POLÍTICA

La encrucijada de Fabra

El jefe del Consell encara unos meses decisivos para la consolidación de su liderazgo interno y externo

MANUEL CONEJOS - Actualizado: Guardado en: Actualidad

La carrera política del presidente regional del PPCV, Alberto Fabra, entra en su fase decisiva. La cercanía de las elecciones europeas es un buen argumento para llegar a esa conclusión, pero aún lo son más las decisiones que ha de tomar en las próximas semanas el jefe del Consell. Su éxito o fracaso en ellas puede encarrilar su liderazgo al frente del partido o avivar las críticas que resuenan, siquiera con sordina, especialmente en su grupo parlamentario.

Pasada la fase de adaptación a la Presidencia de la Generalitat –que fue dura al coincidir con la de mayor contestación social a las políticas del Consell al no poder garantizar una regularidad en los pagos a proveedores– Fabra se centró en la gestión económica para salir del atolladero. Los planes especiales de financiación del Gobierno como el Fondo de Liquidez Autonómica y la rigurosa actuación del conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, evitaron males mayores, como la intervención de la Comunidad que el portavoz de Compromís, Enric Morera, vaticinó sin éxito en su día.

Financiación y paro

Los catorce meses de legislatura que restan presentan la mejora de la financiación como el gran reto político para Fabra y, sobre todo, a nivel social la creación de puestos de trabajo que permitan trasladar la idea que la crisis económica deja paso a la esperanza en el día a día de los valencianos.

La llegada de las elecciones europeas abre tres escenarios que el PPCV contempla. El primero es que Mariano Rajoy anuncie el próximo lunes en el comité ejecutivo nacional del PP que Miguel Arias Cañete será el número uno para esa lista continental. Si es así Rajoy podría echar mano de algún cargo público valenciano en su relevo. Rita Barberá o María José Catalá están en esos mentideros. Si fuera Catalá, el presidente de la Generalitat debería afrontar una remodelación de su gabinete y Serafín Castellano suena como vicepresidente, con José Císcar fuera del Consell y centrado en la presidencia provincial del PP alicantino donde tiene varios frentes abiertos. Si fuera Barberá, quien ayer negó dicha posibilidad, el quebradero de cabeza sería visualizar a su sucesor para las elecciones de 2015 con Cristóbal Grau, Ana Albert o Esteban González Pons en el horizonte.

El segundo escenario contempla que Rajoy no se lleve a nadie del Consell ante lo que Fabra deberá luchar por colocar a algún valenciano en los puestos de salida (escasos 20 según las encuestas). José Císcar también ha sonado en esta cuestión, al igual que otros como Miguel Peralta. El tercer escenario, que a día de hoy parece el más improbable, sería que Eva Ortiz se mantuviera en esa lista en un puesto de salida. Su trabajo lo valora Fabra muy positivamente pero va a ser difícil que cuadre con los deseos de Génova y la lista de aspirantes que existe.

Nada más terminar esa tarea de duro trabajo interno, Fabra encarará las elecciones europeas con la obligación de mantener un suelo electoral aceptable. Un resultado que no supusiera un desplome dejaría vía abierta a un año de «tranquilidad» interna para preparar las elecciones de mayo de 2015. En caso contrario aflorarán los cálculos que Génova maneja sobre la Comunidad y que, como en el caso de Madrid, no son nada buenos.

El flanco interno principal que debe contener Fabra se relaciona con los casos judicializados de compañeros. La salida de Milagrosa Martínez y posteriormente de todos los que se enfrenten a un juicio oral penal, por casos de corrupción, ha agitado mucho a un porcentaje elevado del grupo parlamentario popular que no siente la cercanía de su presidente regional.

La cuestión interna

El otro será cómo hacer ver que cualquier intento de unir fuerzas con quienes abandonaron en su día de mala manera el partido, como el caso de Gema Amor, no supone una alianza expresa con Eduardo Zaplana, con quien Fabra se ha dejado ver más en dos años que con su predecesor, Francisco Camps, en ocho.

Ese plan pasa en buena medida por lograr la máxima colaboración de los tres presidentes provinciales: Alfonso Rus (con quien discrepa); José Císcar (al que ha reducido su parcela de poder) y Javier Moliner (con el que aún guarda buena sintonía).

Y, sobre todo, pasa porque el secretario general del PPCV, Serafín Castellano, logre encajar todas esas piezas en un periodo muy complicado para los populares. Esa es la encrucijada a la que ahora se enfrenta Alberto Fabra.

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