Carrera espacial a pequeña escala

Los miembros del Club SpainRocketry, que colaboran con el Aula de Astronomía de Yebes, es la única asociación española que se reúne para lanzar réplicas de cohetes reales
Muchas películas de Hollywood tienen de protagonista a un niño soñador que empapela su cuarto con posters de estrellas y cuelga móviles del techo que simulan el universo. En algunas vemos cómo espera ansioso a que llegue por correo su propio cohete para lanzarlo desde su jardín (como esa escena de Toy Story en la que el malvado niño que tortura a los juguetes encadena a los muñecos Buzz y Buddy a uno de estos artefactos para lanzarlos al cielo). Cuando vemos esas películas nos parece impensable que esa práctica asociada con lo estadounidense —allí está tan extendida que incluso se oferta como materia optativa en algunos institutos— exista en España. Sin embargo, desde hace algo más de una década existe una asociación a nivel nacional que busca la difusión de esta afición: el club SpainRocketry.
El Club SpainRocketry nació en el 2002 de un grupo de amigos aficionados al modelismo espacial. Este pequeño club comenzó a moverse y encontró en internet su verdadero altavoz. Así llegó a la asociación Jesús Manuel Recuenco, actual delegado del Club SpainRocketry en Madrid y que colabora con el Ayuntamiento de Yebes en su Aula de Astronomía —exhibieron algunos modelos en las fiestas patronales además de estar preparando un seminario sobre esta práctica-. «Comencé en este mundo a los 14 años, porque un familiar compraba modelos importados de Estados Unidos. Luego lo dejé, pero me encontré al tiempo con el club en internet y contacté con ellos», explica. Así es como, movido por ver que no era el único y que podía crecer en su afición, volvió a la práctica de esta disciplina.
Poco a poco y en gran medida, también gracias a la red, van haciéndose un hueco en la práctica del modelismo. De hecho, este colectivo nacional pegó un salto más allá en 2006, cuando entró a formar parte la Tripoli Association, una agrupación nacida en Estados Unidos pero que posee prefecturas (colectivos asociados) en países como Alemania, Francia, Suiza, Turquía o Israel. «Nuestro club, aparte de nuestros lanzamientos en España, organiza unos encuentros internacionales cada año. Y claro, para eso hay que pedir permisos a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea y a las autoridades de la zona, para que sepan que estamos lanzando cohetes».
Los cohetes
Existen tres tipos de cohetes: de bajo, medio y alto impulso (relacionado con la potencia de cada modelo). Los de bajo y medio impulso suelen ser cohetes de un solo uso, mientras que los de alto, más complejos y a los que se les pueden instalar otros aparatos como cámaras o barómetros, funcionan con recargas de motor y pueden ser lanzados varias veces gracias a su sistema de recuperación (un paracaídas que se activa cuando el cohete comienza a caer). «Utilizamos motores comerciales importados, pero no te los venden si no tienes una certificación. Y dentro de esa certificación hay diferentes niveles para poder adquirir unos u otros motores», asegura Jesús, que explica que en esta práctica se mantienen unos altos estándares de seguridad.
«Existe un código que está internacionalmente aceptado. Son unas normas básicas como no lanzar el cohete en lugares con obstáculos como árboles, tendidos eléctricos, etc; mantener una distancia de seguridad que se amplía según el tipo de cohete; y todos los menores de edad van siempre acompañados». De hecho, el miembro más joven del club tiene solo 8 años y ya ha podido lanzar su cohete. «Los niños sobre todo participan en los equipos de rescate, que son los que localizan el cohete tras el lanzamiento. Acompañan al dueño, el verdadero responsable, pero una vez en el suelo no hay ningún riesgo. Es algo emocionante», relata Jesús.
Y a pesar de lo que pueda parecer, esta afición no es tan cara como se presupone. «Hay cohetes pequeños desde 15 ó 20 euros. Los de alta potencia pueden rondar los 200 euros», asegura Jesús, aunque en su caso, los fabrica él mismo a base de piezas diferentes. «Yo no conozco ningún hobby barato», dice con una sonrisa. Aunque en el modelismo espacial no solo se trata de cohetes, sino que conlleva el mismo protocolo que un lanzamiento real: la rampa de lanzamiento, la cuenta atrás, apretar un botón… y unos segundos de felicidad indescriptibles para Jesús. «La intención es pasar un rato agradable», dice. Eso y alcanzar un poquito más de cerca uno de los sueños del hombre.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete