrenta la ciudad antigua y la nueva.

'Plant City, Florida', Nicholas Nixon. (1982) Copia en gelatina de plata, contacto © Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

LOS PORCHES

A partir de aquí, Nixon se centran en el que será el principal tema de su carrera: los retratos. Comienza a explorar el género en los márgenes del río Charles, cerca de Boston, y en los barrios pobres del sur, de Florida o Kentucky. Playas, riberas y porches de casas, esos espacios a caballo entre lo público y lo privado, y sus moradores posan delante de su objetivo entre 1977 y 1982. En esta serie su cámara descubre la intimidad y empieza a trabajar su particular visión de sus retratados, con los que compone siempre la escena. En estas cinco décadas de trabajo se ve la evolución de una técnica que ha terminado por eliminar lo superfluo y resaltar la fragilidad e individualidad de los ancianos, niños o enfermos que se detienen delante de su objetivo.

'F.K., Boston', Nicholas Nixon. (1984) ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

LOS ANCIANOS

«Fue la primera ocasión en la que mi yo social y político entró en juego. Empecé a trabajar como voluntario por pura responsabilidad cívica y me prometí a mí mismo que lo mantendría al margen de la fotografía, pero esas personas me conmovían tanto y estaba tan convencido de su valor que en menos de un año rompí mi promesa y empecé a retratarlas. Las imágenes de gente mayor fueron la primera serie en la que mi vida y mis valores se entrelazaron tan estrechamente con mis fotografías», explica Nixon.

Los ancianos es un tema recurrente en toda su producción. En estas series, además, se refleja un cambio en su forma de trabajar: por un lado, establece una relación nueva entre el fotógrafo y los fotografiados, a los que conoce personalmente puesto que vivían en residencias en las que estaba de voluntario, y, por otro, la imagen se acerca con primeros planos, detalles de manos o rostros que dan cuenta del final de la vida y el silencio. Otros dos ejes de su producción más reciente.

'El Dr. Robert Sappenfield con su hijo', Nicholas Nixon. (1988, copia de 2005) ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

EL SIDA

Su compromiso social sigue patente en esta serie, que más tarde formó parte de un libro, que se detiene en los enfermos de sida. People with AIDS, de 1988, recorre la vida de 15 personas para abordar la realidad de una enfermedad que en los años ochenta era tan desconocida como incomprendida y generaba multitud de prejuicios y miedos en la sociedad. Son imágenes más narrativas, honestas y realistas que hablan del sufrimiento de los enfermos y sus familias. “Tengo la sensación de que ser testigo de personas individuales es lo que yo puedo hacer, es en lo que creo. Cada persona es valiosa en sí misma y para mí estar ahí, poner los focos sobre ellas un momento, es una manera de decir que importan”, cuenta Nixon en el catálogo editado por la Fundación MAPFRE.

'J.A., E.A., Dorchester, Massachusetts', Nicholas Nixon. (2001) ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

LAS PAREJAS

En un nuevo giro a su carrera, en 1999 Nixon vuelve a desviar su mirada hacia la intimidad de las parejas. Esta serie, que se estrena con el nuevo siglo, se caracteriza porque no prepara las escenas sino que crea con sus retratados un clima de confianza para que muestren sin tapujos su intimidad hasta donde ellos quieran. Desnudos, torsos, bocas y mucha pasión exhiben cómo compartimos cada día nuestra vida física y emocionalmente. De este modo, logra hacer visible esa conexión invisible existente entre dos personas en un acto puro de seducción que busca provocar por la mirada.

'Bebe y yo, Savignac de Miremont, Francia', Nicholas Nixon. (2011) Copia en gelatina de plata, contacto ©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.

LA FAMILIA... Y BEBE

“En realidad, Bebe es la verdadera protagonista de esta historia. Durante mucho tiempo me dejó anteponer mi trabajo, me perdonó mi obsesión, ha disfrutado con mis fotografías y me ha ayudado a saber cuáles eran las mejores, adónde me dirigía… siempre ha estado ahí, tan presente, tan hermosa e inteligente y tan dispuesta a compartir su modo conmigo. Nunca le estaré lo suficientemente agradecido”. Si los retratos definen a Nixon, no lo es menos su familia. El artista comenzó a fotografiar a su mujer cuando se conocieron en los años setenta y desde entonces no ha dejado de hacerlo. No en vano, está presente en todos sus proyectos y garantiza que es “mi verdadero amor, mi mejor amiga, el centro de mi vida”. Con sus instantáneas lleva componiendo estas décadas un diario de su vida en común que habla de intimidad, proximidad y pasión.

Pero Bebe no es el único miembro de su familia que posa para él. También serán protagonistas de sus fotografías sus hijos Sam y Clementine, desde sus nacimientos en 1983 y 1985 hasta su edad adulta. Cierra la exposición una serie de fotografías que siguen revelando la intimidad de su familia, pero esta vez a través de las estancias de su casa. Cortinas, escaleras y habitaciones bañadas por una especial luz que siguen evocando ese universo interior e íntimo que desvela Nixon en toda su obra.

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Contenido editado por Content Factory para Fundación MAPFRE. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.