El nombre del que se convertirá en decimocuarto presidente de la Real Academia Galega es, a un mes largo de las elecciones, una incógnita que empieza a despejarse. Tras la marcha de Méndez Ferrín, su tesorero y hombre de confianza, Manuel González, ha sido el primero en alzar la mano y anunciar su candidatura a la presidencia de la centenaria institución. Lo hizo a través de un correo electrónico remitido a los miembros del plenario en el que dejaba claras las bases sobre las que le gustaría sentar esta nueva etapa. «Hace quince días no se me pasaba ni por la cabeza aspirar a suceder a Ferrín pero las conversaciones con un grupo bastante numeroso de académicos me llevaron a dar el paso», explicaba ayer el filólogo. Sobre su política al frente de la Academia, González reconoció que será «bastante continuista» respecto a su funcionamiento interno aunque agregó que procurará que haya una «transparencia absoluta» para que no quepa «la más mínima sospecha». Paradójicamente, y tal como desveló ABC, el hijo de González también llegó a tener un contrato con la RAG, en concreto, con la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán que gestiona la Academia y con la que comparte sede física.

Los primeros descartes

El mismo día que el hasta ahora tesorero de la RAG formalizaba su candidatura, otros miembros emblemáticos se autodescartaban de la carrera a las urnas. Es el caso de Alonso Montero, que ayer declaró que «moriré sin ser presidente de la Academia». Los estatutos de la Academia Galega fijan que el período para presentar candidaturas y convocar elecciones será de dos meses, por lo que se espera que el próximo 17 de mayo, Día das Letras Galegas, la RAG estrene directiva. Para lograrlo, los aspirantes deberán obtener la mayoría absoluta en una primera vuelta o una victoria simple en la segunda.